Los idus de marzo.
Obispado de Huesca. 09/03/2007.
Queridos
hermanos y amigos: paz y bien.
“Los
idus de marzo” es una célebre obra de Thornton Wilder que toma como título
la fecha fatídica en la que asesinaron a Julio César. Se ambienta la novela en
los últimos días de la república romana, y describe con escéptica ironía la
capacidad de los hombres para el heroísmo, la generosidad y la virtud, así
como para el egoísmo, la traición y la deslealtad. En este marzo nuestro, mes
de memoria de tantos otros idus, hemos vuelto a ver a gente así: héroes hasta
la virtud más generosa, y traidores hasta el egoísmo más desleal.
Entre
los primeros están las víctimas de la serpiente terrorista y las gentes
sencillas que espontáneamente han querido solidarizarse con los débiles
ignorados, despreciados y hasta perseguidos. En lugar de tirarse al monte,
volvieron a la calle. No para una consentida kale
borroka, sino para pasear de nuevo con inmensa dignidad su indignación. Era
la enésima concentración que en las principales ciudades se dieron cita, a
plena luz aunque era de noche, sin encapuchados y sin mentiras. No eran
vociferantes, sino ciudadanos de bien que no quieren asistir impávidos al
espectáculo que algunos gobernantes nos brindan en el pim-pam-pum de la feria
del disparate político.
Y
entre los segundos están los que pretenden cambiar la historia sacándose de la
chistera del resentimiento lo que dicen ellos que ocurrió. Como adolescentes
montan y desmontan operaciones económicas jugando a ver quién llega más,
cuando se trata de costear favores inconfesables con el dinero más ajeno,
lavando como pueden las deudas de su propia corrupción.
Son
los que manchan el nombre de la paz y el de la piedad, convirtiéndolo en moneda
de cambio con el que pagar -cueste lo que cueste- la particular guerra contra
sus adversarios políticos, sociales y mediáticos, llegando a pervertir un
sentimiento noble como es el perdón, a fin de camuflar el chantaje del que
siendo rehenes ellos mismos, nos hacen víctimas a todos los demás. Como
consigna de un nuevo pásalo, lo repiten sin parar, sin ninguna pausa y con mucha prisa:
lo hemos hecho por piedad, hemos salvado la vida a un asesino que celebra sus
veinticinco matanzas brindando con champán, le hemos salvado la vida porque
defendemos la vida.
Yo
he tomado nota de esta declaración insólita por parte de quien miente de
manera habitual, y pasando por encima de su cinismo asustado ante la opinión pública,
levanto acta de su advenediza declaración: defienden la vida. Estamos de
enhorabuena.
Supongo
que estarán al quite de quien se quite la vida en la eutanasia que viene... porque
defienden la vida. Supongo que no pondrán más obstáculos para saber la
verdad de la maraña confusa y confundida de otra matanza, el 11-M, cuya
sospecha les mira... porque defienden la
vida. Supongo que respetarán la libertad de quienes quieren una educación
no ideologizada ni sectaria para sus hijos... porque defienden la vida. Supongo que ya no jugarán a romper la
familia con sus leyes para amiguetes... porque
defienden la vida. Supongo, en fin, que encabezarán la defensa del más
amenazado de todos los seres humanos: el no nacido, luchando contra el aborto en
primera línea... porque defienden la vida.
Si
no lo hacen así, nos habrán vuelto a colar su mentira, que hasta pueden
hacerla legal, pero que es y será siempre inmoral. Pero si en marzo
mayea, quizá en mayo marceará, y
allí daremos cuenta. Porque hay idus que no deberían haber pasado nunca, pero
ya que han sucedido, sólo se desea que no duren mucho más una vez acontecidos.
A
Dios nos encomendamos en esta apasionante encrucijada en la que debemos roturar
sus campos para que broten espigas de paz serena y de bien colmado para los
hermanos.
Recibid
mi afecto y mi bendición.
+
Jesús Sanz Montes, ofm,
Obispo de Huesca y de Jaca
11.03.2007
Noticia extraída de: http://www.generalísimofranco.com