El alto prestigio nacional de Franco apoyó decisivamente los triunfos iniciales del Alzamiento.


 Con un toque de generala, a las once de la noche del 17 de julio de 1936, y sin oposición alguna, las fuerzas militares ocuparon Ceuta.

 Cuando Franco llegó el 20 desde Tetuán, gran número de ceutíes se habían echado a la calle para aclamarlo.

 Desde un balcón de la Circunscripción ceutí, y al lado del coronel Yagüe, Franco habló a la población para que se sumara al movimiento nacional, logrando una entusiasta respuesta.


 La sublevación había triunfado en las ciudades de Cádiz, Huelva, Sevilla, Granada y Córdoba, aunque en amplías zonas rurales de estas provincias la situación era aún indecisa. Desde Tetuán voló Franco a Sevilla con Yagüe. Entre los militares que los recibieron estaba el general Orgaz. En Burgos vio a Mola, que había sido designado para mandar el Ejército del Norte y que murió en accidente aéreo el 4 de junio de 1937.

  En su manifiesto desde Canarias el 18 de julio de 1936, decía Franco: "¡Españoles! A cuantos sentís el santo amor a España, a los que en las filas del Ejército y Armada habéis hecho profesión de fe en el servicio de la Patria, a los que jurasteis defenderla de sus enemigos hasta perder la vida, la Nación os llama a su defensa. Justicia e igualdad ante la ley os ofrecemos. Libertad y fraternidad, trabajo y justicia social. Pero, frente a eso, una guerra sin cuartel a los explotadores de la política, a los engañadores del obrero honrado, a los extranjeros y a los extranjerizantes que directa o solapadamente intentan destruir a España. En todas las regiones, el Ejército, la Marina y las fuerzas del orden se lanzan a defender la Patria".