Matanzas en el Madrid republicano.
Librería Hispania. 01/06/2006.
Traducción
de la obra «Diplomat im roten Madrid», (Un diplomático en el Madrid rojo),
Por Félix Schlayer, cónsul de Noruega en España.
"Iba
a empezar enseguida una reunión con representantes de los partidos del Frente
Popular, en el curso de la cual se iba a nombrar la nueva «Junta de Defensa»
de Madrid. Inmediatamente después de su nombramiento nos presentaría al nuevo
delegado de Orden Público [...]
Pasado
algún tiempo apareció el ayudante con un hombre joven que tendría de 25 a 30
años de edad, un «camarada» robusto con un rostro de expresión más bien
brutal, y nos lo presentó como nuevo delegado de Orden Público. Pertenecía a
las Juventudes Comunistas, a la más encarnizada e insensible de todas las
organizaciones proletarias. Extremó su cortesía con los diplomáticos, con
quienes establecía contacto por primera vez en su vida y nos citó para
celebrar una entrevista en su nuevo despacho a las siete de la tarde [...].
Dicha
autoridad se llamaba Santiago
Carrillo.
Tuvimos con él una conversación muy larga, en la que recibimos toda clase de
promesas de buena voluntad y de intenciones humanitarias respecto a la protección
de los presos y al cese de la actividad asesina.Pero la impresión final que
sacamos de la entrevista fue de una total inseguridad y falta de sinceridad. Le
dije lo que acababa de oír en la Moncloa y le pedí explicaciones. Carrillo
pretendía no saber nada de todo aquello, lo cual me parece totalmente inverosímil,
como lo demuestra el hecho de que durante la noche y el día siguiente
prosiguieron, pese a sus falsas promesas, los transportes de presos sacados de
las cárceles. Prosiguieron sin que Miaja ni Carrillo intervinieran para nada; y
sobre todo, sin que pudieran seguir alegando desconocer unos hechos de los que
les acabábamos de informar. [...]
"Tal
como pude sonsacarle al miliciano, aquello había transcurrido de la siguiente
manera: los autobuses que llegaban se estacionaban arriba en la pradera. Cada 10
hombres atados entre sí, de dos en dos, eran desnudados -es decir, les robaban
sus pertenencias- y enseguida les hacían bajar a la fosa, donde caían tan
pronto como recibían los disparos, después de lo cual tenían que bajar los
otros 10 siguientes, mientras los milicianos echaban tierra a los anteriores. No
cabe duda alguna de que, con este bestial procedimiento asesino, quedaron
sepultados gran número de heridos graves, que aún no estaban muertos, por más
que en muchos casos les dieran el tiro de gracia".
"Luego me dirigí al único que estaba de guardia -un miliciano-, y dando por sabido lo ocurrido, le pregunté sin rodeos dónde habían enterrado a los hombres que fusilaron el domingo. El hombre empezó a hacerme una descripción algo complicada del camino. Le dije que sería mucho más sencillo que nos acompañara y nos enseñara el lugar; me hizo caso, se colgó el fusil y nos condujo hasta ahí. A unos 150 metros del castillo se metió en una zanja profunda y seca que iba del castillo al río, y que llaman «Caz»; era una antigua acequia. Ahí empezaba, en el fondo de dicha zanja, un montón de unos dos metros de alto de tierra recientemente removida. Lo señaló y dijo. «Aquí empieza». Reinaba un fuerte olor a putrefacción; por encima del suelo se veían desigualdades, como si emergieran miembros; en un lugar asomaban botas. No se había echado sobre los cadáveres más que una fina capa de tierra. Seguimos la zanja en dirección al río. La remoción reciente de tierra y la correspondiente elevación del nivel del fondo de la cacera tenía una longitud de unos 300 metros. ¡Se trataba, pues, de la tumba de 500 a 600 hombres!".
Biografía.
Félix
Schlayer:
Retlingen
(Alemania) 1873, Madrid (?). Ingeniero, establecido en España desde 1895 y
domiciliado en Torrelodones (Madrid), ocupa en 1936, a los 63 años de edad, el
puesto de Cónsul de Noruega, país con el que había
establecido, como empresario de maquinaria agrícola, intensas relaciones
comerciales. Al encontrarse fuera de España el embajador de Noruega, el 18 de
julio de 1936 se pone al frente de la legación de dicho país, cargo desde el
cual salvó
la vida de los más de mil refugiados acogidos en dicha embajada.
En noviembre de 1936, descubrió y dio testimonio de la matanza, en Paracuellos
de Jarama, de más de cuatro mil presos preventivos extraídos de las cárceles
de Madrid. Habiendo regresado a España al finalizar la guerra, siguió viviendo
en nuestro país, donde falleció en fecha desconocida, hallándose enterrado en
el cementerio civil de Madrid.
El
primero
que contó al mundo el horror de las persecuciones, de los asesinatos masivos,
de las torturas de las checas en el Madrid de la revolución.
El
primero que descubrió la matanza de Paracuellos de Jarama: unos cinco mil
presos de diversas cárceles de Madrid asesinados a sangre fría en la mayor
matanza colectiva de toda la guerra civil. El primero también que probó la
implicación directa de Santiago Carrillo en la masacre.
Ni
una maldita placa celebra su gesta en la desmemoriada España que se llena la
boca de "Memoria histórica". Ni siquiera su testimonio,
editado en alemán en 1938, había sido publicado nunca en español.
Félix
Schlayer, sea esta edición su homenaje.
Noticia extraída de: http://www.generalisimofranco.com