¿Hacia dónde vamos?
Por
Pablo Gasco de la Rocha.
15/10/2007.
La convivencia nacional, sustentada, no nos engañemos ni confundamos a
nadie, sobre un pacto no escrito subscrito hace 30 años, se resquebraja a
jirones como consecuencia de una ofensiva que siempre ha estado ahí, pero que
ahora encuentra las condiciones propicias para emerger de forma determinante con
total osadía. Y tal ofensiva no sólo viene protagonizada por ETA y lo que enfáticamente
se ha venido en llamar "nacionalismo democrático", verdadero
independentismo engordado al amparo del Estado, sino por la dejación que de sus
funciones y competencias constitucionales han venido haciendo los diferentes
Gobiernos que se han sucedido al legitimar ese independentismo para poder
gobernar o dejar hacerlo, y el Poder Judicial, monopolizado por el Ejecutivo de
turno a través de la Fiscalía General del Estado y de las cuotas impuestas
tanto al Tribunal Supremo como al Constitucional, que ha propiciado la dejación
de hacer cumplir la legalidad jurídica, una legalidad vulnerada que tiene su
prueba más evidente en la lucha contra el terror criminal de la banda
marxista-separatista ETA y en el cumplimiento de numerosos ayuntamientos a la
hora de respetar los símbolos nacionales. Lo que se traduce en el fracaso de
España como nación y su imposibilidad para vivir pacíficamente..."No se
os puede dejar solos".
Un fracaso que ya ha trascendido de forma evidente fuera de nuestras
fronteras como refleja la prensa europea de nuestro entorno, en concreto en
Francia a través del prestigioso periódico Le Monde, que textualmente
dice: "España padece una crisis institucional grave". Que es como ve
Francia la situación que padecemos, al hacer referencia a los ataques al Rey y
a la rebelión de las Autonomías frente al poder del Estado (Estatuto catalán,
desafío de Ibarretxe...)
Pero con ser grave la situación, en cuanto se pone en solfa la
columna vertebral de la nación, lo verdaderamente grave es la ambigüedad en
las ideas y en las convicciones del lado de quienes defienden la Constitución
tal y como está redactada. Una Constitución, no se olvide, que dio paso a una
Jefatura de Estado a la que declaro "irresponsable" y hueca como no
fura como chico de los recados, y una indeterminación jurídica en
cuanto a las competencias de las Autonomías, verdaderos estados, que es lo que
el Tribunal Constitucional ha definido como un "constitucionalismo
complejo".
Es la hora, pues, de un gran Pacto Nacional sin exclusiones ni excluido o auto-excluidos, precedido de un Acto de Afirmación que bien pudiera celebrarse el próximo 29 de octubre, a 75 años de una fecha señera para España.
Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com