Nuevas reflexiones.
10/05/2007.
El eco de nuestro primer aldabonazo
El día 12 de diciembre
pasado enviamos a los “medios” de difusión nacional (prensa, radio y
televisión), unas reflexiones respaldadas por un inusual numero de firmas de
las que un tercio son mujeres. De una u otra forma todas las firmas estaban
relacionadas con el Ejército. No teníamos esperanzas en su aceptación por la
prensa, radio y televisión, pero contábamos con ese inmenso campo de difusión
de noticias e ideas que es “Internet, y nuestras “Reflexiones” corrieron
como la pólvora despertando odios casi satánicos, pero también, simpatías y
adhesiones, incluso desde la América Hispana. Insistimos en este tema pensando
en aquellos compañeros que pudieron considerar que
nuestro esfuerzo había sido inútil.
La
situación se agrava
Desde
la redacción de las primeras “Reflexiones” hasta el lanzamiento de esta
segunda andanada, no hay espacio o sector que no se quiebre, tambalee o parezca
marchar sin rumbo. El brutal atentado de Barajas ha servido para mostrar el
desolador panorama de la sociedad española, dividida y enfrentada hasta en algo
tan tremendo como es la lucha contra los terroristas y quienes les apoyan, y la
facilidad de cómo un atentado tan brutal pasa rápidamente al olvido más
suicida. La huelga de hambre de un asesino y su posterior envío a prisión de
lujo cerca de los suyos, despierta en ciertos sectores una piedad que jamás se
había mostrado hacia sus numerosas víctimas, y ha confirmado, una vez más, el
desconocimiento sobre España que se suele tener en Europa, comprensible por la
división reinante en los políticos españoles en cuestiones de Estado. No
olvidemos que partidos representados en las Cortes fueron en otro tiempo soporte
y ayuda del terrorismo etarra, y de otros que hoy vuelven a resurgir en esta
España irreconocible.
Los
partidos vascos, incluido el PSOE en su versión PSE, y los catalanistas, van
por libre, no ya hacia la autodeterminación, sino hacia la independencia, ante
el “dejar hacer” de la Moncloa
y el silencio suicida de la Zarzuela. Mucho han conseguido ya, entre otros
logros, la progresiva marginación y destrucción del español y de “lo”
español, maniobra miserable a la que se está uniendo con raro entusiasmo
Galicia.
Las
dos Españas han vuelto a aparecer de forma lamentable gracias al presidente del
gobierno más sectario y rencoroso que ha tenido España a lo largo de su ya
larga Historia, al que apoya un partido “social-capitalista” de perfiles
cada vez más imprecisos. Frente a ellos, una oposición de firmeza pasajera y
titubeos constantes, incapaz de detener esta caída hacia la descomposición de
la sociedad y, con ella, de la misma esencia de España. En las calles se
manifiestan estas dos Españas, una de ellas trata de recuperar la “Bandera de
los campos de fútbol”, para después regresar al silencio y a la espera ¿A
la espera de qué?
Si
para poder gobernar hay que pactar
con los enemigos de España, pues se pacta.
De ahí la presencia en las Cortes de
individuos cuya misión no es la de cooperar a la gobernabilidad de España
sino, todo lo contrario, hacer ésta imposible en beneficio de su partido y de
su política de patio, única razón de su presencia en el cada vez más
degradado hemiciclo. España está en manos de esas minorías gracias a la política
de “los compañeros de cama”, esencial para los partidos si es que quieren
gobernar. Y no podemos silenciar que esta degradación está salpicando a una
parte del denominado “poder judicial”.
Desde
el despertar, a la nada
La
España anestesiada, drogada y sesteante parece despertar cuando el petardazo
suena demasiado fuerte y muestra sus sentimientos patrióticos de unidad y hasta
su raíz cristiana, que ya es mérito en estos tiempos laicistas que corren. Se
suele oír una frase, dicha con la mejor intención, pero que tiene una carga de
profundidad más que peligrosa: “España será lo que quieran los españoles”.
Porque nosotros nos preguntamos: ¿qué españoles deciden lo que debe de ser
España? ¿Españoles de un par o tres de generaciones actuales con derecho a
voto pueden decidir cómo ha de ser la España del futuro, incluso si ha de ser
o no ser, por la fórmula milagrosa de que “dos es mayor que uno”? ¿Qué
derecho tienen las generaciones actuales (las votantes) a deshacer lo que han
hecho los españoles durante siglos, y qué derecho tenemos para deshacer ese
patrimonio, entregándoles a las generaciones futuras unos restos que ya no
merecen el nombre de España? Españoles somos los que hoy vivimos en esta
sufrida tierra, pero también lo son los que ya han muerto y los que han de
nacer, al menos a los que lo permitan las brutales leyes abortistas. Podemos
decidir la forma de Estado o de Gobierno, pero no si España ha de desaparecer
para convertirse en algo irreconocible, insolidario, con odios vecinales,
fronteras, idiomas, dialectos y fablas obligatorios.
Hemos
de tener en cuenta que los que hoy tienen veinte, treinta, cuarenta… años, no
conocieron la guerra, la posguerra, el desarrollo económico y social, ni los
primeros años de la transición, pero son, sin embargo, los que desde su
infancia, y a lo largo de toda su vida, han recibido más directamente el brutal
lavado de cerebro y la mejor programada descristianización jamás realizada en
España. Y muchos de ellos son los que desde la prensa, radio y televisión,
dirigidos y manipulados por los veteranos poncios del rencor, pontifican sobre
nuestro pasado que ellos desconocen de forma abrumadora.
Cuando
España no se cuestionaba
Somos
nostálgicos porque la situación nos obliga a recordar cuando a España no se
la cuestionaba, pero nuestro objetivo, pese a la edad de muchos de nosotros, es
el futuro, porque también es el de nuestros hijos y nietos. Los nuevos
estatutos de autonomía se han ido imponiendo por el sistema del “trágala”
a espaldas de la sociedad española. Los porcentajes de votantes son
desoladores. Hemos leído esto: “Sería un triste final para la
milenaria nación españolas sucumbir ante el falaz encanto de la tribu
cuando el mundo camina y progresa en dirección contraria”
Un
obstáculo para impedir esas secesiones anunciadas sigue siendo el Ejército,
pese a la feroz campaña para despersonalizarlo, eliminando sus tradiciones y
hasta su Historia más reciente. De ahí esos proyectos para crear
universitarios de las FAR, de eliminar los Cuarteles Generales y, de paso, poder
disponer para otros fines de sus golosas instalaciones, o la eliminación de símbolos
y monumentos de forma institucional o permisivamente ilegal. La Cruz de San Andrés
de nuestra Aviación Militar y también de nuestros carros de combate, pasará
al olvido por el rencor insaciable de los herederos de los vencidos en la guerra
civil, derrota que sólo ellos se empeñan en recordar de forma masoquista.. Los
parcheos para solucionar el problema de las plantillas en las Unidades, la
ausencia de protección y vigilancia en nuestros acuartelamientos que permiten
hechos tan bochornosos como el programado emporcamiento de las tapias de un
centro militar en Madrid…, todo esto y mucho más forma parte de ese programa
para dejar al Ejército como una institución irreconocible. Pese al increíble,
sumiso y silencioso “dejar hacer” por parte de la “cúpula militar”, que
todo lo acepta sin el menor gesto o resistencia hacia actitudes que afectan a
toda una gloriosa institución, cual es la militar, el sistema tiene un problema
aun por resolver, y es la molesta presencia de unas plantillas de jefes,
oficiales y suboficiales, profesionales y patriotas íntegros, Con ellos, será
difícil la quiebra de la unidad de España. Lo cainitas lo saben y actuarán
con la astucia de los “hijos de las tinieblas” que menciona la Biblia, pues
para eso se dictarán las nuevas leyes en proyecto..
No
al silencio culpable
Algunos
compañeros bien intencionados nos han sugerido la conveniencia de eludir
cualquier mención del Generalisimo Franco o de su régimen, porque nos
podían malinterpretar. Nosotros creemos, por el contrario, que en la situación
actual, en la que la ofensiva contra su memoria es miserable, mendaz y brutal,
no tenemos derecho alguno a escurrir el bulto por el “qué dirán”. Nosotros
defendemos su memoria y su obra, como defendemos también a los que se alzaron
el 18 de julio de 1936. Los dos principales partidos, y sus adheridos de ocasión
política, han descubierto un lugar de encuentro: el rechazo a nuestra Historia
pasada, el desprecio a la verdad y el olvido, aunque con ello se ofenda
gravemente a la actuación de muchos de sus antepasados. Se destruyen
monumentos, se modifican los textos de las enciclopedias, se miente de forma
ruin en los textos de las escuelas, se calumnia, se envía a los infiernos
“democráticos” a todo un pasado heroico y de sacrificio, sin que nadie se
atreva, desde un escaño, desde la más simple tribuna, a salir en defensa de
una generación de la que proceden la mayor parte de los políticos actuales, de
cualquier bando o secta política. Un Congreso, envilecido por el sectarismo de
una izquierda rencorosa, prepara otra absurda ley de “memoria histórica” ¿Hemos
de callar para que no nos “malinterpreten”?
Ofensivas
satánicas
Por
último, existe una diabólica ofensiva, posiblemente dirigida desde algún
lugar fuera del ámbito español, pero aceptada por sus lacayos autóctonos,
para satanizar a nuestra sociedad. La operación es sumamente eficaz pues
consiste en ir aumentando las dosis de blasfemia y de descristianización hasta
que se empiezan a aceptar las más bestiales como algo ya irremediable, porque
se ha ido incrementando astutamente la dosis mortal para que, el que todavía se
considere cristiano y católico, se vaya acostumbrando a la infernal droga. No
hay partido que escape de esta responsabilidad pues, bajo el gobierno de
derechas o de izquierdas, estas campañas blasfemas han proliferado sin más
reacción que la de algunas instituciones privadas. Reconocemos que algunos
obispos y sacerdotes, aislados y en solitario, han clamado con valor y energía
contra esta situación, al igual que laicos o las citadas instituciones
privadas, pero sin que haya habido una actitud firme de la Jerarquía para
detener esa campaña satánica cuya magnitud sólo puede concebirse en la España
actual. Gracias a Dios, sabemos que hay todavía una España cristiana, donde
los jóvenes tienen un lugar preeminente, que está ahí, insobornable y con una
fe que no pueden destruir ni “medios” ni “logias”. Esa es nuestra
esperanza, la que nos ayuda a conservar la fe de nuestros padres.
Con éste, son ya dos los “palos al agua”. Cuando las ondas se vayan alejando y las aguas de este pantano parezcan de nuevo muertas, volveremos a la palestra.
Noticia extraída de: http://www.generalísimofranco.com