Manifiesto prorrepublicano ¿Ignorantes o embusteros?
Pío
Moa. Libertad Digital.
24/04/2006.
Circula un curioso manifiesto
prorrepublicano titulado "Con orgullo, con modestia y con gratitud",
que empieza de tan raro modo: "La proclamación de la II República Española
encarnó el sueño de un país capaz de ser mejor que sí mismo". ¿Qué
querrá decir eso? Parece una mala traducción de otro idioma... pero, ¡sorpresa!,
no lo firman alumnos de la LOGSE intentando hacer retórica, sino una larga
lista de intelectuales.
El escrito gira en torno a la idea de
que la república supuso "un colosal impulso modernizador y
democratizador", cuyos valores "siguen vigentes como símbolos de un
país mejor, más libre y más justo", cosa muy lógica, pues ellos
permitieron desarrollar "en múltiples campos de la vida pública una labor
ingente, que asombró al mundo y situó a nuestro país en la vanguardia social
y cultural". ¡Qué maravilla! Pero oigamos a Gregorio Marañón, uno de
los más brillantes intelectuales liberales españoles del siglo XX y padre
espiritual de aquel régimen: "Mi respeto y mi amor por la verdad me
obligan a reconocer que la República española ha sido un fracaso trágico".
Atendamos a otro padre espiritual de la República, Ramón Pérez de Ayala:
"Cuanto se diga de los desalmados mentecatos que engendraron y luego
nutrieron a sus pechos nuestra gran tragedia, todo me parecerá poco. Lo que
nunca pude concebir es que hubieran sido capaces de tanto crimen, cobardía y
bajeza". Por si hubiera equívoco, aclaro a los firmantes que Pérez de
Ayala se refiere, precisamente, a los mismos políticos a quienes el manifiesto
atribuye tales prodigios. El tercer padre espiritual de la república, Ortega y
Gasset, clamó muy pronto: "¡No es esto, no es esto!". Y, amargado,
se alejó de la política.
Podríamos citar muchísimas
opiniones más, empezando por las de Azaña: "Me entristezco hasta las lágrimas
por mi país, por el corto entendimiento de sus directores y por la corrupción
de los caracteres. Veo muchas torpezas y mucha mezquindad, y ningunos hombres
con capacidad y grandeza suficientes para poder confiar en ellos". Vuelvo a
aclarar que no habla de los "reaccionarios", sino de los magníficos
republicanos imaginados por los manifesteros. ¿No debieran tener éstos la
elemental prudencia de prestar atención a tantas y tan autorizadas opiniones, y
preguntarse la razón de ellas? Si lo hubieran hecho, habrían conocido una
abrumadora documentación que les habría quitado de una vez por todas esas
fantasías, propias más bien de adolescentes manipulados.
Tienen alguna razón, en cambio,
cuando mencionan "la desleal oposición de quienes creían, y siguen
creyendo, que este país es de su exclusiva propiedad". Así, el propio Azaña
creía, y lo declaró varias veces, que en la república sólo podían gobernar
los suyos; el PSOE lanzó campañas con el lema "Todo el poder para el
Partido Socialista"; los nacionalistas catalanes obraron desde el principio
como si Cataluña fuera una finca suya. Etc. Sin embargo intuyo que los
abajofirmantes no se refieren a éstos, sino a la derechista CEDA, que respetó
la legalidad infinitamente más que sus contrarios. De ello también pueden
enterarse sin demasiado esfuerzo.
En fin, ¿hay en manifiesto simple
ignorancia, o falta de aquel "respeto y amor por la verdad" invocado
por Marañón? Me temo lo segundo, a juzgar por esta acusación agresiva:
"todavía se nos sigue intentando convencer de que la II República fue un
bello propósito condenado al fracaso desde antes de nacer por sus propios
errores y carencias. Rechazamos radicalmente esta interpretación, que sólo
pretende absolver al general Franco de la responsabilidad del golpe de estado
que interrumpió la legalidad constitucional y democrática". Esto suena
claramente a coacción intelectual, y hasta legal, contra los disidentes. Pero
cualquiera que, siguiendo a los padres espirituales de la república, a Azaña,
a Pla, a Martínez Barrio, a Alcalá-Zamora, a tantos más, haya investigado los
hechos, sabe perfectamente que la II República nunca fue un "bello propósito",
que Franco y la CEDA respetaron la Constitución mucho más que las izquierdas,
y que quienes destruyeron la legalidad democrática fueron los socialistas, los
nacionalistas catalanes y, finalmente, el Frente Popular. Al destruirla,
ocasionaron la guerra. Repito mucho estas cosas, porque estos señores,
incapaces de refutarlas, insisten como si no las hubieran oído y proponen,
abierta o solapadamente, la censura inquisitorial contra las versiones
contrarias a las suyas, y más veraces.
Lo cual trae a la cabeza otra frase
de Azaña sobre aquellos republicanos de quienes, muy justamente, se sienten
herederos los firmantes: "No saben qué decir, no saben argumentar. No se
ha visto más notable encarnación de la necedad".
Y como entre los del manifiesto
abundan los miembros o antiguos miembros no reciclados del PCE, termino recordándoles
"con orgullo, con modestia y con gratitud" una observación de Julián
Besteiro, uno de los pocos izquierdistas que defendió la legalidad y que desde
1933 profetizó lo que iba a suceder: "La verdad real: estamos derrotados
por nuestras propias culpas: por habernos dejado arrastrar a la línea
bolchevique, que es la aberración política más grande que han conocido quizás
los siglos".
Noticia extraída de: http://www.generalisimofranco.com