Estado responsable.
Por
Fernando González de Canales.
30/04/2007.
Hace
unos meses se sometió a referéndum en Portugal la aprobación de una ley que
despenalizaría el aborto provocado a partir de las 10 semanas ampliando así el
abanico de derechos de las ciudadanas portuguesas. La participación no
superó el 50% y el resultado fue de una pírrica victoria del Sí al Holocausto
durante las 10 primeras semanas del embarazo.
Según
la legislación, el referéndum quedaría anulado por no superar el cupo mínimo
de participación ciudadana, pero seguro que el Primer ministro Sócrates se
ocupará personalmente de que salga adelante ya que estamos ante una de sus
apuestas electorales más importantes de la última campaña electoral. Nada más
que mostrarnos continuamente una de las grandes taras del sistema democrático:
su capacidad de convertirse en la dictadura de las mayorías en detrimento de
los más débiles; en este caso del nasciturus. La nueva ley saldrá
adelante, con o sin referéndum, ya lo verán.
El
tema que vengo a tratar desde un principio es desde cuando una mayoría de
ciudadanos se ve cualificada para poder decidir que es legal o no, o incluso,
que es legítimo o no, ya que no es lo mismo legal (derecho amparado por la ley
actual) que legítimo (justo, ecuánime), sobre temas tan complicados como el
aborto / asesinato cuando ni siquiera se le da ni voz ni voto al acusado y
principal protagonista de este referéndum. Una mayoría de ciudadanos que ya
han nacido (que les dejaron nacer, dígase así) van a estar ahora ¿capacitados?
para votar en un plebiscito como este para decidir sobre si van a permitir o no
nacer a otros como ellos. Una situación un poco estúpida e hipócrita a mi
parecer.
El
Estado, al amparar bajo el omnipotente manto de la legalidad el
genocidio masivo de inocentes indefensos, se convierte en el principal
RESPONSABLE de esta masacre amparada por los poderes públicos y camuflada como
una supuesta ¿ampliación? de derechos para la ciudadanía cuando
paralelamente se ignora y condena a la principal victima que, supuestamente, es
un ciudadano más con los mismo derechos que los que les privan de vivir.
El Estado es culpable de promover entre la juventud la idolatría del sexo sin
consecuencias, causa principal del incesante incremento de la práctica abortiva
entre adolescentes, reduciéndolo la sexualidad en su dimensión máxima a
simple “sexo” como una mera necesidad fisiológica.
Las
cifras del aborto en Europa hablan por sí solas: se mata a un niño cada 30
segundos. También es sugerente el dato que nos daban hace unos meses: en el año
2006 sólo se dieron en adopción 20 niños españoles. Estos son datos
bastantes preocupantes a mi modo de ver ya que cuando vemos que muchos
ciudadanos españoles salen fuera de nuestras fronteras para adoptar niños será
porque aquí ya no hay suficientes.
Mucha
gente critica esta postura ya que dicen que para opinar sobre esto hay que
ponerse en el lugar de una mujer que se encuentra de repente con una vida en el
vientre por un “accidente” y que no dispone de los recursos
suficientes para mantenerlo (pongo la palabra “mantenerlo” en cursiva
ya que erróneamente para mucha gente el no poder mantener un niño es igual a
no poder proporcionarle las mismas comodidades (la “Play Station”, la PSP...)
que un niño normal occidental). También hay que decir que cuando estas
chicas acuden a las autoridades sanitarias para ver que pueden hacer solo les
ofrezcan la salida de la muerte y no las proporcionan información sobre muchísimas
iniciativas que se están poniendo en marcha con el propósito de ayudar y de
dar múltiples salidas al embarazo y una alternativa a la muerte. Pero como es
de sobra conocido, las autoridades sanitarias, responsabilidad del Estado,
cierran el abanico a la única opción posible: la muerte.
Tengo
el deber moral de decir que del negocio de la muerte se benefician actualmente
en estas sociedades deshumanizadas un grupo reducido de bolsillos. Los
responsables y gerentes de las distintas clínicas (abortórios) sacan
grandes beneficios por cada asesinato provocado en sus clínicas. Su
nombre oficial es "centros acreditados para la interrupción voluntaria del
embarazo". En cristiano, campos de la muerte, fábricas del exterminio. Es
en las clínicas privadas donde la avaricia, la miseria humana y el pensamiento
fantasioso están matando a más de 68.000 seres inocentes cada año con la
ayuda de una sociedad sorda, muda y ciega y con el silencio de los poderes públicos.
Muchos de estos poderes públicos, aún estando en manos de gente que se auto
denomina como cristiana, practican la ley del silencio y caen, además, en el pecado
por Omisión. Sería bueno recordárselo a todos estos que van de católicos
por la vida y que luego, por motivos electorales y por el ya famoso que dirán
CALLAN, callan como putas. También recordarles lo que haría
Jesucristo con los tibios... escupirlos de la boca
Por
ello considero ante todo al Estado como el principal responsable de la matanza
silenciosa de inocentes indefensos cada día y cada minuto. El responsable por
no dar otras alternativas mucho más beneficiosas para todos a largo plazo que
la salida rápida al aborto. El responsable de callar ante los que se lucran del
negocio de la muerte. El responsable por promover en la sociedad, y sobre todo
en los jóvenes, la idealización de la sexualidad, que la reduce a mero consumo
de sexo y lo separa de su principal finalidad. De todo esto... el Estado es el
CULPABLE, el culpable de asesinar a los hijos de la Patria.
Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com