Una vez más, lo sepamos o no, Franco nos une y nos salva.

- la Monarquía, la obra póstuma de Franco, y don Juan Carlos de Borbón el candidato que él escogió -


Por Pablo Gasco de la Rocha. 08/01/2008.  


Con motivo del 70 cumpleaños de S.M. el Rey don Juan Carlos, todas las declaraciones orales y escritas que se han sucedido, y han sido muchas, tuvieron una nota en común, todas, sin excepción, fueran realizadas por monárquicos o no, incluso por abiertamente republicanos, y no digamos nada de las efectuadas por los comunistas, han destacado el acierto de la Monarquía como forma de Estado en el devenir de estos treinta años de España, así como la personalidad del Rey para sortear, animar y potenciar la convivencia en este largo y complejo periodo de nuestra historia: 

"Por ser un instrumento más que provechoso frente a tantas necias oratorias de soberanismo, independentismo y otras divagaciones políticas. Pues la monarquía presenta ventajas apreciables para un país tan diverso como España, donde muchas cosas rechinarían si hubiera que elegir cada cuatro años un presidente de la República" (La Razón, Especial "70 años del Rey", 5 de enero de 2008)

A tenor, pues, de tal realidad, puede que únicamente no compartida por las distintas falanges o por algunos ultras que luego terminan votando impenitentemente al PP, surgen inevitablemente estas preguntas...

¿Cuál sería la forma del Estado hoy en España, de no haber sido heredada la Monarquía del Estado Nacional surgido el 18 de julio de 1936? Más concretamente, ¿hubieran podido Ussía, Ansón y Antoñito Burgos ceñirle la corona, aunque fuera una de papel, al ilustre personaje de Villa Giralda, el mismo que pensaba que España vivía igual en 1975 que cuando él tuvo que abandonarla expulsado por los que años después consideró sus "leales" vasallos? O todavía mejor, ¿hubieran traído los rojos al nieto de quien echaron y sobre el que pesaba una orden de detención que ponía precio a su cabeza?

Pese a todo, son preguntas que no se hacen, consideraciones que se desprecian y reflexiones que no se tienen en cuenta, porque lo importante es, aunque para ello se tenga que falsificar la historia, presentar a la Monarquía, la única institución del sistema que realmente funciona y la más valorada nacional e internacionalmente como producto del consenso de la transición, y a la sombra de un anciano rey que nunca existió.  

Sin embargo, es evidente que si la forma política del Estado español es la Monarquía, es gracias al Régimen del 18 de Julio. Que no sólo la entronizó, restableciéndola una dinastía perdida, sino que designó a quien sería su titular, don Juan Carlos de Borbón frente a otros candidatos con más o menos pedigrí, que, firmes y en posición de babeo, intentaron con toda clase de prodigios y cabriolas (hubo uno que hasta se hizo minero, seguro que porque a Franco le gustaba mucho la canción "Yo soy minero" de Antonio Molina) que el Caudillo variase su buen juicio. Sin darse cuenta, ¡pobres diablos!, que Franco jamás variaba de opinión en aquello que fuera bueno para España.    

Por eso es perfectamente explicable que Franco y su Obra (Seguridad Social, Clase media, Pagas extras, Becas estudiantiles, Estabilidad laboral, 515 pantanos, Carreteras, Viviendas protegidas, Formación profesional, Universidades laborales, 40 años de paz, ONCE, RNE, TVE, Agencia tributaria, RENFE, IBERIA... Monarquía) sigan despertando un odio irrefrenable en las izquierdas, un resentimiento enfermizo en las derechas y una valoración de injusticia manifiesta entre los monárquicos. Y tal es la injusticia respecto a Franco entre estos últimos, que en su afán por destacar que la Monarquía es obra del "rey de Estoril" y luego producto del consenso entre todas las fuerzas políticas, son capaces de hacer comparaciones no sólo odiosas por lo absolutamente desproporcionadas, sino carentes de todo sentido, hasta el punto de afirmar, que "La Monarquía en España funciona, porque su titular es el Rey de mayor sentido democrático de toda nuestra historia.". Declaración que hace uno de los voceros más destacados de esta forma de falsificar la historia, José Antonio Zarzalejos, Director de ABC, en "De "juancarlistas a monárquicos" (La Tercera, ABC 6/01/2008) Obviando el innumerable elenco de reyes extraordinarios que hemos tenido, aunque ciertamente reinasen y gobernasen. Que fue durante mucho tiempo lo suyo de propio, aquí, y en todo el mundo mundial.   

Y es que Franco, la persona providencial con la que España se encontró en una de las encrucijadas más graves y serias de su historia, culminó su impresionante Obra política, iniciada sin prisa pero sin pausa en plena contienda, restableciendo la Monarquía por ser, a su certero juicio, "la forma de Estado idónea para España por el carácter mismo de la Institución". Realidad que han terminado por comprender la inmensa mayoría de los españoles. Por eso, cuando el 22 de julio de 1969, y a su propuesta personal, las Cortes designaron sucesor en la Jefatura del Estado, a título de Rey, al Príncipe de España don Juan Carlos de Borbón y Borbón, volvió el Comandante legendario de la guerra de Liberación y el Estadista prudente, inteligente y sagaz de la rectificación histórica que supuso el "milagro español", hacer un inmenso servicio a España. Este país cerril, antipático, complejo y petulante, siempre con el cuchillo tribal y cainita entre los dientes.

Por otra parte, y pese a lo que piensen algunos, a Franco, que fue un hombre único y excepcional, no se le escapaban los nuevos tiempos y las difíciles circunstancias por las que atravesaría España a su muerte. Por eso sus dos preocupaciones máximas, y de las que nos advierte en su Testamento, fueron la lealtad a la persona que encarnaba la Corona y la unidad de España. Cuestiones que, como comprobamos al día de hoy, son indisociables. De ahí que la aportación máxima al franquismo, pese a lo que digan muchos franquistas -paradoja que hoy se completa con la beatificación que han hecho de un ex terrorista, Pío Moa, y presumiblemente futuro presidente de la Fundación Nacional Francisco Franco (día que me daré de baja)-, sean las declaraciones de don Juan Carlos en el libro "El Rey. Conversaciones con D. Juan Carlos I de España" de José Luis de Vilallonga (Ed. Plaza Janés), en las que a la pregunta de Vilallonga: " ¿Qué consejos le dio Franco para gobernar?", don Juan Carlos responda: 

"Franco no me dio ningún consejo, salvo el de salir y entrar para ser conocido y querido, lo único que me dijo fue... "Usted no se preocupe, Alteza, pues tendrá que gobernar de forma y modo diferente a como yo lo he hecho y vengo haciéndolo" .

Y es que, pese a lo que se opine y diga desde una u otra tendencia política, "todo estaba atado y bien atado". Lo que no quiere decir, que a Franco le gustase el cambio que se produciría y lo que realmente sería la Monarquía del futuro de España. Una Monarquía a la que se me antoja rinde demasiado pleitesía el bueno del Cardenal Cañizares (La Razón, Especial "70 años del Rey", 5 de enero de 2008)

Cuál puede ser el futuro de la Monarquía en España. Yo particularmente pienso que la Monarquía tiene tantos días como días de vida conceda Dios a don Juan Carlos en pleno uso de sus facultades. Porque la Monarquía, que es ciertamente una institución particular, requiere de tres legitimidades: tradicional, legal y carismática. Y esta última nos introduce de lleno en el porvenir de S.A. el Príncipe de Asturias, a tenor del pasado y de la familia de su esposa. Pues, si de S.M. la Reina doña Sofía, hija de Reyes y gran "profesional", nada se ha podido decir de su pasado (pese a que todos lo tengamos), de Leticia Ortiz se calla todo, desde que a los 16 años se fuera a vivir con su profesor de literatura. Un fulano que es hoy catedrático por arte de magia y al que según pudimos sentir todos en la última presentación de otros de sus libritos , se le notaba con ganas de largar. Tiempo al tiempo. Pues se sepa o no, la estética, estimados todos, es necesaria y hasta fundamental en una institución como es la Monarquía.

De todas formas no todo está perdido, pues frente a los catastrofistas siempre nos quedará la Monarquía sin Rey, la República Presidencialista. Una República que en nada tiene que parecerse a las dos anteriores, pues la III, como bien argumento don Blas Piñar en "Hacia la III República" (Editorial Fuerza Nueva) tendría que estar al servicio de la unidad, la grandeza y la libertad de España.


 

Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com