Memoria Histórica

La persecución religiosa en España.

Por Eduardo Palomar Baró. 31/13/2005.

Cuando se habla de la persecución religiosa que sufrió la Iglesia católica en toda España, cabe señalar dos etapas: la acaecida desde el mes de mayo de 1931 -justo al mes de ser proclamada la II República-, con la quema de iglesias y conventos, hasta el 18 de julio de 1936, y desde ésta fecha hasta el 31 de marzo de 1939, durante el tiempo que duró la guerra civil, en la zona roja, omitiendo y prescindiendo de las acciones represivas de tipo político y social habidas tanto en zona roja como en la nacional, ya que estas no tuvieron carácter antirreligioso, aunque estas acciones pusieron en evidencia la violencia de la lucha fratricida.

Tampoco se puede aludir a las víctimas registradas en operaciones militares ni a los asesinados por motivos políticos, y sí a los obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas, hombres y mujeres de Acción Católica y otros seglares que entregaron sus vidas por amor a Dios.  

Resulta verdaderamente clarificador y relevante el conocer una serie de opiniones y frases que tuvieron lugar durante el trágico período comprendido entre 1936 y 1939.

El cardenal Vicente Enrique y Tarancón, que vivió aquellos tristes hechos de la guerra civil, dejó una frase lapidaria: 

“Los rojos pretendían descristianizar a España: era obligatorio empuñar las armas en defensa de la fe [...]. Los rojos, pretendían, además, hacer de España un satélite de Rusia”.

Andrés Nin, jefe del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), en un discurso pronunciado en Barcelona el 8 de agosto de 1936, no tuvo inconveniente alguno en declarar: 

“Había muchos problemas en España... El problema de la Iglesia... Nosotros lo hemos resuelto totalmente, yendo a la raíz: hemos suprimido los sacerdotes, las iglesias y el culto”.

El secretario general de la sección española de la III Internacional, José Díaz, afirmaba en Valencia el 5 de marzo de 1937

“En las provincias en que dominamos, la Iglesia ya no existe. España ha sobrepasado en mucho la obra de los soviets, porque la Iglesia, en España, está hoy día aniquilada”.

Al ser preguntado el Presidente de la Generalidad de Cataluña, Lluís Companys, a finales de agosto de 1936, por una periodista de L’Oeuvre sobre la posibilidad de reanudar el culto católico, respondió: 

“¡Oh!, este problema no se plantea siquiera, porque todas las iglesias han sido destruidas”.

El tristemente conocido diario socialista-anarquista, Solidaridad Obrera, el 15 de agosto de 1936, incitaba en estos términos: 

“Hay que extirpar a esa gente. La Iglesia a de ser arrancada de cuajo de nuestro suelo”, 

y en el número correspondiente al 25 de mayo de 1937, publicaba lo siguiente: 

“¿Qué quiere decir restablecer la libertad de cultos? ¿Qué se puede volver a decir misa? Por lo que respecta a Barcelona y Madrid, no sabemos dónde se podrá hacer esta clase de pantomimas. No hay un templo en pie ni un altar donde colocar un cáliz... Tampoco creemos que haya muchos curas por este lado... capaces de esta misión”.

En la Comisaría de Policía de Bilbao fue hallado un documento con los sellos de la CNT y de la FAI, fechado en Gijón en octubre de 1936, en el que se decía textualmente: 

“Al portador de este salvoconducto no puede ocupársele en ningún otro servicio, porque está empleado en la destrucción de iglesias”.

Un testimonio muy elocuente es el que dio Manuel de Irujo Ollo, dirigente del Partido Nacionalista Vasco, ministro sin cartera (septiembre 1936-mayo 1937) en los dos Gobiernos de Largo Caballero, y ministro de Justicia en el gabinete de Negrín (18 de mayo de 1937), que en una reunión del gobierno celebrada en Valencia el 9 de enero de 1937, presentó el siguiente Memorándum sobre la persecución religiosa:

“La situación de hecho de la Iglesia, a partir de julio pasado, en todo el territorio leal, excepto el vasco, es la siguiente: 

a) Todos los altares, imágenes y objetos de culto, salvo muy contadas excepciones, han sido destruidos, los más con vilipendio. 

b) Todas las iglesias se han cerrado al culto, el cual ha quedado total y absolutamente suspendido. 

c) Una gran parte de los templos, en Cataluña con carácter de normalidad, se incendiaron. 

d) Los parques y organismos oficiales recibieron campanas, cálices, custodias, candelabros y otros objetos de culto, los han fundido y aun han aprovechado para la guerra o para fines industriales sus materiales. 

e) En las iglesias han sido instalados depósitos de todas clases, mercados, garajes, cuadras, cuarteles, refugios y otros modos de ocupación diversos, llevando a cabo –los organismos oficiales los han ocupado- en su edificación obras de carácter permanente. 

f) Todos los conventos han sido desalojados y suspendida la vida religiosa en los mismos. Sus edificios, objetos de culto y bienes de todas clases fueron incendiados, saqueados, ocupados y derruidos. 

g) Sacerdotes y religiosos han sido detenidos, sometidos a prisión y fusilados sin formación de causa por miles, hechos que, si bien amenguados, continúan aún, no tan sólo en la población rural, donde se les ha dado caza y muerte de modo salvaje, sino en las poblaciones. Madrid y Barcelona y las restantes  grandes ciudades suman por cientos los presos en sus cárceles sin otra causa conocida que su carácter de sacerdote o religioso. 

h) Se ha llegado a la prohibición absoluta de retención privada de imágenes y objetos de culto. La policía que practica registros domiciliarios, buceando en el interior de las habitaciones, de vida íntima personal o familiar, destruye con escarnio y violencia imágenes, estampas, libros religiosos y cuanto con el culto se relaciona o lo recuerda”.

Este Memorándum demuestra claramente que es históricamente falso afirmar, como muchos autores siguen sosteniendo, que los asesinos eran grupos de incontrolados, ya que las masas más violentas que desencadenaron la ofensiva contra la Iglesia en el año 1936, nacieron, crecieron y se formaron amparados por la República, instigados por el anticlericalismo fomentado desde el Gobierno y envalentonados desde la victoria, el 16 de febrero de 1936, del Frente Popular.

 

Documento extraído de la página: www.generalisimofranco.com