La última humillación.
Por
Jesús Flores. Coronel de Artillería-retirado.
10/05/2007.
Para
los partidos políticos, el Ejército es sólo una carta más en la baraja política.
Aznar acabó prematuramente con el servicio militar obligatorio (¡ojo! la
Constitución modelo 1978 lo consideraba obligatorio) por razones
electoralistas. Hay que tener en cuenta de que España, gracias a los políticos,
era ya el primer país del mundo en “objetores de conciencia”, y ya por
aquellas fechas el Ejército conseguía reclutar a tres y al gato. Un día
decidió, también Aznar, que el Museo del Ejército debería salir de Madrid
con rumbo desconocido, siguiendo con amor un proyecto de la sonriente Albor, la
obrera que fuera Ministra de Cultura del partido obrero. Posiblemente, eliminar
un Museo era un símbolo casi sublime de Cultura.
Por
razones políticas se manda al Ejército a templar gaitas aquí y allá, incluso
para vigilar elecciones cuando en España hay elecciones, como las de
Vascongadas, en las que los matones pro-etarras imponen su ley en pueblos,
aldeas y colegios lectorales. Se manda al Ejército por razones electorales a
Irak en una rara exhibición publicitaria del entonces presidente Aznar,
posteriormente se ordena retirarse a la voz de “maricón el último” a ese
mismo Ejército, en una decisión vergonzosa y humillante de Zapatero; se manda
al Líbano a no se sabe qué; se permanece en Afganistán en misiones de pacífica
paz guerrera; se politiza a los muertos (fallecidos en el argot periodístico);
se deja humillar al Ejército quitándole la responsabilidad de la propia
protección de sus cuarteles y establecimientos militares… Se destruyen
Monumentos a los Caídos; se demoniza un régimen al que muchos hemos servido
con sacrificio y entusiasmo; se quita una estatua del Caudillo de la Academia
Militar de Zaragoza… Y ese Ejército, bajo el peso de un “Mando” ciego,
sordo y mudo, calla y se humilla. Razones políticas de la baraja.
Hoy
le toca ¡por fin! al Museo Militar de Montjuich. Zapatero, que no había nacido
cuando el Generalísimo Franco entregó castillo y Museo a Barcelona,
“entrega” hoy, en un gesto generoso, el castillo y el Museo a Barcelona. Y
se lo entrega a sus compañeros de cama política, esa facción nacionalista y
separatista que es el árbitro de la política de este presidente, posiblemente
el peor que ha tenido España desde la primera glaciación. Otra maniobra en la
que el Ejército es, una vez más, carta de una baraja en el juego de los tahúres
políticos.
Este
Museo era un gran museo, pese al cerco y a las cobardes y periódicas cesiones
permitidas por el “Mando”. El coronel de Caballería Montesino Espartero le
dio una categoría cultural y patriótica extraordinaria que fue, eso es lo
triste, el canto del cisne. Ante la presión de los enemigos, no ya del Ejército,
sino de España, el “Mando” fue cediendo con la idea suicida de calmar al
enemigo que, lógicamente, se creció. Cansado de la falta de apoyo y después
de una rara maniobra que lo marginaba, el coronel renunció irrevocablemente a
su cargo. Durante algún tiempo, el Museo ha sobrevivido gracias al tesón de un
grupo voluntarioso que cediendo y cediendo ante los políticos enemigos del
Museo ha visto como, finalmente, su esfuerzo ha sido inútil.
El
Museo debería ser trasladado, hasta los clavos, a otra ciudad española digna
de tener y valorar una joya semejante. Pero no, se almacenará en el Cuartel del
Bruch que es, no lo olvidemos, el próximo objetivo del nacionalismo y
separatismo catalán.
Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com