Antonio Pazo Buján, confesor del Caudillo: "Franco era encantador".
Antonio Pazo Buján se ordenó cura a los 26 años. La parroquia de Santa Mariña de Ribasar, en el municipio coruñés de Rois, fue su primer destino. Ahí desempeñó el sacerdocio durante diez años hasta que, en 1962, fue trasladado a San Martín de Meirás. El párroco, que ofició durante trece años para Francisco Franco y su familia en la capilla del palacete, recuerda esa época con nostalgia. “Decía misa en el pazo varias veces por semana cuando Franco y su familia veraneaban aquí”, señala. “Franco era encantador. Mantenía un trato excelente con él y con su mujer, siempre me decían que les comentase cualquier necesidad que tuviese la parroquia”, asegura.
La iglesia y la casa parroquial, edificadas en 1966, fueron construidas “por su mandato”, explica don Antonio. “Franco ayudó mucho a esta parroquia, y siempre contribuía para las fiestas. Era una persona muy normal y hogareña que no exigía nunca nada y preguntaba siempre sobre los feligreses”, señala. “Carmen Polo siempre me decía: ‘A nosotros nos piden los atrevidos pero no los necesitados’”.
Sobre la apertura del pazo de Meirás, nombrado Bien de Interés Cultural (BIC) el 30 de diciembre del año pasado, y su posible restitución al patrimonio público, el cura se muestra reticente: “Es una propiedad particular de la familia y deberían mantenerla así, es su casa y se verían obligados a abrirla a cada momento”.
El inmueble original, una casa fuerte propiedad de la familia Patiño de Bergondo desde el siglo XVI, fue restaurado por la escritora Emilia Pardo Bazán durante el siglo pasado. Las denominadas Torres de Meirás pasaron a manos de Franco en 1938. Los herederos de la autora de Los pazos de Ulloa vendieron la propiedad a las autoridades franquistas, encabezadas por el banquero Pedro Barrié de la Maza, por unas 415.000 pesetas.
En Meirás el Caudillo pasaba la época estival y celebró los consejos de ministros desde 1946 hasta el año de su muerte, en 1975. Antonio Pazo daba la comunión y confesaba al Caudillo asiduamente. “Era un hombre muy devoto, comulgaba todos los días y se confesaba siempre que podía”, relata. El sacerdote, que mantenía “una relación muy cordial” con Franco, presenció en varias ocasiones cómo algunas personas se sorprendían al conocerlo en persona. “Era un hombre común, pero el cargo lo distanciaba mucho de las personas, como es comprensible. Algunos esperaban encontrar a un superhombre y, cuando llegaban a junto a él, se encontraban con un hombre normal y bajito”, asevera.
En la actualidad, el sacerdote de Meirás, de 83 años, continúa manteniendo “un trato excelente” con los familiares del Generalísimo. “Sigo en contacto con los parientes. A veces, sobre todo en verano, vienen por aquí. Son unos feligreses más”. Además, Antonio Pazo mantiene “una buena amistad” con Ramón Rodríguez Ares, el controvertido ex alcalde de Sada, amigo personal de los Martínez-Bordiú, en especial del yerno de Franco, el Marqués de Villaverde. “Los famosos que yo conozco son muy buena gente. Suelen ser mucho más amables de lo que la gente cree”, revela el clérigo mientras se persigna, cuando pasamos por delante del cruceiro de Meirás.
El sacerdote, un hombre afable muy querido en la zona, participó también en la última boda celebrada en el pazo de Meirás, el verano pasado. “Asistí a la ceremonia, aunque ofició otro párroco”, asegura. El enlace en Meirás entre Leticia Giménez-Arnau Martínez-Bordiú, bisnieta de Franco, con Marco Antonio Sagrera, provocó que varias asociaciones escenificasen un enlace paralelo en el exterior del recinto, pidiendo su devolución.
Noticia extraída de: http://www.generalísimofranco.com