«Es fundamental que la despolitización del Valle sea completa en todas las direcciones»
José
R. Navarro Pareja. La Razón, 27/10/2007.
La Ley de Memoria Histórica apenas cambia el
estatus del Monasterio, aunque subraya su dimensión apolítica
Una de las cuestiones que más discusión ha
generado en los debates sobre la Ley de Memoria Histórica ha sido el futuro del
Valle de los Caídos. Su Abad explica para LA RAZÓN cómo les afectará esta
nueva norma.
- ¿Qué le parece el estatus en el que
queda el Valle de los Caídos?
Entiendo que queda salvado lo fundamental del que fue el objetivo
original y de lo que hemos realizado desde entonces. Se salva el hecho de que
este lugar está destinado a fines de carácter sagrado, lo cual seguirá así,
no por que lo diga la Ley, sino porque prácticamente todas las actividades que
aquí se realizan tienen esa consideración.
- Sin embargo, aparecen nuevas
cuestiones…
Un aspecto que se incorpora ahora de una manera específica -aunque en
realidad ha estado presente la mayor parte del tiempo- es el hecho de que este
lugar debe estar desprovisto de toda actividad política.
En la nueva ley se excluyen de manera expresa los actos de exaltación
del antiguo Régimen político y de la persona del General Franco, pero se
especifica que toda actividad política queda excluida. Este es un gran paso que
aclara mucho las cosas, no solamente en relación a las actividades expresas que
se recogen en el artículo sino en otras que pudieran empezar a organizarse a
partir de ahora, de uno u otro signo. Precisamente porque la ley sugiere además
una serie de actividades destinadas a exaltar la libertad, la democracia o la
paz, que aunque no tengan una realización política, se encuentran en el orden
de las ideas y abordan claramente esa dimensión.
Para nosotros es fundamental que la despolitización del Valle sea
completa, en todas las direcciones y en todos los signos. De tal manera que
nadie que pueda venir aquí, y son infinidad las personas que nos visitan, se
sienta incómodo por encontrarse con una proyección política o con otra.
Queremos que sea la casa de todos, que esté abierta a todos.
- ¿Era necesaria ahora la aprobación de
esta Ley?
Sin la Ley la situación hubiera quedado tal como estaba prevista en los
documentos fundacionales. Ahora se subraya lo apolítico y la dimensión de lo
sagrado. La realidad legal y jurídica queda prácticamente intacta pero parece
muy positivo, a la vista de todo lo que ha venido sucediendo, que se subrayen
esas dos dimensiones.
- Si el próximo 20 de Noviembre los
familiares de Francisco Franco les pidieran un funeral, ¿podrían realizarlo?
Tanto por los fines fundacionales, como porque con la nueva Ley se
subraya expresamente esa dimensión cultural, no tendría ningún sentido que se
excluyeran los funerales por tal o cual persona. Se trata de un acto religioso y
por ello no hay ninguna razón ni por parte del Gobierno ni por parte nuestra
para excluir esta celebración. Algo distinto sería el que algunas personas
intenten utilizar la ocasión para realizar algún tipo de acto político que,
por lo que hemos podido observar en estos últimos años, es algo realmente
menor y residual. Pero evidentemente nosotros estamos muy interesados en que
esto no ocurra para no continuar dándole esta dimensión, que sabemos que después
es utilizada de una manera absolutamente desproporcionada.
Frente a esta Ley de Memoria Histórica, en la
que algunos ven tintes revanchistas, la Iglesia siempre ha planteado el perdón.
¿Es el Valle un ejemplo de esta realidad?
Antes de la Iglesia fue la propia fundación civil la que puso como
primer elemento en la construcción del Valle esa dimensión de la reconciliación.
Una finalidad que al mismo tiempo está traducida en hechos concretos. El símbolo
por excelencia del Valle de los Caídos es la cruz, un signo de reconciliación
no sólo para cristianos sino universal.
Otro hecho concreto es que la Basílica se abrió indistintamente para
que pudieran ser enterrados Caídos de uno y otro bando. Y esto se llevó a cabo
sin ningún tipo de juicio ni limitación. De hecho, los recientes estudios señalan
la mayor presencia de Caídos de la zona republicana que de la nacional. También
se buscó entonces la reconciliación no sólo entre los muertos, sino entre los
vivos, y por ello surgió el Centro de Estudios Sociales, con el fin de paliar
las desigualdades sociales y económicas que se producían entre los distintos
sectores de la sociedad española. Desgraciadamente el Gobierno lo cerró a
finales de 1.982.
- ¿Por qué fue manipulado ese
planteamiento inicial del Valle para acabar convirtiéndolo en símbolo sólo de
una de las partes?
Lo cierto es que no solamente durante los años del Régimen, sino hasta
muy avanzada la Transición, esa situación a la que alude no llegó a darse. Un
dato significativo es que la cantidad de personas que han venido por aquí se ha
mantenido constante antes y después de la Transición. Hemos comprobado cómo
muchas personas, en contacto con el Valle, se han reconciliado con él, y han
entendido que por encima de las circunstancias políticas o históricas que están
en su origen, debe ser conservado porque forma parte del Patrimonio y la
Historia de este país.
- Entonces, ¿cuándo sucedió este cambio?
No sabemos exactamente. Hace escasamente cuatro o cinco años, las cosas
estaban en la situación que le he dicho y, de improviso, percibimos que empieza
a crearse un gran revuelo en torno al Valle. Creo que no solamente a nosotros,
sino a la gran mayoría de la sociedad española, eso le cogió de sorpresa.
Todos creíamos que esa gran reconciliación, por lo menos en cuanto lo
fundamental, se había llevado a cabo y que unos y otros estábamos entregados
en una nueva realidad. Y que el pasado, que a todos nos dolía, se había
superado.
Custodio de sus propios Caídos
Llegó al Valle de los Caídos hace casi cincuenta años, entre los
primeros monjes que lo ocuparon, provenientes de Silos. Hace apenas unos años,
don Anselmo Álvarez descubrió que su padre, asesinado por sus convicciones católicas
en 1936, su hermana, que murió en un bombardeo de la aviación nacional, y su tío,
republicano que murió en la batalla de Brunete, se encuentran enterrados en el
Valle. Como Abad, es custodio de todos ellos, «separados por las ideas, pero
unidos en el abrazo del Padre común». Señala cómo en el monasterio
benedictino «la paz interior, la serenidad y el silencio» cobran una
importancia absoluta, y lo convierten en un lugar de «una extremada
profundidad espiritual».
Noticia extraída de: http://www.generalísimofranco.com