El general Primo de Rivera decidió restaurar la Academia
Militar de Zaragoza y no vaciló al elegir la persona que
sería su director: el general Franco. Cuando, a primeros de
1928, Franco se entregó a la gran obra, se encontró con que
tenía que partir de cero.
Pero lo cierto es que el 3 de octubre de 1928, los
doscientos quince aprobados en el ingreso estaban en la
Academia de Zaragoza, dispuestos a seguir el primer curso. En
1931, el Gobierno de la República decidió cerrar la
Academia.