Nació en Sevilla en 1896. Panadero de profesión desde los once
años, a los dieciocho años ingresó en La Aurora, el sindicato de los
obreros panaderos sevillanos, que poco después se adhirió a la anarquista
Confederación Nacional del Trabajo. En 1917 dirigió una huelga de obreros del
pan y en 1920 participó en la huelga general decretada por la dirección de la
CNT, que se saldó en fracaso.
Al proclamarse la dictadura de Primo de Rivera continuó la labor
sindical en la clandestinidad, por lo que fue detenido en Madrid en 1925. Salido
de la cárcel, en 1927, junto con gran parte de los dirigentes del anarquismo
sevillano, se une al Partido Comunista de España (PCE). En el IV Congreso del
Partido Comunista celebrado en Sevilla en marzo de 1932 fue elegido miembro del
Comité Central. Al decidir los militantes del PCE en un congreso, que el
entonces secretario general José Bullejos, debía ser destituido, en septiembre
Díaz fue elegido en su lugar.
Fue el director general de la revolución en España. Asistió
junto con Dolores Ibárruri “La Pasionaria”, al VII Congreso del Komintern
celebrado en Moscú durante el mes de julio de 1935. En este Congreso se lanzó
oficialmente la política internacional de los “Frentes Populares”. Se reprochó a
los Partidos Comunistas el haber tratado a los partidos burgueses como a
fascistas y se recomendó que defendieran la democracia parlamentaria hasta que
pudieran reemplazarla por una “democracia proletaria”.
A José Díaz le costó convencer a Francisco Largo Caballero para
que entrase en la alianza, pero al cabo de un tiempo, en las elecciones de
febrero de 1936, las izquierdas hicieron causa común en el “Frente Popular”.
Al estallar la Guerra Civil, se pensó en habilitar un fondo de
1.000 millones de francos para ayudar a la República, siendo José Díaz el
miembro del Comité encargado de administrar dicho fondo. A este Comité
pertenecieron también Thorez, jefe del Partido Comunista francés, con Togliatti,
“La Pasionaria” y Largo Caballero.
Coincidiendo con la llegada a Albacete del núcleo principal de
las Brigadas Internacionales, Stalin mandó una carta a José Díaz que fue hecha
pública el 17 de octubre de 1936 en Mundo Obrero:
«La liberación de España del
yugo de los reaccionarios fascistas no es algo que corresponda solamente a
los españoles, sino que constituye la causa común de toda la humanidad
progresiva».
Durante la guerra civil, José Díaz centró toda su actividad en
el Partido no ocupando ningún puesto oficial en la República, predominando en él
la idea de la prioridad absoluta de la victoria militar como objetivo principal,
combatiendo contra las medidas izquierdistas tomadas en las fábricas y el campo
de algunas zonas concretas, mediante las colectivizaciones por las milicias
anarquistas.
Insistió en la necesidad de unificar el ejército y organizar la
industria de guerra. Su postura frente a los trotskistas fue de claro rechazo.
Para él estos no eran más que “agentes del fascismo, que se escudan tras sus
falsos lemas revolucionarios para llevar a cabo su misión de agentes del enemigo
en nuestro propio país”. Sin embargo, cuando el ejecutivo del PCE planteó la
necesidad de la destitución del “derrotista” Largo Caballero, el voto de Díaz
fue uno de los dos que se pronunciaron en contra de la propuesta.
En 1937 marcha a Moscú donde se reúne con los principales
líderes del PCE, Dolores Ibárruri “La Pasionaria”, Santiago Carrillo y Enrique
Líster.
Por su quebrantada salud, el líder del PCE estaba a cargo del
especialista en aparato digestivo, el doctor Bonifaci, el cual explicó que Díaz
tenía una úlcera de estómago y que había sido operado en 1927 en Madrid por el
doctor Cortés, quien, aplicando los conocimientos de la época, abrió un nuevo
orificio en el estómago, en el que conectó el intestino. Con muchos problemas,
José Díaz aguantó durante diez años y en 1937 en el curso de una conferencia que
estaba pronunciando en Valencia sufrió una lipotimia, con la posterior aparición
de deposiciones negras. Se le trasladó a París, donde por medio de una
gastroscopia se le detectó la continuidad de la anterior herida. A finales de
1937, los doctores Moutier y Desmahé le practicaron en la capital francesa una
estomosis –nueva intervención quirúrgica– en la que se deshizo en buena parte lo
realizado en la operación de diez años antes.
El 17 de enero de 1939, Díaz salió de España por la frontera
gerundense, rumbo a París, acompañado de su médico el doctor Bonifaci. A
principios de febrero de 1939, al llegar a Moscú, le fue practicada en el
hospital del Kremlin una tercera operación.
En la capital soviética trabajó como miembro del secretariado de
la Komintern y al producirse, durante la Segunda Guerra Mundial, la invasión
alemana se trasladó a diversas localidades de la URSS hasta fijar su residencia,
con la salud muy deteriorada, en el otoño de 1941 en Tiflis, capital de la
República de Georgia.
La débil salud del secretario general del PCE, tendría un
trágico desenlace el 21 de marzo de 1942, en la población de Tiflis, muerte
ocurrida en “extrañas circunstancias”. Las fuentes oficiales soviéticas y
españolas nada dijeron sobre la causa del fallecimiento del líder. Al paso de
los años se supo que José Díaz se había suicidado arrojándose desde el balcón de
su casa.
Un cierto velo misterioso en torno de la muerte de José Díaz se
ha mantenido hasta fechas bastante recientes, pero siguen sin desvelarse los
motivos que impulsaron a José Díaz al fatal desenlace. Las teorías van desde
depresión por estar desahuciado por su enfermedad hasta la frustración sentida
cuando se afincó en la URSS, pasando por la desesperación ante una previsible
derrota de la URSS en un momento en que los resultados parecían favorables a las
armas alemanas.
Sus restos fueron repatriados a España por el PCE, celebrándose
el 30 de abril de 2005 en Sevilla, un homenaje organizado por la organización
nacional y regional del partido. Al día siguiente, 1º de mayo, antes de su
traslado al cementerio, sus restos fueron llevados al Ayuntamiento, donde el
alcalde leyó el nombramiento de Hijo predilecto de la ciudad otorgado por
unanimidad de todos los grupos políticos municipales.
ARRIBA
Camaradas:
Obreros socialistas y anarquistas, antifascistas todos: os
saludo cordial y fervorosamente, en nombre del Partido Comunista.
Permitid que comience por advertiros que, cuando se viene a un
acto de esta naturaleza, cuando tan crítica y preñada de peligros está la
situación, no debéis mirar solamente si las frases son más o menos bellas, si la
oratoria es o no brillante. Camaradas que habéis venido a este acto, escuchad la
doctrina, oíd la forma en que el Partido Comunista deduce las enseñanzas del
pasado y os expone la situación presente. Estas enseñanzas os serán útiles para
desarrollar la lucha de masas que tanta falta está haciendo en estos momentos. |
|
ARRIBA
No son éstos
los momentos más adecuados para perder el tiempo. El peligro
fascista es más grande que nunca, en España. El Poder, el
aparato estatal, está en manos de un gobierno integrado por
reaccionarios y fascistas. Y este gobierno, cargado de las
peores intenciones, está tomando las medidas orgánicas y
estratégicas para impedir el desarrollo del movimiento
revolucionado. Para lograrlo, no repara en los
procedimientos. Mantiene al país bajo el terror. Mantiene, a
pesar de que todos los días habla de tranquilidad, el dogal
permanente del estado de alarma y de prevención. Mantiene la
censura de prensa y suspendidos los periódicos obreros, el
diario de la revolución “Mundo Obrero”. Todos los días salen
de los ministerios, cedistas o radicales (es poca la
diferencia entre unos y otros, pues todos tienen por amo a
Gil Robles)... (Aplausos.)
...Os decía que
todos los días salen de los ministerios reaccionarios y
fascistas, disposiciones a cual más fascista y reaccionaria. Y
de esas Cortes, que tan bien ha retratado el camarada Bolívar,
salen leyes y más leyes fascistas. Y, como si todo esto fuera
poco, aún preparan otras, como la Ley de Prensa y la Ley
Electoral. La primera, para impedir la publicación de periódicos
obreros y populares y para asegurarse, como lo hizo Primo de
Rivera, espacios en los diarios para poder insultar y provocar
al pueblo con notas oficiosas. Y la otra, para hacer unas
elecciones a la medida de sus necesidades, para ayudar a la
guardia civil a hacer las elecciones. (Aplausos.)
Pero el Gobierno no
se contenta con todo esto. Aún tiene otros procedimientos más
contundentes y de los que las espaldas doloridas, las carnes
heridas, los cuerpos torturados de millares de obreros en los
centros policíacos pueden dar fe. Mantiene una represión
durísima contra los trabajadores. Sobre éstos pesa el espectro
del verdugo, con las condenas a muerte y las ejecuciones ya
perpetradas.
Pero este proceder
del Gobierno tiene su contrapartida: si al pueblo se le oprime,
se le maltrata y se le condena al silencio, en cambio a las
bandas reaccionarias se les da toda la amplia libertad que
apetecen para provocar a las masas populares, para que llenen su
prensa de insultos canallescos contra los obreros, como hacen
“El Debate”, “ABC”, “La Nación”, “Informaciones” y otros. Y para
que publiquen esas hojas asquerosas los fascistas de Primo de
Rivera, asesino de obreros. (Aplausos. Mueras al fascismo.)
ARRIBA
Sí, camaradas,
el fascismo morirá. Pero, ¿habrá de morir tan sólo por
explosiones de entusiasmo? No. Es verdad que existe hoy un
gran espíritu revolucionario en las masas, una formidable
corriente en favor del frente único y de la unión de todos
los antifascistas. Es una gran verdad que el pueblo
trabajador quiere la lucha unificada para salir de esta
situación que os acabo de describir. Pero, vuelvo a
preguntaros: ¿es suficiente que exista un claro deseo de
lucha y una firme voluntad de vencer? Está muy bien el
entusiasmo, está muy bien esa voluntad de lucha antifascista
que se refleja en este grandioso acto y en los que se
celebran estos días. Pero tenéis que comprender todos, que a
este deseo ya esta voluntad hay que darles una forma
orgánica, hay que encauzarlos en una fuerte organización que
desarrolle la lucha y nos lleve al triunfo sobre la reacción
y el fascismo. (Muy bien.)
¿Creéis que se
puede oponer solamente el entusiasmo a la fuerza de un enemigo
organizado, hábil y con un feroz aparato de represión? No,
camaradas; si no los encuadramos en la lucha, la voluntad y el
entusiasmo serían estériles. Los aplausos con los cuales
subrayáis cada consigna de nuestro partido y cada llamamiento
nuestro a la acción, demuestran que estáis prestos para formar
en el frente de combate, pero eso no basta. No basta con el
entusiasmo y la voluntad; es necesario organizar, organizar
siempre, y que las fuerzas organizadas marchen siempre en filas
compactas hacia la consecución del objetivo propuesto. El genio
de la revolución mundial, Lenin, dijo “que la revolución no se
hace, sino que se organiza”. Y esto mismo os decimos nosotros,
os dice el Partido Comunista: que a la represión de este
Gobierno, a los propósitos claros de hundirnos en el infierno
fascista del hacha y del patíbulo, nosotros tenemos que oponer y
oponemos ya la lucha organizada. Hoy, desde esta tribuna, como
ayer con todos los medios a nuestro alcance, renovamos nuestro
llamamiento a los obreros, a los campesinos, a los hombres
libres, a los antifascistas, a los republicanos de izquierda,
para que todos los que tenemos un punto de coincidencia en esta
hora grave, nos unamos en un Bloque Popular Antifascista que
rompa los propósitos de este gobierno de fascistas y
reaccionarios. (Grandes aplausos.)
Y éste es el
sentido, el objeto de mi discurso en este grandioso acto. Quiero
hacer llegar a la convicción de los diez mil obreros
antifascistas que aquí os encontráis, y de los millares que
escuchan desde la calle, que es de todo punto necesario, que es
urgente crear las formas orgánicas de lucha antifascista, que
hay que organizar el Bloque Popular Antifascista, si queremos
arrollar a la reacción y al fascismo, si queremos vencer. El
momento actual impone imperiosamente esta necesidad. En nombre
del Partido Comunista me esforzaré, pues, en explicaros cómo y
bajo qué plataforma de lucha debemos unirnos todos los
antifascistas para dar la batalla a las fuerzas de la reacción.
ARRIBA
Antes de
Octubre, camaradas, antes de las jornadas de Octubre,
nosotros luchábamos, como ahora, por la unificación de las
fuerzas obreras. Nuestro partido se ha esforzado siempre por
convencer a los demás sectores obreros de que ésta es la
condición indispensable para el triunfo. Y ésta es una idea
que queremos grabar muy bien, muy hondo en la conciencia de
todos los trabajadores. La idea de que para vencer a un
enemigo poderoso hay que luchar unidos, hay que presentarle
batalla todos juntos. Y para que no creáis que esta
afirmación es un simple recurso, vaya permitirme leeros unas
breves líneas sobre lo que nuestro Partido estimaba
imprescindible antes de Octubre. El Pleno extraordinario del
Comité Central, celebrado un mes antes de la insurrección de
Octubre, decía en su resolución:
“¡A la
burguesía y a los terratenientes ya no les es posible
mantener su odiosa dominación cubriéndola con el manto de la
“democracia”. Hoy, este ropaje les estorba y se desprenden
descaradamente de él, dando rienda suelta a las formas
brutales de esclavización de las masas trabajadoras de la
ciudad y del campo. El Bloque dominante y su actual equipo
gubernamental inspiran su política y sus métodos de
represión, enfilándolos hacia la instauración de la
dictadura sangrienta y terrorista del fascismo, buscando así
el medio de ahogar en sangre y exterminio la creciente
potencia de la revolución”.
Y deducíamos:
“Partiendo de
esta situación, el problema cardinal para asegurar el
triunfo de la revolución, lo constituye la organización y la
unificación de las fuerzas de la revolución, bajo una
dirección firme y consciente de sus objetivos. Así lo han
comprendido las masas trabajadoras.”
“Organizar el
Frente único de lucha, en forma permanente y con carácter
nacional, para dar la batalla a la contrarrevolución: ¡tal
es el anhelo de las masas trabajadoras!”
Ésta era nuestra
posición, antes de Octubre. Por eso ingresamos en las Alianzas
Obreras, aun a sabiendas de que no eran la expresión acabada y
consecuente del Frente único. Ingresamos en ellas, para
transformarlas en verdaderas organizaciones de frente único de
los obreros y campesinos. Pero no lo conseguimos con la amplitud
que era necesario, por las resistencias de unos y las
incomprensiones de otros. En Asturias, donde nuestro partido
había conseguido hacer penetrar profundamente entre las masas la
idea del Frente Único, y donde los Comités de Frente Único de
lucha tenían ya una tradición, las Alianzas. Obreras se
organizaron rápidamente, y en parte en el mismo curso de los
combates, y así fue posible que en Asturias lograra el
proletariado la victoria sobre el enemigo, mientras que en los
demás sitios de España, en que los órganos de Frente único no
estaban creados y desarrollados, la lucha no pudo alcanzar la
misma extensión y profundidad.
Y decidme,
camaradas, si esto, si el Frente Único, era una necesidad vital
antes de Octubre, ¿qué no será ahora, hoy, en que el peligro
fascista es más grande, más inmediato, cuando tiene ya en sus
manos una parte del aparato del Estado? Hoy es de una necesidad
arrolladora la creación y desarrollo de los órganos de la unidad
de acción.
ARRIBA
Todos conocéis
lo ocurrido en Octubre. Sabéis que nos levantamos en todo el
país, que los trabajadores españoles, los trabajadores
catalanes, los de Euskadi, los de Galicia, en fin, los de
todas partes de España, se echaron a la calle para impedir
el avance del fascismo por medio de la huelga general y de
la lucha insurreccional. Y sabéis también que las masas
lucharon con admirable coraje para derribar a la gran
burguesía, a los terratenientes y a su Gobierno reaccionario
y fascista, y también para adueñarse del Poder. Esto último
sólo pudo conseguirse en Asturias. En Asturias, por el
comportamiento heroico del proletariado. En Asturias, porque
supieron marchar unidos y conquistar las armas. La bandera
del Poder de los obreros y campesinos ondeó triunfante
durante quince días en Asturias. Las Alianzas Obreras y
Campesinas se adueñaron del Poder, luchando con las armas en
la mano. Esta gesta gloriosa de nuestros compañeros de
Asturias vivirá siempre en el recuerdo de todos los
explotados. Mas no debemos olvidar que allí nuestros
hermanos, nuestros héroes, lucharon unidos y por eso
triunfaron; comunistas, socialistas y anarquistas lucharon
confundidos, hombro a hombro. Por esto mismo, si queremos
triunfar en todo el país, es preciso que el Frente Único sea
una realidad, que la unidad de acción se imponga, que las
Alianzas Obreras y Campesinas se creen y desarrollen en todo
el país, que dirijan la lucha de las grandes masas hacia el
aplastamiento de la reacción y el fascismo. Si hacemos esto,
yo os digo que no tardaremos en ver a este Gobierno, a Gil
Robles y a todos los que ellos defienden, correr, huir de la
misma manera ignominiosa que los burgueses y los guardias de
Asturias corrían ante las filas apretadas y en armas de los
mineros y trabajadores de Asturias. (Atronadora ovación.
Durante largo tiempo, se vitorea a Asturias, a la revolución
y al Frente Único.)
ARRIBA
Camaradas,
aprovechemos este paréntesis que habéis abierto al prolongar
los aplausos y vítores a los héroes de la gloriosa Comuna de
Asturias, para pediros, en nombre del hecho que tanto
entusiasmo provoca en vosotros, que forméis en el cuadro de
la solidaridad para con las víctimas de la represión. No
olvidéis que en esa Asturias han quedado muchos hijos de
mineros huérfanos, muchas compañeras en la miseria más
espantosa. No olvidéis que el proletariado de Asturias ha
sido condenado al hambre por la contrarrevolución. No
olvidéis que en las cárceles hay veinticinco mil camaradas.
No olvidéis que hay muchos héroes de la insurrección
perseguidos... Es preciso reforzar la solidaridad de clase
para con estos camaradas. Es preciso que cada proletario,
cada trabajador, cada hombre de buena voluntad, se desprenda
de unos céntimos todas las semanas para ayudar a las
víctimas del terror contrarrevolucionario. Ésta es una deuda
sagrada, una deuda de honor que todos los trabajadores de
España tenemos contraída con nuestros hermanos caídos en la
lucha. Y sobre todo, con el heroico proletariado de
Asturias, que en las condiciones de terror a que lo tiene
sometido el Gobierno, no se amilana, ni se arredra, sino que
sigue luchando, declarando huelgas y levantando el brazo con
el puño en alto, que es una amenaza valiente a los que
ensangrentaron..." (Gran ovación, que impide al orador
acabar la frase.)
ARRIBA
En las primeras
filas de la lucha se ha encontrado el Partido Comunista. En
Asturias y en todas partes, los comunistas tomaron las armas
y lucharon en la primera línea de batalla. Sobre todo en
Asturias, donde nuestro partido era más fuerte, tenemos que
decir que una gran parte del triunfo nos corresponde.
(Grandes aplausos.)
Y oídlo bien,
camaradas, que lo oigan cuantos quieran oírlo: los comunistas
han llamado a la lucha y a la insurrección a las masas, se han
puesto a la cabeza y han luchado contra las fuerzas represivas
de la reacción y del fascismo con las armas en la mano. El
Partido Comunista está, pues, identificado con el movimiento
insurreccional y asume su plena responsabilidad política. Repito
esto, porque parece que hay por ahí gentes que se sacuden las
pulgas y no quieren que se les diga nada de lo que ha pasado. No
quieren nada con la insurrección de Asturias ni con las luchas
de Octubre.
Nosotros, el
Partido Comunista, comprendemos muy bien que ciertas gentes se
desentiendan de las responsabilidades del movimiento. Y si
nosotros no saliéramos a la plaza pública a gritar a pleno
pulmón que todo cuando hicieron las masas revolucionarias en
Octubre, que la insurrección de Asturias, es un hecho glorioso y
que es el resultado de toda nuestra lucha, de toda nuestra
agitación, del ejemplo que los comunistas dan al proletariado,
parecería como si estos hechos gloriosos constituyeran una
vergüenza que tenemos que ocultar. No, camaradas; nosotros
estamos orgullosos de cuanto han hecho las masas y estamos
orgullosos sobre todo de la insurrección de Asturias. Hay, en
aquella región, uno de nuestros héroes, un camarada responsable
de nuestro partido preso hoy y amenazado de muerte por la
contrarrevolución, el camarada Manso... (Gran ovación y vivas a
Manso.) El camarada Manso y otros camaradas dirigentes
regionales de nuestro partido, se han declarado responsables
políticos del movimiento de Asturias.
Y, por si esto no
es bastante, por si aún hubiese alguna duda, yo, en nombre del
Partido Comunista, digo a todos los obreros, a los campesinos, a
los trabajadores todos –y que nos oigan también las huestes de
la reacción-, que nosotros somos los responsables del movimiento
revolucionario de Octubre, que el Partido Comunista de España
recaba para sí toda la responsabilidad política que se derive
del movimiento y de la insurrección victoriosa de Asturias.
(Aplausos atronadores. Los trabajadores se ponen en pie y
saludan con el puño en alto. Grandes vivas al Partido
Comunista.)
Después de dominado
el movimiento por la reacción, el Gobierno se aprovecha de su
triunfó momentáneo sobre la clase obrera para desatar una orgía
de represión de tal naturaleza, que no tiene precedentes ni aun
en los países de imperio más feroz del fascismo. La venganza
llega a extremos que causan espanto. A pesar de la mordaza
gubernamental, muchos de estos horrores han llegado a
conocimiento del pueblo. Aquí mismo, el camarada Bolívar os ha
referido algunas torturas que se han aplicado y se aplican a los
trabajadores. Los muertos se cuentan por millares. Pero no sólo
los muertos en la lucha, sino los muertos después del triunfo
circunstancial de la contrarrevolución, los muertos durante la
represión.
La CEDA y los
radicales cumplen fielmente el mandato de sus amos, de los
capitalistas y terratenientes. Tienen el encargo de reprimir a
sangre y fuego el movimiento revolucionario, y no reparan en
medios. Esa es su triste misión.
La misión de los
católicos de la CEDA, que consiste en enviar a los moros a
“pacificar” a los “cristianos” con las gumías y a los
degenerados del Tercio a imponer el “orden” en Asturias. Misión
que consiste en torturar a los detenidos para hacerles firmar
declaraciones de culpabilidad. Misión que consiste en ejecutar a
los obreros revolucionarios, en sitiar por hambre a los
mineros...
Éste es el Gobierno
del hambre, de la sangre y de la muerte. Éste es el Gobierno que
ha realizado actos de barbarie tan feroz, que no tienen
precedente en la historia. (El camarada Díaz relata algunos
hechos concretos y el público prorrumpe en gritos de
indignación. Algunas mujeres lloran. El momento es de una
emoción indescriptible.)
ARRIBA
Y en esta
situación que sigue a Octubre, es cuando el Partido
Comunista se dirige una y otra vez a las organizaciones
obreras, al Partido Socialista y a todos los antifascistas,
llamándoles a organizar la lucha en frente único contra la
represión y contra la pena de muerte. Nuestra consigna “¡Ni
una ejecución más!” ha recorrido todas las ciudades, todos
los pueblos y aldeas de España. El pueblo trabajador ha
vibrado al conjuro de la voz comunista, que le llamaba a la
lucha contra la represión y contra la pena de muerte.
No todas las
organizaciones llamadas a la lucha respondieron. El Partido
Socialista se mantenía en una pasividad nada favorable a la
causa de los trabajadores. A nuestros reiterados requerimientos
para organizar la lucha en común ha respondido con el silencio.
Y esto, en los momentos en que más necesarias se hacían la
actividad y la lucha, en los momentos en que sobre la cabeza de
muchos obreros revolucionarios, de muchos militantes comunistas
y socialistas se cernía la amenaza de la ejecución.
Mas no por ello
hemos cejado en la lucha. Estábamos convencidos de que sólo por
la acción incansable de las masas podía impedirse la represión y
evitarse las ejecuciones. ¿Quién no vio en las calles de Madrid
y en las de todas las ciudades de España, millares de
periódicos, millares de manifiestos, millares de inscripciones
toscas en las paredes, que al pie llevaban esta firma: Partido
Comunista de España? Esa labor la ha hecho nuestro partido y la
han hecho las organizaciones que se movilizan por su iniciativa.
(Aplausos.)
Y este trabajo
incansable, esta lucha, engendró un movimiento de protesta
general en el pueblo. Salvo las cuadrillas reaccionarias y
fascistas, todo el mundo pidió y exigió el indulto de los
condenados a muerte. Pero no fue sólo en España; fue también en
el extranjero. En todo el mundo, las organizaciones
antifascistas, el Socorro Rojo Internacional, respondieron a los
llamamientos comunistas con una campaña de solidaridad
grandiosa, enorme. Toda esta lucha dio por resultado el que se
arrancara de las garras del verdugo y del pelotón de ejecución a
veinte camaradas condenados a muerte. Lo decimos otra vez porque
tenemos derecho a decirlo: el noventa por ciento de esta campaña
fue movida y desarrollada por el Partido Comunista.
Y esta lucha en
frente único, en frente popular, antifascista, que consigue los
veinte indultos, es la primera gran batalla ganada al enemigo
por el proletariado después de Octubre.
ARRIBA
Todos conocéis
por qué se produjo la primera crisis, después de Octubre. Se
produjo una discrepancia sobre si debe o no indultarse a
veinte obreros revolucionarios condenados a muerte. Lerroux
se inclinaba a indultar, porque el viejo zorro reaccionario
a las órdenes de Gil Robles veía que la lucha de las masas
crecía como la espuma y comprendía que la ejecución de
veinte hombres más iba a desbordarles y la sangre derramada
se convertiría pronto en el mar que les ahogaría. En cambio,
Gil Robles opinaba que cuantos más revolucionarios se
mataran, menos enemigos le quedaban. Sin ello, sabía que la
semilla de los revolucionarios no muere ni morirá nunca.
Porque si su odio sangriento llegase a tanto como a pensar
en organizar la muerte de todos los revolucionarios, se
vería en la imposibilidad de hacerlo. Porque hoy, en cada
obrero, en cada trabajador, en cada antifascista, en cada
persona honrada, hay un revolucionario. Y decidme: ¿qué iban
a hacer Gil Robles y sus amos cuando hubieran matado a
quienes les dan de comer...? (Ensordecedores aplausos y
mueras a Gil Robles.)
Los veinte indultos
motivan la crisis. Pero estos indultos no se deben a la
benevolencia de los gobernantes, sino a la lucha de las masas en
frente único. Y si la crisis se produce por esté hecho, de
enorme significación revolucionaria, prueba evidente de que la
revolución vive y se desarrolla, prueba palmaria de que el
proletariado no está vencido, sino en pie de guerra, reparando
sus fuerzas para lanzarse a otras batallas, de las que la gran
burguesía y los terratenientes saldrán vencidos para siempre.
Si esto se ha
hecho, si, todo esto hemos logrado sin la organización
necesaria, ¿qué no podríamos lograr con la unión y la
organización de todas las fuerzas obreras y antifascistas,
dirigidas por un partido con una teoría y una práctica
revolucionarias certeras? El empuje de estas masas así
organizadas, así dirigidas, no hay gobierno que lo resista.
Lerroux y Gil Robles, y todos sus lacayos, serían arrollados
como simples muñecos de papel. (Aplausos.)
Pues bien,
camaradas, esta organización puede ser el Bloque Popular
Antifascista. El Bloque Popular puede y debe formarse alrededor
de las Alianzas Obreras y Campesinas. Pero todo camarada debe
comprender que este Bloque, este amplio frente de lucha
antifascista no debe abarcar tan sólo a los obreros y a los
campesinos, a los empleados y funcionarios, sino también a los
intelectuales honrados, a los artesanos, a los pequeños
industriales y comerciantes; en fin, a todos los que aborrecen
el fascismo y su secuela de terror, de miseria y de hambre. A la
cabeza de él debe estar y estará el proletariado y su
vanguardia, el Partido Comunista. Porque sólo el Partido
Comunista, sólo un partido capaz de luchar en primera fila y que
tiene la escuela de acero de la Internacional Comunista, puede,
como lo ha hecho ya el glorioso Partido Bolchevique, asegurar el
triunfo de la revolución. La Unión Soviética es el ejemplo más
grandioso de ello. (Aplausos.)
ARRIBA
Lerroux forma
otro gobierno a base de radicales. Porque, aterrado de la
amplitud de la lucha de masas, habla un lenguaje un poco
liberal, hace concebir algunas esperanzas durante un mes.
Pero ¿a quién hace concebir estas esperanzas? Sólo podía
hacérselas concebir a gentes cándidas, que no saben aún, ¡a
pesar de lo que ha hecho!, de lo que es capaz este viejo
reaccionario. A nosotros, no; al proletariado, tampoco.
Y mirad de lo que
es capaz Lerroux y la contrarrevolución toda: al mes siguiente,
un gobierno con cinco ministros de la CEDA. Y, por si esto no
fuese bastante todavía, es el fascista Gil Robles quien se alza
con la cartera de Guerra. ¿Qué pretenden? Gil Robles va a
liquidar lo poco que aún queda de republicanismo democrático en
el aparato del Estado, en los cuadros del ejército, y va a poner
los altos mandos en manos de fascistas tan caracterizados como
él. Así se asegura la posibilidad de emplear al ejército como
instrumento para el logro de sus propósitos, que son dar paso a
un gobierno enteramente fascista. Con el predominio en el
Gobierno, la CEDA y los demás partidos fascistas tienen la
libertad y los elementos que necesitan para moverse en todas
direcciones, para preparar orgánica y políticamente los cuadros
del fascismo, para apoderarse del Poder por la vía “legal”, como
hizo Hitler en Alemania.
Si no puede hacer
esto, si no conquista a las masas necesarias, si la demagogia
fascista no da resultado, ¿para qué está Gil Robles en el
Ministerio de la Guerra? ¿Para qué pone a la cabeza del ejército
al general Franco y a otros generales monárquicos, amigos de
Primo de Rivera? ¿Para qué...? (Los aplausos interrumpen al
orador.) Hay que suponer que Gil Robles no estará en el
Ministerio de la Guerra precisamente para democratizar el
ejército, sino para preparar el golpe militar que entronice la
dictadura terrorista y sangrienta del fascismo.
Este gran peligro
debe ser bien comprendido por todos los comunistas, por todos
los socialistas, por todos los anarquistas, por los republicanos
de izquierda, por todos los hombres libres. Es un peligro ante
el que no podemos alzamos de hombros. Un peligro que no se puede
despejar con discursos. Un peligro que sólo puede combatirse con
la fuerte unión de todas las fuerzas obreras y antifascistas,
con la Concentración Popular Antifascista. Y quien no lo
comprende así, no comprende la gravedad del peligro que nos
amenaza.
ARRIBA
No es sólo en
la amenaza del golpe militar donde reside el peligro de la
hora presente. Existe también en la demagogia cedista. Este
partido de los grandes explotadores, de los señoritos de la
tierra, de los banqueros, de los grandes capitalistas, de
los magnates de la Iglesia, se presenta ante las masas del
campo, mantenidas por la burguesía y los caciques en un
nivel cultural y político atrasado, ante los parados
hambrientos y desesperados, ofreciéndoles la solución a sus
problemas. Nosotros sabemos que es mentira, que la CEDA no
les va a dar nada, que sólo les da cárcel y metralla. Esto
tenemos que hacérselo comprender a nuestros hermanos, los
obreros agrícolas y campesinos pobres, a los parados, para
que no se dejen engañar por la demagogia embustera de los
cedistas. Pero ellos tienen en sus manos el Gobierno y todos
los resortes de la propaganda. Y si nosotros descuidamos la
propaganda en sentido contrario, podría resultar que, a
fuerza de mentiras y de algunas limosnas hábilmente
distribuidas, lograran conquistar la adhesión de una parte
de estas masas, adhesión que utilizarían para implantar el
fascismo, para perpetuar la miseria, el hambre y los
asesinatos en España, contra todo el pueblo.
La CEDA trabaja
también por medio de la Iglesia y de las damas catequistas.
Tenéis la experiencia de los colchones en noviembre de 1933.
Esta gente se mete en las casas de los obreros parados, de los
hambrientos, ofreciéndoles un empleo y hasta dándoles una
limosna insignificante. Con esto y la influencia de los
confesionarios pueden hacer mucho daño. Con esta labor quieren
ganarse a las masas. Es un peligro que tampoco podemos desdeñar.
Hay que gritar a
todo el mundo, a los campesinos hambrientos, a los parados, que
la CEDA no quiere más que engañarles, conducirles borreguilmente
al fascismo y utilizarles para sumir en el infierno fascista a
todo el pueblo trabajador de España. Hay que esgrimir los hechos
en contra de esas promesas demagógicas. Hacer ver que Gil Robles
prepara un presupuesto guerrero de muchos miles de millones de
pesetas. Que quiere crear un fuerte aparato militar que ladre
como un perro a las grandes potencias de fuera y que muerda a
los de dentro, a los trabajadores. Lo que en los dos casos es
malo, porque nos conduce a la guerra y nos sitúa bajo la espuela
y el espadón militar. En una situación de provocación constante
y de constante guerra civil... (Aplausos.)
ARRIBA
Estos dos
peligros que acabo de señalar tienen que ser comprendidos
por todos los obreros y fuerzas antifascistas del país. Y
estos dos peligros tienen una sola finalidad: instaurar la
dictadura terrorista del fascismo en España.
Y, ante el
reconocimiento de este grave peligro, surge la pregunta: ¿Cómo
podemos hacerlo desaparecer? ¿Cómo salir de esta situación?
He aquí la gran
tarea que nos impone el momento histórico por que atravesamos.
Ha llegado el momento de demostrar si somos o no capaces de
barrer el peligro fascista que nos amenaza.
Todos los oradores
que han hablado antes que yo, han dicho: “El fascismo no
pasará”. Y yo os digo que esta frase sólo tiene sentido cuando
se toman todas las medidas necesarias para luchar contra el
fascismo. Porque si sólo conservamos el entusiasmo en los
mítines y nos marchamos a casa tranquilamente, esperando a que
la solución caiga del cielo, entonces, camaradas, yo os digo que
el fascismo, con su cortejo de crímenes y de hambre, será una
realidad terrible en España. Una realidad feroz, sin comparación
con ninguna otra dictadura. Después de lo que conocéis que ha
hecho la contrarrevolución en Asturias, ya podéis imaginaros lo
que sería en España el fascismo.
En cambio, “el
fascismo no pasará” si todos nos unimos, si vosotros, los diez
mil obreros que estáis aquí, los que pertenecéis a otras
organizaciones y partidos, obligáis a vuestros dirigentes a
aceptar las proposiciones justas de frente único que les hace el
Partido Comunista, si en vuestras fábricas y talleres, en las
oficinas, en las universidades, por todo el país, organizáis la
Concentración Popular Antifascista; entonces, sí podremos decir
muy alto y muy fuerte que el “fascismo no pasará”. Y no sólo no
pasará el fascismo, sino que la lucha unida de todos los obreros
y fuerzas antifascistas derribará a este Gobierno, a sus Cortes
y a toda la reacción, aplastándoles bajo un puño de hierro.
(Grandes aplausos.)
ARRIBA
¿Y cuál es la
táctica que debemos seguir, en estos momentos? No hay más
que mirar cuáles son las rutas que nos llevarán al triunfo.
No perder de vista que la hora es grave y exige que el
frente de combate sea lo más amplio posible.
¿Cuáles son las
fuerzas que hoy pueden luchar unidas contra la reacción y el
fascismo? Para nosotros, no es dudoso: estas fuerzas son el
Partido Comunista y el Partido Socialista, las Juventudes
Comunistas y Socialistas, los anarquistas, los sindicalistas y
los republicanos de izquierda, todas las organizaciones
populares de masas que estén dispuestas a luchar en contra del
fascismo.
Pero esta unión no
puede ser un conglomerado sin principios, sin programa, y
nosotros decimos que la unión requiere formas de organización y
un programa común de lucha. Todo muy sencillo, capaz de ser
comprendido en seguida por todos los trabajadores y por todos
los antifascistas.
Formas orgánicas
prácticamente necesarias son la inmediata reunión de los
representantes de todos los partidos y organizaciones que ya he
mencionado, sobre un plano nacional. Y estas reuniones deben
hacerse también sobre un plano provincial y local. De la
discusión cordial que se entable en estas reuniones, en torno a
un programa sencillo, saldrá la coordinación de las fuerzas para
la lucha.
Y así quedará
organizada una fuerte y amplia concentración antifascista para
la lucha contra la reacción, contra el fascismo y por la
liberación de nuestros presos, para arrancar la amnistía. ¿No es
esto bien sencillo de hacer? (Voces: ¡Sí, sí!) Pues entonces,
camaradas, imponed vuestra voluntad a los dirigentes de vuestras
organizaciones y la Concentración Popular Antifascista será una
realidad inmediatamente.
La situación es tan
clara, que no la desconocen ni los enemigos de los trabajadores.
Las fuerzas del fascismo se dan cuenta de lo que sucede y se
lanzan a amenazas como la que estampa el periódico fascista “La
Nación” y que os voy a leer. Escuchad lo que dice “La Nación” en
un artículo que titula “Frente antirrevolucionario y unión de
las derechas, para la salvación de España”:
“Nosotros nos
permitimos señalar una fórmula con la que pueden conciliarse
las dos tendencias. Es indudable que cuando se produce un
movimiento revolucionario como el de Octubre, deben formar
la muralla que la contenga, lo rechace y aun lo aplaste,
todos los españoles que tengan sentido de orden y espíritu
de patriotismo, incluso con las armas en la mano, porque si
la desvergüenza separatista y bolchevista continúa con el
propósito de desgarrar la Patria, llegará el momento en que
sea preciso que nos lancemos todos a la lucha y que acabemos
de una vez con esa repugnante amenaza de canallesco
matonismo, que desde hace cuatro años no deja levantar
cabeza al país.”
¿Está clara la
amenaza? Estos fascistas aluden claramente al golpe militar y
cuentan con que su jefe, el que tiene en sus manos la cartera de
Guerra, no les va a defraudar. Pero esta amenaza de lanzarse a
la calle con las armas en la mano no nos asusta. Ya tienen
pruebas de cómo saben manejar las armas los revolucionarios y
hasta dónde llegan cuando las toman, como en Asturias, y deben
saber que no nos quedamos a mitad de camino... (Formidable
ovación.)
Hay más. Es el
miedo del monárquico “ABC” a que nos unamos todos.
“Es la
evidencia –dice en un reciente editorial– de que se propaga
y cuaja el propósito de establecer una alianza electoral que
llegue desde los comunistas y socialistas hasta los
republicanos que se alejan de la derecha y del centro. No
hay duda que la coalición es segura y va constituyendo en
toda España una línea de combate. Esa perspectiva nos llena
de intranquilidad –lo confesamos– frente a las grietas y
roturas existentes en el frente de las derechas triunfante
el día 19 de noviembre de 1933... Desde ahora, más que
antes, la lucha se empeña con una divisoria que separa los
dos campos: revolución y contrarrevolución.”
Esta lo dice “ABC”,
y no le falta razón. Una unión tan amplia, por nuestra parte,
nos dará el triunfo seguro. Y, los mismos fascistas lo dicen, no
hay más que dos frentes: Fascismo y Antifascismo, Revolución o
Contrarrevolución. Y es indudable que las grandes masas
españolas están en contra del fascismo y al lado de la
revolución.
Y es doloroso
comprobar que, mientras esto se siente, porque es una necesidad,
tengamos que ver cómo ahora, hoy mismo, a esta misma hora, el
Partido Socialista, en vez de venir con nosotros a este acto, al
que ha sido invitado, a nuestros actos, donde tiene siempre un
puesto, organice por su parte otro mitin. (Voces: ¡Dos, dos!)
Dos mítines, que constituyen una verdadera escisión del
sentimiento antifascista y de las fuerzas revolucionarias. Es
indudable que las masas que hoy se congregan en el Cine Europa,
y las del Cine Pardiñas también, son antifascistas y quieren la
amnistía, ¿por qué entonces no estamos todos juntos, en un solo
mitin? (Grandes aplausos.)
Parece como si el
Partido Socialista tuviera el empeño de marchar solo. ¿Puede el
Partido Socialista vencer solo al fascismo? No. ¿Puede el
Partido Comunista vencer solo al fascismo? No. ¿Pueden los
republicanos de izquierda vencer solos al fascismo? Tampoco.
Entonces, ¿por qué no estamos todos aquí juntos, como nosotros
queríamos? ¿Por qué no han venido los socialistas, por qué no
han venido los republicanos de izquierda? ¿No tenemos que luchar
todos unidos contra el fascismo? (Grandes aplausos.)
ARRIBA
Esta situación
que tenemos en nuestro país es parecida, casi igual, a la de
todos los países capitalistas. En el mundo entero se
enfrentan dos fuerzas: las fuerzas del fascismo y las del
antifascismo. Y en todas partes vemos que donde el
proletario se presenta unido sale vencedor, y que donde se
obstina en seguir dividido sale derrotado. Aquí tenéis dos
ejemplos: En noviembre de 1933, con los trabajadores
divididos, salieron triunfantes en España las fuerzas
reaccionarias y fascistas. En Francia, recientemente, se han
celebrado elecciones. Y, como el proletariado se presentaba
unido, como, merced a los esfuerzos del Partido Comunista
francés, se formó el frente común de todas las fuerzas
antifascistas, los hitlerianos franceses han salido
derrotados y los antifascistas victoriosos. Son dos ejemplos
bien característicos.
Y, en un plano
todavía más amplio, tenemos a todas las fuerzas fascistas unidas
contra el proletariado y contra su patria socialista. Y
amenazando al mundo con desencadenar una nueva guerra, peor que
la de 1914. Y es la Unión Soviética la que da el ejemplo de la
lucha por la paz y contra el fascismo guerrero, con el fascismo
alemán a la cabeza. Y firma un tratado con Francia para impedir
la guerra, que es el paso más formidable que se ha dado en el
camino de la defensa de la paz. Y cuando Laval le pregunta a
Stalin si Francia debe velar por su propia seguridad nacional
frente al peligro de una agresión, el camarada Stalin,
responsable de sus palabras, inspirándose en el ejemplo y en las
enseñanzas de Lenin, le responde que sí, que “Francia debe
mantener su defensa nacional a la altura de su seguridad”. Esto
es lo que dice un leninista, el jefe de la revolución, el hombre
de acero que lleva con mano firme a la URSS de victoria en
victoria, el camarada Stalin. (Atronadora ovación y vivas a
Stalin y a la Unión Soviética.)
Pero, camaradas,
esta posición que a vosotros y a todos los revolucionarios nos
parece tan acertada, que saludáis con la alegría y el entusiasmo
de vuestros aplausos les ha parecido muy mala a esos “héroes”
del patrioterismo que han sido siempre los líderes reaccionarios
de la socialdemocracia… ¡Ellos, que siempre estuvieron al lado
de sus imperialismos, que votaron y votan los créditos de
guerra, que sirven desde los gobiernos y en la oposición los
intereses de sus imperialismos, se permiten criticar el pacto
franco-soviético, tomándolo como pretexto para llenar de
injurias y calumnias a la Unión Soviética y al camarada Stalin!
No les hagamos
caso, camaradas. Esos señores están incapacitados para hablar de
internacionalismo y de lucha contra la guerra. Sólo a ellos
parece que se les oculta el peligro que significan los
propósitos guerreros de los fascistas hitlerianos. De estos
asesinos de obreros, que están diciendo todos los días que van a
encender la hoguera de la guerra para aplastar el bolchevismo y
adueñarse de los países que puedan. Y, sin embargo, todo el
mundo ha comprendido que el peligro guerrero del fascismo alemán
hace que se establezca una coincidencia momentánea entre el país
del proletariado y la Francia de la democracia burguesa. Pero,
por si hubiera alguna duda, por si las campañas de los enemigos
de la URSS prendieran en alguien y pensaran que tienen razón los
cínicos que nos acusan de reformismo, ¡a nosotros, a los
comunistas!, que somos los primeros encoger las armas y en regar
con nuestra sangre todos los movimientos, a los que luchan como
Juan José Manso, como Aída Lafuente, a los que derrocaron al
capitalismo en la sexta parte del mundo y edifican el
socialismo, a los que llevan adelante la revolución en China,
donde organizan en soviets a cien millones de habitantes... (La
ovación impide oír el final de la frase.) Para demostrar las
tonterías y los embustes de esa gente, voy a leer lo que a este
respecto decía Lenin, el genio de la revolución mundial. En una
carta a los obreros americanos, escrita en 1918, carta que es
una lección de política revolucionaria, Lenin decía:
“Cuando, en
febrero de 1918, los bandoleros del imperialismo alemán
pusieron en marcha sus tropas contra la Rusia desarmada, que
había comenzado ya a desmovilizar, dejándose llevar por su
fe en la solidaridad internacional del proletariado..., yo
no vacilé ni un momento en "entenderme" con los monárquicos
franceses.
“Me pusieron en
relación con el oficial francés De Lubersac. "Yo –me dijo De
Lubersac– soy monárquico, y mi único objetivo es la derrota
de Alemania". Pero ello no impedía, en modo alguno, llegar a
un acuerdo con aquel oficial monárquico, teniendo en cuenta
que los oficiales franceses podían prestarnos grandes
servicios, minando las vías férreas para contener la
ofensiva alemana.
“He aquí un
ejemplo de ‘inteligencia’ que todo obrero consciente
aplaudirá, de inteligencia "en interés del socialismo".
Cuando estrechaba la mano del monárquico francés, sabíamos
de sobra que ambos sentiríamos una gran satisfacción viendo
ahorcado al otro "socio". Pero, por el momento, nuestros
intereses coincidían. Contra la ofensiva de las aves de
presa alemanas, pusimos en juego, al servicio de la
revolución socialista mundial, los contra intereses
igualmente rapaces de los imperialistas enemigos de
aquéllos.
“De este modo,
servíamos a los intereses de la clase obrera de Rusia y de
los demás países, reforzábamos el proletariado y
debilitábamos la burguesía del mundo entero; acudíamos, como
es lícito y necesario acudir en toda guerra, a las
maniobras, a los zigzagueos, a los repliegues, en espera del
momento en que la revolución proletaria estuviese madura,
fuese inminente en una serie de países avanzados.
“¡Que los
buitres del imperialismo anglo-francés y norteamericano
chillen de cólera, que nos calumnien, que se gasten docenas
de millones para comprar a los periódicos social
revolucionarios, mencheviques y social patriotas en general!
Yo no vacilarían un momento en sellar una “inteligencia"
semejante con las aves de presa del imperialismo alemán, si
así lo exigiese la ofensiva de las tropas franco-belgas
contra Rusia. Y sé perfectamente que mi táctica encontrará
la aprobación del proletariado consciente de Rusia, de
Alemania, de Francia, de Inglaterra, de Norteamérica, de
todo el mundo civilizado, en una palabra. Esta táctica
abreviará la obra de la revolución social, precipitará su
hora, debilitará la burguesía internacional reforzará las
posiciones de la clase obrera triunfante...
“La acción
histórica no es la acera de la Avenida Nevski, decía el gran
revolucionario ruso Chernichevski. Quien sólo "admita" la
revolución del proletariado a condición de que ésta avance
de un modo fácil y normal, de que la acción común de los
proletarios de los diferentes países se desencadene
simultáneamente, de que se ofrezca de antemano una garantía
contra la derrota, de que la calzada de la revolución sea
ancha, libre y derecha, sin que nos veamos obligados a
veces, marchando siempre hacia el triunfo, a aceptar los más
dolorosos sacrificios, a luchar “bloqueados en una fortaleza
sitiada" o a tomar por los senderos de montaña más
estrechos, más inaccesibles, más sinuosos y más peligrosos,
ese no es un revolucionario, sino un hombre que no se ha
librado de la pedantería de los intelectuales burgueses y
que, al llegar el momento de la acción, reincidirá siempre
en el campo de la burguesía contrarrevolucionaria.”
Esto decía: el jefe
del proletariado del mundo entero, esto decía el artífice de la
Revolución rusa... (Vivas a Lenin.) Y éste es el camino seguido
por Stalin.
La diplomacia
soviética es una diplomacia proletaria, una diplomacia
bolchevique, que aprovecha todas las contradicciones de los
países imperialistas para ahondar sus disidencias y fortalecer
el movimiento revolucionario internacional. (Aplausos.)
ARRIBA
Camaradas,
estamos persuadidos de que contraeríamos una gran
responsabilidad ante las masas y ante la historia, si
dejáramos pasar estos momentos sin hacer cuantos esfuerzos y
sacrificios sean necesarios para lograr la unidad de todas
las fuerzas antifascistas. Y por nosotros no ha de quedar.
Estamos seguros de que tendremos a nuestro lado a todas las
masas antifascistas de España en éste empeño revolucionario.
Y, lo mismo que
antes lo hemos hecho por medio de una carta abierta, hoy, desde
aquí, en nombre del Partido Comunista, quiero hacer un
llamamiento al Partido Socialista, a los anarquistas y
sindicalistas, a los republicanos de izquierda y a todos los
antifascistas. Vosotros, muchos de los que habéis venido aquí
sois militantes o simpatizantes de esos partidos y queremos que
seáis portadores de este llamamiento, para que la unión se
realice cuanto antes.
Nosotros, Partido
Comunista, luchamos y lucharemos siempre por la realización de
nuestro programa máximo, por la implantación en España del
gobierno obrero y campesino, por la dictadura del proletariado
en nuestro país.
Pero, en estos
momentos de grave peligro que amenaza a los trabajadores, con el
fascismo dueño de los principales resortes del Estado,
declaramos que estamos dispuestos a luchar unidos con todas las
fuerzas antifascistas, sobre la base de un programa mínimo de
obligatorio cumplimiento para cuantos entren en la Concentración
Popular Antifascista.
Un programa que hay
que comprometerse a realizar ante vosotros, ante todas las masas
populares del país. Nosotros no hacemos pactos a espaldas de las
masas. (Aplausos.)
ARRIBA
No, camaradas;
nosotros no hemos hecho ni haremos nunca ningún pacto a
espaldas de los trabajadores. Y este programa, que sometemos
a la discusión y aprobación de los otros partidos, ha de ser
conocido y estar refrendado por la aprobación de las masas.
(Una voz: “¡Así se hace!”) Este programa que nosotros
proponemos es bien sencillo: sólo consta de cuatro puntos. Y
decimos más: las organizaciones y los partidos antifascistas
pueden discutir sobre estos puntos para ampliarlos y hasta
modificarlos, siempre y cuando que no quiten al programa de
lucha su clara significación antifascista.
He aquí los puntos
de este programa, que voy a comentar muy brevemente:
1° Confiscación
de la tierra de los grandes terratenientes, de la Iglesia y
de los conventos, sin ninguna indemnización, para entregarla
inmediata y gratuitamente a los campesinos pobres y a los
obreros agrícolas.
¿Es que nadie
que se diga antifascista puede negarse a aceptar este punto
de nuestro programa, que tiende a destruir gran parte de la
base material de la reacción, representada por el
terrateniente, el cacique y el clero? ¿Es que es posible
abrir los cauces de la democracia en España, sin crear las
condiciones materiales para la emancipación de la enorme
masa de campesinos y obreros agrícolas, que viven todavía en
condiciones de opresión y esclavitud, que hacen recordar las
épocas feudales? Yo no creo que pueda haber nadie que se
llame antifascista y que rechace este punto de nuestro
programa. Si los hay, es que no son antifascistas honrados;
son demagogos que quieren ganar la confianza de las masas
con frases revolucionarias, para poder escalar de nuevo el
Poder. Y eso no, camaradas; eso no lo debemos permitir.
(Aplausos.)
2º Liberación
de los pueblos oprimidos por el imperialismo español. Que se
conceda el derecho de regir libremente sus destinos a
Cataluña, a Euskadi, a Galicia y a cuantas nacionalidades
estén oprimidas por el imperialismo de España.
¿Es que va a
resolver el Gobierno actual el problema de las
nacionalidades oprimidas? Yo os digo que no. Y la prueba es
ese proceso que se sigue por el tribunal más reaccionario
del país contra los consejeros de la Generalitat. Va a
recaer sobre ellos el peso de una sentencia monstruosa.
Treinta años de presidio les piden, y no hay duda de que
serán condenados a esa pena. ¿Y, sabéis por qué van a ser
condenados? Porque ese proceso no es sólo el de los hombres
a quienes se juzga. Quien va a ser condenado con esa
sentencia monstruosa es todo el pueblo de Cataluña, por su
rebeldía, por su levantamiento contra la opresión del
imperialismo español. Y contra esa monstruosa condena,
contra ese odio a la libertad de Cataluña, yo os digo lo que
antes: ¿Es que no estamos obligados a luchar en la
Concentración Popular Antifascista por la liberación de esos
hombres, a quienes se condena como expresión del odio y la
opresión imperialista? (Voces: ¡Sí, sí!) Pues entonces,
camaradas, tenemos una razón más para unimos todos: la lucha
por la liberación de Cataluña, por el derecho de Cataluña y
de todas las nacionalidades oprimidas a disponer de sus
destinos. (Aplausos.)
3° Mejoramiento
general de las condiciones de vida y de trabajo de la clase
obrera (aumento de salarios, respeto de los contratos de
trabajo, reconocimiento de los sindicatos de lucha de
clases, amplia libertad de opinión, de reunión,
manifestación y prensa para los obreros, etc., etc.).
4° Libertad
para todos los presos revolucionarios. Amnistía total para
los presos y perseguidos de carácter político-social.
Yo os pregunto,
camaradas: ¿Es que hay alguien que, titulándose antifascista,
pueda estar en contra de este programa tan sencillo? (Voces:
¡No, no!) Pues os repito lo que os decía antes: hacedlo saber
así a vuestras direcciones y a todos los trabajadores.
(Aplausos.)
ARRIBA
Para poner en
práctica estos puntos que acabo de señalar, nosotros
proponemos la creación de una Concentración Popular
Antifascista integrada por los partidos y organizaciones que
antes señalé.
¿Sobre qué bases
proponemos nosotros que se constituya esta concentración? Fijaos
bien en que no se trata de dejar al tiempo que se encargue de
resolver lo que nosotros debemos dar ya resuelto. Cuando no se
quieren cumplir los compromisos, se dejan en el aire. Pero
cuando honradamente se quiere luchar contra un peligro y
combatir por la revolución, hay que atar bien los cabos.
Por eso declaramos
que la Concentración Popular Antifascista debe descansar en las
Alianzas Obreras y Campesinas, en los órganos de unidad y de
lucha del proletariado y de los campesinos. Y no hace falta que
me extienda mucho sobre la importancia y la significación de las
Alianzas Obreras y Campesinas. Estas dos cosas han quedado bien
patentizadas en Octubre, con la toma del Poder por los
trabajadores de Asturias.
Esta necesidad,
esta previsión nuestra, ha de ser bien comprendida. De sobra se
sabe que la única clase revolucionaria, consecuentemente
revolucionaria, revolucionaria hasta el fin, es el proletariado.
Por eso es el proletariado quien debe ser la fuerza dirigente de
la Concentración Popular Antifascista. Es la mejor garantía de
que la Concentración Popular servirá los intereses de las masas
antifascistas y no cejará hasta conseguir su objetivo. Y su
objetivo es derribar al Gobierno reaccionario y fascista.
ARRIBA
Y no sólo esto.
Porque nosotros buscamos todos los puntos de coincidencia
entre las fuerzas que van a luchar unidas. Y proponemos que
la lucha debe encaminarse a lograr, a imponer la disolución
de las Cortes contrarrevolucionarias y a que se convoque
inmediatamente a nuevas elecciones. Elecciones en las que
conseguiremos el triunfo si a ellas vamos unidos todos los
antifascistas, y que tendrán una clara significación
antifascista y revolucionaria. (Grandes aplausos.)
Y tampoco esto es
todo. Nosotros proponemos que se forme un Gobierno
revolucionario provisional que de satisfacción a los obreros y a
todas las masas populares, a todos los antifascistas; que se
comprometa ante las masas a realizar el programa de la
Concentración Popular Antifascista.
Vosotros, claro, me
preguntaréis: ¿Y quién va a nombrar ese Gobierno revolucionario
provisional? La pregunta está justificada, porque hay
experiencias dolorosas de otros tiempos. Pero esto es un
problema resuelto por las mismas circunstancias en que va a
darse la batalla. Yo os digo que la base sobre la cual ha de
constituirse este Gobierno provisional es la misma sobre la que
descansa la Concentración Popular Antifascista. Y quien ha de
nombrarle y darle atribuciones es únicamente el pueblo
trabajador. (Gran ovación.)
¿Y si no cumple los
compromisos?, volveréis a preguntarme. Y yo os digo: Si ese
Gobierno no cumple los compromisos contraídos ante las masas, el
pueblo en masa se encargará de echarlo por la borda, de darle su
merecido. (Aplausos.)
Pero hay más. No
debe olvidarse que quienes lucharán en primera fila serán los
obreros aliados a los campesinos y organizados a través de las
Alianzas Obreras y Campesinas. He ahí la garantía más eficaz de
que ese Gobierno revolucionario provisional ha de realizar el
programa de la Concentración Popular Antifascista.
No hay tiempo que
perder.
Hay que repetirlo
una y cien veces, camaradas: el tiempo apremia, el tiempo obra
contra nosotros. Si este Gobierno no es derrumbado rápidamente,
a pesar del entusiasmo que demostramos en los actos públicos y
de nuestra voluntad antifascista dispersa, el triunfo del
fascismo en España será un hecho. (Voces: “¡Eso nunca!”)
Eso nunca, sí; pero
la realidad es la que yo os digo. Si Gil Robles dura mucho
tiempo en el Ministerio de la Guerra, tened presente que lo que
él y sus hordas fascistas no puedan conseguir “legalmente”, lo
conseguirán valiéndose de los resortes del Ministerio de la
Guerra.
No me cansaré de
repetir lo que sería España, si el fascismo triunfase, de una u
otra manera. La heroica España obrera, los trabajadores de
nuestro gran país, serían los primeros en sufrir las
consecuencias de los bajos instintos de las bestias fascistas,
sedientas de sangre. Entonces puede que ya no necesitasen
servirse de los moros mercenarios ni de los criminales a sueldo
del Tercio, pues sus “hazañas” serían eclipsadas por las hordas
fascistas.
Camaradas: los diez
mil obreros que habéis asistido a este acto y que comprendéis el
peligro, debéis ser los que en la calle digáis a los
trabajadores, a los antifascistas, que es necesario proceder con
gran rapidez.
¡Camaradas
socialistas, anarquistas, republicanos de izquierda,
antifascistas, todos los que tenéis bajo vuestra dirección masas
obreras y antifascistas: si no comprendéis el momento que
vivimos, si no os ponéis a la altura de las grandes masas, que
piden a gritos el Frente Único y la Concentración Popular para
vencer al fascismo, cometeréis el crimen más grande que pueda
cometerse contra las masas obreras y antifascistas que decís
defender! (Grandes aplausos.)
Y termino,
camaradas, gritando: ¡Viva la Concentración Popular
Antifascista!
(Formidable
ovación, que dura largo rato. Vivas a José Díaz y al Partido
Comunista. Resuena, potente, la Internacional).
ARRIBA
|