Carta de un mártir a su novia antes de ser fusilado.
09/11/2007.
Del
beato Bartolomé Blanco Márquez, cooperador salesiano
Nacido en Pozoblanco (Córdoba) en 1914, Bartolomé Banco fue arrestado como
dirigente católico (era secretario de los Jóvenes de Acción Católica y
delegado de los Sindicatos Católicos) el 18 de agosto de 1936. Fue fusilado el
2 de octubre de 1936 mientras gritaba «¡Viva Cristo Rey!». Tenía 21 años.
Prisión
Provincial. Jaén, 1 de octubre de 1936.
Maruja del alma:
Tu recuerdo me acompañará a la tumba y mientras haya un latido en mi corazón,
éste palpitará en cariño hacia ti. Dios ha querido sublimar estos afectos
terrenales, ennobleciéndolos cuando los amamos en Él. Por eso, aunque en mis
últimos días Dios es mi lumbrera y mi anhelo, no impide que el recuerdo de la
persona más querida me acompañe hasta la hora de la muerte.
Estoy asistido por muchos sacerdotes que, cual bálsamo benéfico, van
derramando los tesoros de la Gracia dentro de mi alma, fortificándola; miro la
muerte de cara y en verdad te digo que ni me asusta ni la temo.
Mi sentencia en el tribunal de los hombres será mi mayor defensa ante el
Tribunal de Dios; ellos, al querer denigrarme, me han ennoblecido; al querer
sentenciarme, me han absuelto, y al intentar perderme, me han salvado. ¿Me
entiendes? ¡Claro está! Puesto que al matarme me dan la verdadera vida y al
condenarme por defender siempre los altos ideales de Religión, Patria y
Familia, me abren de para en par las puertas de los cielos.
Mis restos serán inhumados en un nicho de
este cementerio de Jaén; cuando me quedan pocas horas para el definitivo
reposo, sólo quiero pedirte una cosa: que en recuerdo del amor que nos tuvimos,
y que en este instante se acrecienta, atiendas como objetivo principal a la
salvación de tu alma, porque de esa manera conseguiremos reunirnos en el cielo
para toda la eternidad, donde nada nos separará.
¡Hasta entonces, pues, Maruja de mi alma! No olvides que desde el cielo te
miro, y procura ser modelo de mujeres cristianas, pues al final de la partida,
de nada sirven los bienes y goces terrenales, si no acertamos a salvar el alma.
Un pensamiento de reconocimiento para toda tu familia, y para ti todo mi amor
sublimado en las horas de la muerte. No me olvides, Maruja mía, y que mi
recuerdo te sirva siempre para tener presente que existe otra vida mejor, y que
el conseguirla debe ser la máxima aspiración.
Sé fuerte y rehace tu vida, eres joven y buena, y tendrás la ayuda de Dios que
yo imploraré desde su Reino. Hasta la eternidad, pues, donde continuaremos amándonos
por los siglos de los siglos.
Noticia extraída de: http://www.generalísimofranco.com