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En el
teatro, género literario donde
mayores estragos hizo la estupidez de una censura atrabiliaria y
grotesca, esas limitaciones no impidieron tampoco la confirmación o
la revelación y posterior consagración de:
- Antonio Buero Vallejo (1949),
- José López Rubio,
- Víctor Ruiz lriarte,
- Enrique Jardiel Poncela,
- Miguel Mihura,
- Alfonso Sastre,
- Alejandro Casona
(que
regresó en los sesenta),
- Lauro Olmo, Alfonso Paso,
- Joaquín Calvo Sotelo,
- Juan I. Luca de Tena,
- Claudio de la Torre,
- Edgar Neville,
- Juan J. Alonso Millán,
- Juan A. Castro,
- Alfredo Mañas, |
- Manuel de Góngora,
- Santiago Moncada,
- Antonio Gala,
- Julio Mathias,
- Carlos Muñiz,
- Julio Alejandro,
- Martín Recuerda,
- Rodríguez Buded,
- José M. Pemán,
- Rodríguez Méndez,
- Jaime Salom,
- Benavente (genio dramático),
- Marquina,
- Arniches,
- Fernández Ardavín. |
Sin que deba
omitirse, en este apartado, un recuerdo entusiasta a la espléndida
labor desarrollada por los Teatros
Nacionales, especialmente en los períodos en los que
dirigieron
- Felipe Lluch,
- García Viñolas,
- Cayetano Luca de Tena,
- Luis Escobar,
- Huberto Pérez de la Osa, |
- Claudio de la Torre,
- José Luis Alonso,
- Alfredo Marqueríe,
- Adolfo Marsillach.
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Una compañía
privada, la Lope de Vega
(generosamente apoyada por el Estado), aportaría también logros
fundamentales en el arte dramático, bajo la dirección apasionada de
José Tamayo y justo será también
citar la labor minoritaria de los Teatros
de Cámara (singularmente, el de Barcelona, con Juan Germán
Schroeder, Antonio de Cabo y Rafael Richart) y de los grupos
universitarios del TEU y del
Teatro Nacional Universitario, al
cuidado de Modesto Higueras.
Relacionar la
lista de títulos, clásicos y modernos, nacionales y extranjeros, que
se ofrecieron al público español a lo largo de estos años, supondría
un irrebatible alegato en favor de los niveles alcanzados por el
arte dramático en España. Pero haría interminable la evocación. No
puedo (no debo) olvidar el noble empeño de los
Festivales de España, misión
itinerante de las mejores compañías, a través de pueblos y ciudades,
en una tarea culturizadora que mucho se echa ahora de menos.
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