Contra nosotros ... ¿qué culpa nos cabe en el hundimiento de la Patria?.
- por un Acto de Afirmación, y al margen de una protesta ridícula -
Por
Pablo Gasco de la Rocha.
27/10/2007.
Frente a los que olvidan
con facilidad que la responsabilidad deviene tanto por acción u omisión, o que
los sucesos y acontecimientos históricos están concatenados en una sucesión
de relaciones de causalidad, este tipo de análisis suele ser muy provechoso,
porque impele a contestarnos sobre nuestra actuación, y a responder por la
parte de culpa que tengamos en una determinadas situación. Y así, por ejemplo,
debemos constatar que en gran proporción nuestro discurso político ha estado
sostenido sobre la confrontación con los "otros". Lo que sin duda ha
revelado no sólo la esquematización que de las tensiones políticas del
momento hacíamos, sino la falta de confianza en el proyecto político
de alternativa presentábamos.
Fracaso
que cobra mayor gravedad, si cabe, porque nadie ha expresado más exactamente cuál
es el verdadero engaño de la democracia liberal y la farsa de su imagen más
aparente como nosotros. Pues, pese a su mitificación, todos sabemos cuán
eficaces son los mecanismos de control, inducción y chantaje, directo o
indirecto que se ejerce sobre los súbditos a los que se da en llamar soberanos
(que esa es su parte más graciosa) Es más, todos sabemos, aunque se finja, que
tal farsa tiene una escasa o nula credibilidad, cuya razón de ser es más la
imagen exterior, que el intento de resolver nada o dar cauce a los deseos del
pueblo. Aunque sea una imagen que se prohíje, por falaz e hipócrita que sea,
porque libra de enfrentarse a la realidad, al menos de momento.
Sin embargo, hemos venido actuando de una forma equivocada, lo que
finalmente se ha revelado como un enorme fracaso, pese a las condiciones que se
nos han ofrecido, y sin aprovechar la propia alternativa que presentábamos.
Porque frente a la evidencia, hemos preferido la eterna cantinela de la víctima..."No
nos comprenden", una convicción que no explica nada, pero que para muchos
ha sido la forma de confirmase frente a los "otros". Planteamiento que
ha ocupado todo el espacio político de estos años, sobre la base de un
discurso encaminado a mostrar que los "otros" eran los malos. Pues,
abatidos ante las circunstancias, nos hemos avocado a la melancolía, y tal
actitud, más como disposición emocional, que como proposición ideológica. Y
de esta forma, hemos venido viendo a España como una máquina que hubiera que
frenar y no como una fuente de oportunidades de ser puestas al servicio de su
Unidad, Grandeza y Libertad.
Nos hemos agotado en el intento, en conservar lo que amenazaba ser
destruido sin remitirnos a ninguna construcción de alternativa. Olvidando que
la mentalidad reparadora se configura a costa del pensamiento innovador y
anticipador. Justo lo que José Antonio nos hizo ver aquella tarde del 29 de
octubre de 1933 cuando valientemente salió a un escenario, la política, que le
era particularmente incómodo y hasta hostil, para presentar una alternativa
superadora ante las presunciones de las ideas caducas, ofreciendo una solución
de alternativa sobre los valores en los que todos podemos encontrarnos: la
Patria, el Pan y la Justicia.
Se impone, pues, un debate. Un debate que nos haga ver lo que es lo
nacional irrenunciable de lo accesorio. Un debate, que más que incidir sobre
que "otra realidad es posible", nos haga comprender que hay otras
maneras de concebir y actuar sobre esa realidad. Una realidad, la
presente-actual, que se nos muestra caduca en cuanto a vitalidad e ideas.
Un sistema estructurado entorno a hombre-un voto, que hipoteca el futuro
con la dilapidación de recursos públicos, propiciando un sistema subsidiario
con medidas coyunturales sin abordar, la mayoría de las veces, las de fondo y
estructurales que la sociedad necesita. Pues el voto se adquiere mediante dádivas
y no a través de políticas consistentes, sólidas y de largo recorrido,
coherentes con una concepción determinada del funcionamiento social y
proyectadas a dispensar sus consecuencias positivas en ciclos largos y fructíferos.
De ahí que, la demagogia por una parte y la consideración despectiva del
quehacer político por otra sean las formas de detentar el poder, clave y
fundamente del sistema de la democracia de partidos. Un sistema bochornoso, en
donde la impostura manifiesta se advierte en cuanto se pone al mismo nivel el
voto del sabio que el del imbécil, que, pese a su tara, tiene el mismo valor.
Un sistema, pues, de impostura y simulación que, bajo la apariencia de gobernar
convierte su discurso político en pura charlatanería o altercado de taberna;
lejos, pues, de los intangibles didácticos y de la capacidad de sementera que
para el futuro debe tener la acción de gobernar.
Y si a esto le sumamos una indeterminación constitucional suicida en
cuanto a la organización política-jurídica de la Nación y del Estado, una
estructura jurídicamente "compleja", según ha reconocido el propio
Tribunal Constitucional, que da lugar a un permanente chantaje por parte de los
poderes autonómicos independentistas, el mal llamado "nacionalismo democrático",
la situación no puede ser más que de nausea.
A tenor de lo dicho, y sin más dilación, deberemos de encarar un
proyecto político razonable e inteligente sobre la realidad en la que nos
encontramos, que a punto de cumplirse el treinta aniversario de la Constitución,
que puso en pie todo el edificio político que hoy padecemos, la situación de
España no puede ser peor. Y tal realidad, sobre la base de la constatación de
que siempre tuvimos razón, toda la razón y nada más que la razón, como de
forma harto evidente nos vienen dando los foros de la derecha y personajes que
hasta ayer conformaban en la algarada de la izquierda, que no sólo el "Trío
Calavera": Jiménez Losantos (ex PCE), Juan Juaristi (ex ETA) y Pío Moa
(ex GRAPO).
Y tal impulso, a no ser, naturalmente, que tan sólo queramos ser, la
inercia necesaria para seguir tirando... la guinda surrealista de la tarta que
ellos utilizarán como coartada de talante y libertad, pues han dejado
manifestarse (15 de octubre) a "10 personas", puede que hasta 11, con
una bandera anti-constitucional, y nada menos que frente a la sede del partido
que gobierna.
Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com