El diario El País publicó el 20 de junio de 2010 un
artículo titulado «El regalo de Franco para Hitler. La lista de Franco
para el Holocausto» firmado por Jorge Martínez Reverte. El enunciado de por
sí, por su sensacionalismo, atrajo la atención de muchos ciudadanos.
Entre otras cosas decía que el régimen franquista ordenó en 1941
a los gobernadores civiles elaborar una lista de judíos que vivían en España. En
este censo figuraban todos los datos personales de 6.000 judíos, que fue
‘presumiblemente’ entregado a Himmler. Los nazis lo manejaron en sus planes para
la solución final.
El historiador Jorge Martínez Reverte, hijo de falangista,
prosigue diciendo que al final de la II Guerra Mundial, el régimen de Franco
intentó con relativo éxito confundir a la opinión pública mundial con la fábula
de que había contribuido a la salvación de miles de judíos del afán exterminador
nazi. No solo era falso lo que la propaganda franquista pretendía demostrar,
sino que en la España del dictador hubo la tentación de contribuir a acabar con
el ‘problema judío’ en Europa…
En realidad Jorge Martínez Reverte, y otros muchos de su cuerda,
defienden el confundir, por un lado, los hechos históricos con los que a ellos
les gustaría que hubieran ocurrido, y por otro, la Historia con sus mejores
fantasías animadas.
ARRIBA
«El hecho, como todo el mundo debiera saber
a estas alturas, es que la España franquista salvó por lo
menos a unas 20.000 posibles víctimas del Holocausto.
De Martínez Reverte y su peculiar concepción de la historia ya
me he ocupado otras veces. Ahora ha vuelto a la carga con un artículo donde
afirma que los franquistas elaboraron una lista de 6.000 judíos residentes en
España con la presunta intención de entregárselos a Himmler para su exterminio,
lista que aprovecharían estos en la célebre conferencia de Wannsee, prólogo al
Holocausto. ¿La prueba? En Wannsee se manejaron las mismas cifras de judíos
correspondientes al informe español. Claro está, en aquella conferencia se
manejaron también las cifras de judíos residentes en otros países fuera de la
jurisdicción alemana, por ejemplo, Gran Bretaña (330.000 judíos), Suecia
(8.000), Suiza (18.000), etc. ¿Serían estos datos la prueba de que los gobiernos
británico, sueco, suizo, etc., colaboraban con Himmler? A este historiador
chiflado no se le ocurre la idea, no sé por qué. Pero pudiera muy bien habérsele
ocurrido, dado que Londres no hizo nada reseñable para salvar a las víctimas del
Holocausto, y un número de perseguidos fue rechazado cuando intentaba
desesperadamente ponerse a salvo en Suiza, mientras que la España de Franco
nunca les cerró la frontera. La chifladura malintencionada e indocumentada es
una clave importante para entender los embrollos y violencias de nuestra
historia desde la invasión napoleónica, como venía a señalar Julio Cerón y he
razonado en Nueva historia de España.
Aunque los judíos de Marruecos y otros colaboraron económica y
propagandísticamente con Franco durante la Guerra Civil, la mayor parte de los
judíos fuera de España se pusieron al lado del Frente Popular, y era judía una
considerable proporción de los enrolados en las Brigadas Internacionales. El
dato indudable es que muchos de ellos colaboraron con el régimen revolucionario
español dirigido en gran medida por Stalin, tanto mediante una intensa
propaganda en el exterior como con las armas en la mano. Por ello y por la
pervivencia de las historias sobre conspiraciones judeo-masónicas, que
encontraban una presunta confirmación en tales hechos, el régimen de Franco
detestaba a los judíos ashkenazis (en cambio mantuvo la ley, pese a haber
perdido su efecto legal, que ofrecía a los sefardíes la nacionalidad española;
ley promulgada bajo la dictadura de Primo de Rivera, y que permitiría salvar a
bastantes hebreos de los campos de concentración nacionalsocialistas). No es
cierto, desde luego, y contra lo que afirma Martínez Reverte, que judíos y
masones fueran considerados los peores enemigos del régimen: su enemigo jurado
era, sin duda, el estalinismo.
Las historietas de Martínez Reverte parten de una teorización
arbitraria sobre Franco y su régimen, y pasan por alto la realidad. Lo he
explicado en relación con Preston y otros: según ellos, Franco “tenía que”
perder la guerra, dada su inepcia militar; “tenía que” haber entrado en la
guerra mundial, dada su afinidad con el hitlerismo; “tenía que” haber mantenido
a España en el más brutal subdesarrollo, dada su ideología fascista-clerical;
“tenía que” haber sumido a los obreros en la más absoluta miseria, dado su odio
a los partidos obreros, etc. etc. Esta gente cumple a la perfección el dicho:
“no permitas que los hechos estropeen tu bella teoría”. Pues, una vez más, el
hecho, como todo el mundo debiera saber a estas alturas, es que la España
franquista salvó por lo menos a unas 20.000 posibles víctimas del Holocausto, y
aunque no sentía ninguna simpatía por la mayoría de los judíos, nunca llevó esa
aversión a una política de exterminio ni de colaboración con el exterminio
nacionalsocialista. Y ello a pesar de que nunca conoció el alcance de ese
exterminio ni creyó las noticias dispersas que le llegaban al respecto. Sí
conocía en cambio la existencia de una cruel persecución, aunque ignorase hasta
donde llegaba, y ello bastó para proteger a un número relativamente elevado de
perseguidos.
Gran parte de la opinión pública española padece hoy un
auténtico bombardeo de historia-basura. Y uno de sus principales vehículos es el
diario El País, también conocido por El Chafardero Indomable, inspirado,
vaya casualidad, por un elemento de distinguida familia falangista, que trepó en
la prensa del Movimiento gracias a la influencia familiar, para en el momento
oportuno dedicarse de repartir títulos de demócrata o antidemócrata a quienes le
parecieran bien o mal. Como puede imaginarse, la historia basura de Martínez
Reverte es muy celebrada y publicitada en ese periódico, donde ha escrito el
artículo en cuestión». |
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ARRIBA
En “The
American Sephardi”, con motivo del aniversario del
fallecimiento del Generalísimo Francisco Franco, publicó el
artículo que a continuación reproducimos.
«El Generalísimo
Francisco Franco, Jefe del Estado Español, falleció el 20 de
noviembre de 1975. Al margen de cómo juzgarle la Historia, lo
que sí es seguro es que en la historia judía ocupará un puesto
especial. En contraste con Inglaterra, que cerró las fronteras
de Palestina a los judíos que huían del nazismo y la
destrucción, y en contraste con la democrática Suiza que
devolvió al terror nazi a los judíos que llegaron llamando a sus
puertas buscando ayuda, España abrió su frontera con la Francia
ocupada, admitiendo a todos los refugiados, sin distinción de
religión o raza. El profesor Haim Avni, de la Universidad
Hebrea, que ha dedicado años a estudiar el tema, ha llegado a la
conclusión de que se lograron salvar un total de por lo menos
40.000 judíos, vidas que se salvaron de ir a las cámaras de gas
alemanas, bien directamente a través de las intervenciones
españolas de sus representantes diplomáticos, o gracias a haber
abierto España sus fronteras.
[1]
El 23 de octubre de
1940, en los más trágicos momentos de la historia judía europea,
cuando las tropas de Hitler estaban a lo largo de la frontera
española tras la caída de Francia, Franco se entrevistó con
Hitler en la localidad fronteriza francesa de Hendaya, negándose
a satisfacer cualquier de las peticiones de Hitler, incluida la
entrada en vigor de la legislación anti-judía. Frente a este
punto, varios meses más tarde, Franco creó en Madrid y en
Barcelona el Instituto de Estudios Judíos “Benito Arias
Montano”. Su erudita publicación SEFARAD sigue siendo una de las
mejores publicaciones judías que actualmente se editan en todo
el mundo, y la única plenamente subvencionada por un Gobierno
nacional fuera de Israel.
En el otoño de
1953, las actividades del ‘Yamin Nora im’ estaban dirigidas en
Madrid por el Reverendo D. A. Jessurum Cardozo, de Nueva York.
Estos servicios, a los cuales Franco expresó su reconocimiento
personal, eran los primeros oficialmente autorizados en España
desde la expulsión de 1492. [2]
A principios de
1945 Franco permitió a la Agencia Judía que actuara en
territorio español para facilitar la inmigración ilegal de los
supervivientes de los campos de concentración a Palestina, donde
por entonces los británicos impedían la inmigración judía. Tras
la participación de Israel en los acontecimientos de Suez de
1956, a los judíos marroquíes se les prohibió emigrar a Israel.
El Haham, Rabbi Dr. Solomon Gaon, fue recibido en varias
ocasiones en privado por Franco, y España hizo todo lo necesario
para el traslado en masa hacia Israel a través del Sahara
Español, con la aprobación tácita del Gobierno marroquí.
En 1960, en la
clausura de la magnífica Exposición Bibliográfica Sefardita
Internacional, que estuvo abierta al público durante un mes en
la Biblioteca Nacional de Madrid, el Generalísimo concedió a
Haham Gaon la alta distinción española de “Caballero de la Orden
de Alfonso el Sabio”. En sus palabras de contestación al
discurso pronunciado en judeo-castellano, Franco enjugándose las
lágrimas, declaraba: “… el Gobierno español está orgulloso de
haber podido salvar vidas judías durante la II Guerra Mundial y
quiere hacer todo lo posible por aumentar los lazos culturales
entre sefarditas y los españoles”.
[3]
El “I Simposio de
Estudios Sefarditas” se celebró en Madrid del 1 al 6 de junio de
1964. El Gobierno español invitó a estudiantes judíos de todo el
mundo a que leyeran documentos y publicaciones referentes a
aspectos de la cultura sefardita. Sufragado por el Gobierno
español, se publicó en 1970 un volumen de Actas de 781 páginas,
un material indispensable para los estudiantes sefarditas y
quizás el trabajo más importante aparecido en este siglo sobre
estudios sefarditas.
Tras la contienda
entre árabes e israelitas de 1967, Franco dio órdenes a todos
sus Embajadores en los países árabes para que concedieran
pasaportes y visados españoles a cuantos judíos fuera posible.
El Generalísimo Franco intervino personalmente en nombre de los
judíos egipcios “apátridas” detenidos por Nasser e internados en
condiciones inhumanas. Durante 1968, 110 de estas personas
pudieron trasladarse a España.
[4]
En 1965 Franco fue
el primer Jefe de un Gobierno español desde 1492 que recibía en
audiencia a delegados de congregaciones judías en su propio
país. Por sugerencia de Franco, el 14 de diciembre de 1966,
diecinueve millones de españoles votaron a favor de una ley
propuesta por Franco para la concesión de libertad de culto para
todas las religiones no católicas. Inmediatamente se concedió el
permiso para la celebración de actos religiosos judíos públicos.
El 16 de diciembre de 1968 se inauguró en Madrid la primera
sinagoga desde 1492. Para conmemorar el acontecimiento, el
Ministerio de Justicia, por mandato del Jefe del Estado,
confirmó la derogación del Edicto de Expulsión de 1492. Se le
envió de forma oficial el documento a D. Samuel Toledano, de la
Congregación de Madrid, enviándosele una copia a Haham Gaon, en
Londres. [5]
El 13 de junio de
1971, para satisfacer un deseo largamente acariciado por el
Generalísimo Franco –su Decreto 874 de 18 de marzo de 1964,
incluido en “Actas” 61 3-5– la antigua Sinagoga del Tránsito, de
Toledo, fue “devuelta al judaísmo” de forma oficial, a falta de
una comunidad judía, se le ha convertido en un espléndido Museo
Judío, en espera de su futura consagración como “Casa de la
Oración Sefardita Judía”. Presidieron la inauguración del Museo,
Haham Gaon y el Ministro español de Educación.
[6]
Cuando Tánger y
Tetuán fueron anexionadas a Marruecos, el Gobierno español
invitó a todos los habitantes judíos de estas dos ciudades a que
se instalaran en España. En estos momentos la comunidad judía
malagueña cuenta con más de 2.500 miembros. Por orden de
Francisco Franco, un artista judío recibió el encargo de
esculpir una estatua de Ibn Gabirol, que fue erigida en un
parque de Málaga, donde había nacido el poeta. El 21 de abril de
1972, se organizó una gran ceremonia en Málaga para conmemorar
el 950 aniversario del poeta. Fueron invitados a los actos
especialistas en literatura judía de las universidades españolas
y del extranjero. Gracias a los esfuerzos de Franco, en 1972
España era el único país en el que, al margen de Israel, todas
las Universidades estatales tenían un Departamento de Estudios
Judíos.
Merced a Franco ha
estado saliendo de las prensas españolas en los últimos treinta
años un continuo fluir de publicaciones didácticas referentes a
la cultura judía. Esta contribución española al tema bajo el
Generalísimo Franco, llevada a cabo punto menos que
exclusivamente por estudiantes españoles, es un fenómeno único
en la historia del pueblo judío.
[7]
El “Sabat Vayislah”,
18 Kisley 5736 (22 de noviembre de 1975), los coeditores de
“The American Sephardi” acudieron a rezar un responso por el
alma del Generalísimo Francisco Franco ante el arca de la
histórica Sinagoga Hispano-Portuguesa, en la ciudad de Nueva
York. Tras mencionarse su nombre, a petición suya se añadió la
frase: “sehu” azar hayehudim bime hamilhama hagedola (por su
ayuda a los judíos durante la Gran Guerra).
Winston Churchill,
en sus famosas Memorias, afirma que la última posibilidad
de triunfo de Hitler fue frustrada por Franco, cuya “política
durante toda la guerra fue totalmente egoísta… Únicamente pensó
en España y en los intereses españoles… Este gran peligro había…
pasado y, aunque no lo sabíamos, pasó para siempre. Está de moda
en estos momentos explayarse sobre los defectos del General
Franco, pero yo, por esta razón, quiero mencionar aquí la
segunda intención… de sus conversaciones con Hitler… Y
mencionaré también servicios mucho mayores que… prestó el
General Franco a la causa Aliada”.
[8]. No hay una sola palabra
en los cuatro volúmenes de las Memorias de Churchill
sobre la suerte de los judíos en la Europa ocupada.
Dejando de lado
cualesquiera otras consideraciones, los judíos deberían honrar y
bendecir el recuerdo de este gran benefactor del pueblo judío…
que ni buscó ni obtuvo ningún beneficio de lo que hizo.
______________________
[1] Haim Avni:
“Yad Vashem Studies on the European Jewish Catastrophe and
Resistance”. Jerusalem, 1970, VIII, 31-68.
“La España
Contemporánea y el Pueblo Judío”. Jerusalem, 1975, 292 páginas.
Federico Ysart:
“España y los judíos en la II Guerra Mundial. Barcelona, 1973,
231 páginas.
↑
[2] D. y T. de
Sola Pool: “An Old Faith in the New World”. New York, 1955, 86-7
↑
[3] Kol Sepharad.
–London– nº 15. Junio de 1960
↑
[4] Joseph A. Hasson: “Los judíos en los países árabes. The American Sephardi,
III, 1-2, septiembre de 1969, 102
↑
[5] The
American Sephardi, I, 2, 1967, 26 III, 1-2, 1969, 126-7
↑
[6] The
American Sephardi. V, 1-2, 1971, 143-5
↑
[7] The
American Sephardi. VI, 1-2, 1973, 66-69.
↑
[8] Winston S.
Churchill: “La II Guerra Mundial. II. Sus mejores horas (Their
Finest Hour). New York, 1949, páginas 519-530
↑
ARRIBA
Vamos a
transcribir algunos de los testimonios de la inmensa,
enérgica y eficiente actividad que durante la II Guerra
Mundial, desplegó el Gobierno español a favor de los judíos.
Son textos de telegramas del Ministro de Asuntos Exteriores
que por sí mismos expresan lo que en 1944 fue aquella
batalla dada valientemente por España.
[N. del A.]
Respetamos completamente la escritura
de los diferentes documentos, en lo que hace referencia a su
redacción, casi todos telegráficos y a la ausencia de comas y
otros signos ortográficos.
ARRIBA
Del Embajador
de España en Washington al Ministro de Asuntos Exteriores.
Expedido 2 de octubre de 1944.
“Con referencia
a mi telegrama nº 1.161 Congreso judío mundial clausurado
ayer aprobó conclusiones publicadas hoy esta Prensa entre
las cuales se expresa agradece España protección dada judíos
perseguidos especialmente Hungría. Verbalmente miembros
importante mencionado Congreso me han expresado también este
agradecimiento.”– CARDENAS.
ARRIBA
Ministerio de
Asuntos Exteriores. Expedido el 14 de octubre de 1944. El
Ministro de Asuntos Exteriores al Embajador de España en
Washington. Núm. 695 cif.
“Sírvase V.E.
contestar a interesados con referencia a su telegrama número
974 que España viene realizando ya reiteradamente gestiones
de referencia y que accediendo ahora con mucho gusto a su
solicitud doy instrucciones concretas nuevamente a nuestro
Embajador en Berlín para que realice con el máximo interés
cuantas gestiones sean necesarias en defensa de las personas
e intereses de israelitas en general y en especial de los
hispanoamericanos no limitándonos a aquellos que son
súbditos de países que nos han encomendado su protección
sino extendiendo sus gestiones también a aquellos que
permanecen en países que no nos las han encomendado. Puede
V.E. manifestar también que en forma constante y reiterada
se van haciendo toda clase de esfuerzos no siempre con éxito
para defender a los sefarditas de nacionalidad española que
se hallan en campos de concentración alemanes habiéndose
conseguido como es bien sabido que varios centenares de
ellos hayan podido entrar en España y salir en plena
libertad con destino a diferentes países.”– LEQUERICA.
ARRIBA
El Embajador de
España en Washington al Ministro de Asuntos Exteriores. 26
de octubre de 1944. Núm. 1.034.–cif.
“Me ha visitado
uno de los rabinos a que se refiere mi telegrama 974,
interesando que España intervenga a favor grupo 16.000
judíos evacuados de Lituania a Alemania sin que conste donde
fueron dirigidos. Solicita que aquellos evacuados sean
considerados como internados civiles y se permita a la Cruz
Roja Internacional abastecerles con alimentos y otros
socorros. Dice además podría intentarse hacerlos salir de
Alemania creyendo que Suecia estaría dispuesta a recibirlos
aunque este último extremo no les conste con seguridad.”–
CARDENAS.
ARRIBA
Ministerio de
Asuntos Exteriores. Madrid, 28 de Octubre de 1944. El
Ministro de Asuntos Exteriores al Embajador de España en
Washington. Núm. CIFRADO.
POLÍTICA EXTERIOR.
“Desde hace
tres años España viene accediendo reiteradamente y con la
mejor buena voluntad a cuantas peticiones presenten
comunidades judías directamente o a través de V.E. o de
Embajador en Londres o de otros Jefes de Misión América
habiendo dado ello lugar a enérgicas intervenciones no sólo
en Berlín sino en Bucarest Sofía Atenas Budapest etc. con
desgaste evidente de nuestras Representaciones diplomáticas
y llegándose en algunos momentos a discusiones enérgicas por
defender nosotros esos intereses. Gracias a estas gestiones
numerosos israelitas de Francia han podido pasar nuestra
frontera y continuar su viaje donde desearan, otros se han
visto eficazmente protegidos durante todo el tiempo de
ocupación alemana en Francia Holanda y otros países y gran
número de sefarditas han visto mejorado considerablemente
trato que sufrían en campos concentración y aún han podido
salir de éstos recuperando libertad al entrar en España. Con
el mismo criterio estoy dispuesto a seguir interviniendo con
referencia su telegrama nº 1034 por motivos humanitarios a
los que España en ningún caso deja de hacer honor pero
siendo ésta situación no puede menos de causar profundo
sentimiento a Gobierno español el advertir que por empresas
periodísticas de radio o de difusión noticias controladas
por elementos israelitas especialmente en Estados Unidos se
hacen intensas y reiteradas campañas calumniosas contra
España como la que en momentos actuales está en curso por lo
que debe V.E. convocar a cuantos se han interesado por estas
cuestiones ante V.E. ahora y en tiempos pasados para
manifestarles vivo deseo de España de que comunidad
israelita interponga toda su influencia para que esa campaña
cese esperando que como temerosos de Dios y partidarios de
la verdad hagan cuanto sea posible para que evidentes
calumnias faltas de todo fundamento se sigan difundiendo por
organismos de información en que ellos puedan tener
influencia y especialmente por aquellos controlados por
israelitas en Estados Unidos. Sírvase V.E. poner en esto
máximo celo y actividad por ser incomprensible que
reiterados y eficaces esfuerzos España no haya dado lugar a
muestra alguna de reconocimiento por parte esas
comunidades.”– LEQUERICA.
Éste mismo
documento del Ministro de Asuntos Exteriores, José Félix de
Lequerica Erquiza, lo envió con fecha 14 de noviembre de 1944 al
Embajador de España en Londres, añadiendo un último párrafo,
como sigue:
“Precisamente
habiéndose tenido noticias de que contra promesas
reiteradamente hechas por Gobierno húngaro éste desconoce
validez pasaportes españoles y algunos países
hispanoamericanos a sefarditas he ordenado a Legación España
en dicha ciudad presente la más enérgica reclamación
pidiendo inmediatas y amplias satisfacciones conviniendo lo
comunique así a interesados. Gobierno está decidido ha hacer
respetar por todos medios sus derechos a este respecto de
suerte que protección pueda ser efectiva.”– LEQUERICA.
ARRIBA
Ministerio de
Asuntos Exteriores. Expedido el 16 de noviembre de 1944. El
Ministro de Asuntos Exteriores al Embajador de España en
Washington. Núm. 801.–cifrado.
“Complementando
noticias anteriores con referencia su telegrama 1.091
Encargado Negocios en Budapest ha podido conseguir que
protección española sea extendida oficialmente a favor de
trescientos judíos a quiénes a pesar de no tener
nacionalidad española ha concedido pasaporte nuestro
provisionalmente. Además ha expedido cerca de dos mil
“cartas de protección” con las que hasta ahora se han
salvado otros tantos judíos de campos concentración y de
deportación. Esta actuación hecha tras insistentes órdenes
por nuestra parte y múltiples reclamaciones diplomáticas ha
tenido extraordinaria eficacia precisamente en momentos en
que judíos eran más perseguidos y en que sin consideración
ninguna a protecciones y nacionalidades se les embarcaba en
trenes con destino a campos concentración. En cambio cuantas
gestiones se han hecho para traerlos a España han resultado
infructuosas y en vista de atrocidades cometidas, día 14
novbre, se han reunido Representantes Suiza Suecia y España
bajo presidencia Nuncio acordando por unanimidad hacer
gestión colectiva pidiendo a Gobierno húngaro trato más
humano y cese completo persecución según viene solicitando
insistentemente nuestro Encargado de Negocios. En Francia
han podido como es público acogerse a nuestra protección
muchos cientos de judíos que han pasado frontera a partir de
verano 1943 en múltiples grupos o que han beneficiado
criterio especial tolerancia en nuestros puestos fronterizos
al presentarse sin documentación alguna. Los que quedaron en
Francia obtuvieron después de repetidas gestiones Embajada
española con intervención mía personal que sus bienes
sometidos en principio a confiscación por autoridades
alemanas pasaran a administradores españoles designados por
nuestros Consulados salvándose así la totalidad de intereses
españoles y llegando a evitárseles toda clase de molestias
personales como consecuencia esta amplísima protección.
Judíos griegos han sido objeto especialísima atención y
después de haber hecho venir varios grupos sacándolo de
campos concentración Alemania seguimos insistentemente
reclamando mejor trato para todos los sefarditas españoles
en campo concentración ya que hoy no pueden venir habiéndose
logrado éxito positivo en estas reclamaciones pues
unánimemente los salidos de campos concentración presentan
aspecto inmejorable y manifiestan que trato ha sido en lo
relativo satisfactorio. No se tiene conocimiento de una sola
defunción de sefarditas españoles o protegidos nuestros en
campos concentración ni siquiera enfermedades fuera de lo
normal que puedas suponerse producidas por esa situación. En
Bulgaria y Rumania hasta entrada tropas rusas ha sido
incesante la actuación nuestras Legaciones obteniéndose
resultados sumamente satisfactorios pues prácticamente toda
colonia española (salvo raros casos concretos excepcionales)
ha podido defenderse y subsistir en condiciones de muy grave
dificultad. Además se ha hecho en general una larga serie de
reclamaciones respecto a judíos de nacionalidades
hispanoamericanas que nos tienen encargada protección de sus
intereses. Múltiples y apremiantes reclamaciones en este
sentido han dado lugar en algún momento a situación difícil
de nuestra Representación en Berlín que ha tenido que
soportar a causa estas intervenciones momentos de malhumor
por parte autoridades alemanas que reiteradamente han dicho
no aceptaban interviniéramos en asuntos en que no teníamos
título jurídico para actuar a pesar de lo cual y de gastarse
grandemente nuestra influencia en perjuicio intereses
propios hemos seguido siempre por consideraciones de caridad
y humanidad esforzándonos por obtener mejor trato. Lo digo
V.E. para su conocimiento aunque no conviene que punto
relativo a expedición pasaportes sea publicado para no
perjudicar futuras actuaciones.”– LEQUERICA.
ARRIBA
Nació en Zaragoza el 28 de
septiembre de 1910. Estudió en los Escolapios y después
cursó la carrera de Derecho en Madrid y en 1933, a los 23
años, ingresó en la Escuela Diplomática. El 18 de julio de
1936 con el estallido de la Guerra Civil española, se enroló
de voluntario en las tropas nacionales como conductor de
camiones del Cuerpo de Ejército Marroquí. Una vez finalizada
la contienda, fue destinado en el año 1939, como encargado
de negocios en la embajada de El Cairo (Egipto), hasta que
en 1943 fue trasladado a la Legación española en Budapest.
Se casó con Adela Quijano, natural de los Corrales de Buelna
(Cantabria) con la que tuvo cinco hijos. Además de esposa,
fue una entregada colaboradora de su marido en la difícil y
arriesgada misión de salvar judíos en la II Guerra Mundial.
ARRIBA
El almirante Miklós Horthy,
regente de Hungría, fue obligado por Hitler a nombrar un
gobierno pro nazi encabezado por Döme Sztojay. A
continuación comenzaron a aplicarse en todo el país y
particularmente en Budapest las medidas anti judías,
empezando por la obligación de llevar la estrella de David y
terminando por la deportación. En mayo de 1944 el Encargado
de Negocios de España en Budapest Miguel Ángel Muguiro
informó al gobierno de la situación. En aquel momento España
no había reconocido aún al gobierno de Sztojay y en junio
Muguiro tuvo que abandonar el país acusado de haberlo
impedido con sus informes, no sin antes haber tramitado los
visados que salvaron a 500 niños. De esta manera Sanz Briz
quedó convertido en el representante oficial de España en
Hungría. En julio de 1944 Ángel Sanz Briz calculaba en medio
millón el número de judíos deportados y había empezado a
conceder visados con los que 1.684 judíos pudieron huir a
Suiza.
El 15 de octubre de 1944 el
almirante Horthy fue detenido, llegando al poder Ferenc Szálasi,
el líder de los nazis húngaros. Inmediatamente la persecución
contra los judíos se endureció.
ARRIBA
Desde su puesto puso en
práctica todo tipo de estratagemas que consiguieron que
miles de judíos escaparan de una muerte segura a manos de
los nazis. Como primera medida logró convencer a las
autoridades húngaras para que aceptaran su protección sobre
doscientos judíos de origen sefardí, a los que el Gobierno
de Franco reconoció su derecho a la nacionalidad española.
Una vez concedido el permiso por las autoridades, como sea
que sólo encontró a 45 sefarditas, empezó por repartir el
resto entre judíos asquenazíes que eran mayoría en Budapest.
Luego se le ocurrió a Sanz Briz el
subterfugio de conceder pasaportes a 200 familias en vez de a
200 individuos, y finalmente acabaría por dar pasaportes a miles
de judíos mediante diversos trucos.
El propio Sanz Briz relataba a
Federico Ysart en su libro España y los judíos: “Después
la labor fue relativamente fácil. Las 200 unidades que me habían
sido concedidas las convertí en 200 familias; y las doscientas
familias se multiplicaron indefinidamente con el simple
procedimiento de no expedir documento o pasaporte alguno a favor
de los judíos que llevase un número superior al 200.”
En noviembre de 1944 se obligó a
los judíos protegidos por países neutrales a concentrarse en un
gueto, en medio de constantes rumores sobre su posible
deportación a campos de exterminio.
Ángel Sanz Briz, siguiendo el
ejemplo del diplomático sueco Raul Wallemberg, el cual alquilaba
casas para acoger a los judíos y con el consentimiento y la
ayuda del Gobierno del Generalísimo Franco, que ya había dado
anteriormente órdenes a Sanz Briz en el sentido de hacer “algo”
por los judíos, compró y alquiló hasta once edificios destinados
a albergar a los judíos perseguidos, a los que proporcionó
además de techo, comida y atención médica hasta que pudieran
salir del país. En dichos edificios colocó el cartel de “Anexo
de la Embajada de España” y ondeando la bandera española.
ARRIBA
El modelo de los documentos
falsos que emitió el diplomático español a favor de Mor
Mannheim, el cual salvó la vida, así como a más de 5.000
judíos húngaros estaba fechado en Budapest el 14 de
noviembre de 1944, y decía:
“Certifico que Mor Mannheim,
nacido en 1907, residente en Budapest, calle de Katona
Jozsef, 41, ha solicitado, a través de sus parientes de
España, la adquisición de la nacionalidad española. La
Legación de España ha sido autorizada a extenderle un visado
de entrada en España antes de que se concluyan los trámites
que dicha solicitud debe seguir”.
El firmante del documento era Ángel
Sanz Briz, el joven diplomático español, jefe de la Legación
española, que bajo las órdenes del Gobierno de España y con la
ayuda de su amigo, el italiano Giorgio Perlasca, emitió esos
salvoconductos a todos los judíos alegando que eran sefarditas.
La mujer de Sanz Briz, Adela
Quijano abandonó Budapest a principios del año 1944, poco
después de dar a luz a Adela, la mayor de sus cinco hijos. El
diplomático permaneció allí solo, pues como manifestó “era su
obligación”.
El día 1 de diciembre de 1944 Sanz
Briz, que se negaba a reconocer el gobierno filo nazi de Szálasi,
se vio obligado a dejar Budapest y se refugió en Suiza.
En una Budapest bombardeada
constantemente, dividida por la ocupación nazi y la del Ejército
Rojo, Sanz Briz utilizó todos los recursos posibles para evitar
que miles de personas fueran conducidas a los campos de
concentración de Auschwitz y Birkenau.
En total se calcula que gracias a
Ángel Sanz Briz, Miguel Ángel Muguiro y Giorgio Perlasca se
salvaron alrededor de 5.200 vidas.
Ángel Sanz Briz falleció en Roma en
1980, cuando ya estaba a punto de concluir su brillante carrera
diplomática.
ARRIBA
Con motivo del 50 aniversario
del Holocausto, el Gobierno húngaro rindió homenaje a la
labor del diplomático español, descubriendo el alcalde de
Budapest una placa colocada en la fachada del número 35 de
Szent István, frente a la plaza de San Esteban, con la
siguiente inscripción: “Que esta plaza conserve el
recuerdo del Encargado de Negocios de España, don Ángel Sanz
Briz, quien en 1944, durante la siniestra época, salvó la
vida de varios miles de judíos. ¡Qué su memoria sea
bendecida! El Gobierno del Reino de España, la Comunidad de
Creyentes Judíos de Budapest, la Comisión Conmemorativa del
Holocausto de Hungría. La Alcaldía de la Capital. La
Alcaldía del Distrito XIII. Budapest, 16 de octubre de
1994.”
El presidente de Hungría Arpád
Göncz impuso a su viuda, Adela Quijano, la medalla de oro de la
Magyar Köztársaság Tiszti Keresztje, equivalente a la española
Orden del Mérito Civil. Al acto asistió el entonces ministro de
Asuntos Exteriores español, Javier Solana. En España el rostro
de Sanz Briz ilustró una emisión de sellos de Correos,
conmemorativos de una serie dedicada a los derechos humanos.
ARRIBA
El que continuó la labor, una
vez que Sanz Briz tuvo que huir a Suiza, fue su amigo y
compañero en la Legación, Giorgio Perlasca.
Nació en Como (Italia) el 31 de
enero de 1910, pero a los pocos meses de su nacimiento, sus
padres se trasladaron con toda la familia a Maserà di Padova. De
religión católica y seguidor, cuando era un adolescente, de las
ideas nacionalistas de Gabriele D’Annunzio. A los 26 años se
alistó como voluntario para luchar en el bando de Franco, al
enterarse de la quema de iglesias durante el mandato del Frente
Popular. Combatió en el transcurso de la Guerra Civil española
en un regimiento de Artillería. Perlasca aprendió el español,
idioma que le sería decisivo para su posterior acción de
salvamento de los judíos sefarditas.
Finalizada la contienda regresó a
Italia en donde le sorprendió el comienzo de la II Guerra
Mundial y la alianza entre Mussolini y Hitler. Fue en ese
momento cuando Perlasca abandonó el fascismo. El viejo rencor
hacia Alemania, país contra el cual Italia había peleado en la I
Guerra Mundial, y las leyes raciales alemanas entradas en vigor
en 1938 y que representaban una explícita persecución de los
judíos italianos, le hicieron abandonar el Fascismo y decidió
permanecer leal sólo al Rey Víctor Manuel III.
Después de la entrada en guerra de
Italia como aliada de Alemania, en 1940 fue enviado como
Encargado de Negocios con categoría de diplomático a los países
del Este, para comprar carne para el ejército italiano.
El 8 de septiembre de 1943, cuando
entre Italia y los Aliados se firmó el armisticio, que
significaría una profunda grieta entre el Fascismo y la
Monarquía, Perlasca se encontraba en Budapest. Sintiéndose
vinculado por el juramento de fidelidad prestado al Rey de
Italia, rehusó adherirse a la República Social italiana y por
ello estuvo recluido algunos meses en un castillo húngaro
destinado a los diplomáticos.
Aprovechando un pase médico que le
permitía viajar dentro de Budapest, se escapó y pidió asilo en
la Embajada de España. Como combatiente de la Guerra Civil
española tenía un documento firmado por el Generalísimo Franco
que decía:
“Querido camarada: en
cualquier parte del mundo que te encuentres, dirígete a las
Embajadas españolas.”
Así pues, se convirtió en ciudadano
español, consiguiendo un pasaporte en toda regla a nombre de
“Jorge” Perlasca, empezando a ayudar al embajador español Ángel
Sanz Briz en la obra humanitaria de protección que España estaba
llevando a cabo junto con las demás potencias neutrales
presentes en la capital magiar, como Suecia, Portugal, Suiza y
Ciudad del Vaticano.
Enterado el Ministerio del Interior
del Gobierno húngaro de la precipitada marcha de Sanz Briz,
mandó desalojar las casas protegidas. Fue entonces cuando
Perlasca decidió arriesgar su vida para salvar los judíos
refugiados en las casas protegidas por la Embajada española.
Ante los milicianos húngaros que habían venido para registrar
los edificios, Perlasca les dijo: “¡Suspenderlo todo! ¡Os estáis
equivocando! Sanz Briz ha ido a Berna para comunicar más
fácilmente con Madrid. La suya es una misión diplomática
importantísima. Informaos en el Ministerio de Asuntos
Exteriores. Existe una expresa nota de Sanz Briz en que me
nombra su sustituto en su ausencia.” Le creyeron y suspendieron
las operaciones de registro.
Al día siguiente, en papel con
membrete oficial y con sellos auténticos, rellenó de su puño y
letra su propio nombramiento a Cónsul español que presentó en el
Ministerio de Asuntos Exteriores, donde sus credenciales fueron
aceptadas sin ninguna reserva.
Perlasca actuó durante 45 terribles
días como cónsul y único regente de la Embajada española,
logrando salvar a húngaros de religión judía hacinados en las
“casas protegidas” a lo largo del Danubio, sustrayéndolos a la
deportación y a los campos de concentración, protegiéndolos y
alimentándoles día tras día. Organizó su resistencia; consiguió
dinero y comida; negoció como un verdadero diplomático con los
nazis; falsificó certificados y firmó papeles oficiales, etc.
Concluyó su humanitaria tarea a la
llegada de la armada Roja a Budapest. Los soviéticos le
condenaron a trabajos forzados por ser español y ‘fascista’. A
los ocho meses y después de un largo y rocambolesco viaje por
los Balcanes y Turquía, pudo Perlasca volver a Italia.
Encerrado en su discreción no contó
ni a su familia, su historia de valor, altruismo y solidaridad.
Pero a principios de 1990, algunas mujeres húngaras, que eran
unas chiquillas en la época de las persecuciones, a través del
periódico de la comunidad judía de Budapest, buscaron noticias
de aquel diplomático español que las había salvado. También
gracias a los periodistas italianos Gianni Minoli y Enrico
Deaglio, éste último con su libro La banalidad del bien,
Giorgio Perlasca salió del silencio.
En el año 1991, un año antes de su
muerte, escribió Perlasca a Su Majestad el Rey de España Juan
Carlos I:
“Ha sido para mí un gran
placer trabajar por cuenta de España, país al que siempre me
han ligado tantos vínculos, por la salvación de tantas vidas
humanas y lamento no haber podido, o sabido, hacer más.”
Los testimonios de los numerosos
salvados empezaron a llegar a los periódicos, televisiones y
libros. Giorgio Perlasca falleció a los 82 años el 15 de agosto
de 1992 y está enterrado en el cementerio de Maserà, a pocos
kilómetros de Padua. En su lápida quiso que se escribiese sólo
una frase en hebreo: “Justo entre las Naciones.”
ARRIBA
Así lo
manifestó Isser Harel, antiguo jefe del Shin Beth y del
Mossad –los dos principales servicios secretos israelíes– en
la entrevista publicada en El País y firmada por
Víctor Cygielman desde Tel Aviv el 2 de enero de 1989,
revelando datos que pocos conocen acerca de la salida de
judíos con escasos medios económicos de Marruecos entre 1957
y 1961 hacia el Estado de Israel
«La ayuda
española en el rescate de judíos marroquíes, de paso hacia
Israel, de 1957 a 1961, una ayuda discreta, constante y
totalmente desinteresada, nos permitió hacer salir de
Marruecos, clandestinamente, a cerca de 25.000 judíos, que
tras una breve estancia en territorio español partían hacia
Israel. Esta epopeya habría sido imposible sin la
cooperación tácita de los españoles».
Isser Harel nació
en Rusia en 1912 en la ciudad de Witebsk. Se llamaba entonces
Isser Halperin. En 1922, la familia Halperin parte para Letonia
y se instala en Dvinsk. Ocho años más tarde los Halperin se
embarcan para Israel, entonces la Palestina estaba bajo
jurisdicción británica. Durante 11 años Isser Halperin se dedica
a la agricultura. En 1941 forma parte de la haganah, auto
defensa armada clandestina. Posteriormente entra a formar parte
del servicio de información de esta organización, el Shay que
jugará un papel crucial en la preparación de la independencia en
1948-1949 y será el precursor de los servicios secretos
israelíes.
Harel, cuenta
ahora, como en 1955, agentes israelíes, enviados por él llegan
ilegalmente a Marruecos con pasaportes falsos. Toman contacto
con las comunidades judías residentes en este país, desde
ciudades como Rabat, Marraquech o Fez hasta las montañas del
Atlas. En aquel momento, el objetivo de aquellos agentes,
–preparados especialmente y conocedores, al menos, del árabe y
el francés–, es concreto: formar los cuadros y después los
grupos de autodefensa entre la población judía local, una
especie de haganah o ejército israelí en el exilio.
La independencia de
Marruecos, que se produce en abril de 1956, está a las puertas y
con la retirada de las autoridades francesas, podían esperarse
explosiones antisionistas contra los judíos marroquíes.
ARRIBA
«Cuando
Marruecos logra la independencia en 1956, viven en el país
cerca de 200.000 judíos, y solamente las elites y una parte
de la burguesía y de los intelectuales han podido abandonar
el país o están a punto de hacerlo, habitualmente vía
Francia. La gran masa del pueblo, los artesanos,
comerciantes, vendedores ambulantes y agricultores judíos
permanecen en el país. Se sienten desorientados, pero no
tienen más que un solo sueño: partir hacia Sión, reunirse
con los miles de judíos marroquíes que viven ya en Israel».
«Durante todo
el tiempo que se mantuvo el poder francés, los judíos podían
emigrar libremente hacia Israel. Con la independencia, se
hacía difícil sino imposible lograrlo. Cada judío es
sospechoso de querer partir para Israel. De golpe, nuestros
agentes en Marruecos y los cuadros de la haganah marroquí
(autodefensa judía) reciben una nueva misión: hacer salir,
clandestinamente, el máximo número posible de judíos
marroquíes. Estamos a fines de 1956. Nuestros hombres
fabrican falsos pasaportes marroquíes y organizan la nueva
diáspora. En medio de la noche era frecuente que se
despertara a los habitantes judíos de todo un pueblo para
decirles: 'Haz el petate, salimos para Israel'; y así lo
hacían, emprendiendo un camino de varios centenares de
kilómetros, a veces con un mínimo de subsistencias, llevando
consigo bebés, ancianos...»
Pregunta.
¿Cómo? Marruecos no tiene frontera común con Israel.
Respuesta.
Exacto, pero aquí interviene la conexión española. Los enclaves
españoles en territorio marroquí, Ceuta y Melilla, eran las
tierras no árabes más próximas. Fue hacia estos lugares hacia
donde comenzamos a dirigir los primeros grupos de judíos.
P.
¿Habían entrado en contacto con las autoridades españolas para
arreglar la acogida de esos viajeros ilegales?
R.
En absoluto, no nos reunimos nunca con ningún funcionario
español, un gobernador civil u otro representante del poder de
Franco. Como no teníamos mucha elección, hicimos atravesar a los
judíos la frontera marroquí-española y esperar que hubiera
suerte, pero he aquí que para nuestro alivio, los policías y
aduaneros españoles nos dejaron actuar sin problemas. La acogida
era incluso calurosa. Habíamos preparado centros de alojamiento
provisionales y desde allí, después de una noche en Ceuta o
Melilla, estos judíos marroquíes tomaban el barco para dirigirse
a Algeciras.
P.
No puedo creer que una operación de esta envergadura, que duró
varios años, no llegara a oídos del Gobierno de Franco.
R.
Probablemente lo supieron muy arriba, pero las autoridades
españolas no tomaron nunca medidas para detener o prohibir la
flota de refugiados judíos que llegaban clandestinamente a su
territorio.
P.
¿Cómo explica esta actitud?
R.
Hay, sin duda, varias razones. Los españoles no tenían
demasiadas simpatías por un Marruecos que les disputaba lo que
quedaba de las posesiones españolas en África del Norte. Además,
al régimen de Franco, aunque aliado de Hitler, no le complacían
las violentas persecuciones antijudías. España dio refugio a
numerosas familias judías, que huían del infierno nazi durante
la Segunda Guerra Mundial. España había ido incluso más lejos:
Madrid había autorizado a los cónsules españoles en Europa
oriental y central a conceder pasaportes españoles a los judíos
cuyos apellidos tuviesen una identidad histórica española, como
Toledano, Bejarano, Castro ... lo que salvó a cientos de judíos,
sobre todo en Rumania, de la deportación hacia los campos de
muerte hitlerianos. Creo también que el recuerdo, los
sentimientos de malestar y vergüenza, ligados a la expulsión de
los judíos españoles en 1492, bajo la Inquisición, estuvo
presente en la actitud de los españoles ante los judíos que
huían de Marruecos. Los responsables locales tanto en Ceuta y
Melilla, como en Algeciras, sabían perfectamente que los judíos
que les enviábamos estaban allí de paso, por una o dos noches, y
salían seguidamente para Marsella y de allí a Haifa.
Evidentemente, les podrían haber detenido y haberles devuelto a
territorio marroquí, como hicieron a menudo los suizos durante
la Segunda Guerra Mundial, cuando expulsaban sin piedad a los
judíos que huían de los nazis. El hecho es que los españoles
acogieron a los refugiados judíos, espontáneamente sin
problemas, sin consultar previamente a sus jefes jerárquicos en
Madrid. Fue impresionante, emocionante.
P.
¿Sabían las autoridades marroquíes que los españoles les
ayudaban a hacer salir a sus judíos?
R.
Por supuesto. Todos esos judíos no desaparecían en la
naturaleza. La Liga Árabe, aguijoneada por Nasser, protestaba
regularmente ante Marruecos y las autoridades marroquíes
protestaban ante España. En Marruecos, la policía daba caza a
nuestros hombres, a los jóvenes judíos marroquíes miembros de
nuestra red. Muchos de estos jóvenes fueron detenidos,
torturados, encarcelados durante largos años. Sabían que lo
arriesgaban todo, incluso su vida, pero continuaban su misión.
Sin su espíritu de sacrificio no habríamos tenido éxito.
P.
En 1958, Isser Harel realiza un “viaje de inspección” a
Marruecos. Por supuesto, bajo una falsa identidad. Visita las
distintas comunidades judías, se entrevista con los responsables
locales de la haganah. ¿Por qué?
R.
“Quería comprobar dos cosas: en primer lugar, los judíos ¿tenían
algún porvenir en Marruecos?, segundo, ¿querían realmente
emigrar a Israel? Volví a Israel convencido de que era preciso
ampliar y acelerar el movimiento de partida de los judíos
marroquíes. Mi posición fue examinada por un comité de
dirigentes como Ben Gurion, Golda Meir y el doctor Nahum
Goldmann, éste último entonces presidente de la Organización
Sionista Mundial. Ben Gurion y Golda Meir me apoyaron en contra
de Goldmann”. Era preciso entonces elaborar una estrategia para
conseguir que las autoridades marroquíes no entorpecieran la
salida de los judíos. De un lado, intensificamos la propaganda
antimarroquí en el mundo, denunciando todo acto de tortura.
Nuestra red distribuía panfletos y, a pesar de las olas de
detenciones, hacíamos la vida difícil a las autoridades de
Rabat. Por otra parte, propusimos rescatar a los judíos
marroquíes. Tomamos contacto con personalidades locales,
próximas al rey y pagamos por adelantado medio millón de dólares
(mucho dinero para la época) para mostrar que hablábamos en
serio cuando decíamos que estábamos dispuestos a comprar la
emigración de los judíos marroquíes”.
P.
¿Cuánto pagaron en total para comprar la libre salida de los
judíos?
R.
No puedo decirlo. No sabemos siquiera a estas alturas si el
dinero llegó a manos de los destinatarios: las autoridades
marroquíes, porque debíamos hacer llegar el dinero a los
intermediarios. Entre tanto, un pequeño barco, pilotado por un
capitán español se hundió en una tempestad, en el estrecho de
Gibraltar. 42 personas, entre ellas varios bebés, perecieron
ahogadas. La opinión mundial se conmovió ante el suceso. A
continuación pudimos prometer, a través de intermediarios, a las
autoridades marroquíes que si dejaban salir a los judíos Israel
no se mezclaría en el asunto. Una organización caritativa
norteamericana abrió una oficina en Marruecos. Las listas de
emigrantes potenciales nos eran transmitidas discretamente a
través de esta vía. Los judíos partían legalmente hacia
Gibraltar, Algeciras o incluso directamente a Marsella y de allí
viajaban a Israel.
P.
¿Y Marruecos dejaba actuar?
R.
No era fácil para el rey Mohamed V y sus hombres. El partido
marroquí Istiqlal, pro Nasser, se comportaba de manera
amenazante. Los agentes de Egipto planeaban derrocar el régimen
de Rabat. La Liga Árabe protestaba, pero los judíos marroquíes
llegaban a Israel. Desde finales de 1961 a marzo de 1963,
pudimos encaminar hacia Israel unos 76.000 judíos que con los
25.000 llegados entre 1957 y 1961 hace un total de alrededor de
100.000. La operación que había recibido el nombre codificado
Yakhin fue coronada por el éxito. En gran parte, gracias a la
buena voluntad, los sentimientos humanitarios de los españoles
de Ceuta, de Melilla, pese a que Israel no tenía relaciones
diplomáticas con España, pero los españoles tenían corazón».
ARRIBA
• En una entrevista que mantuvo
Ángel Sanz Briz, siendo Cónsul General de España en Nueva
York, con el historiador judío Isaac Molho, le manifestó
que todo el mérito de sus acciones se debía al Generalísimo
Franco.
• Para ser fieles a la Historia
citaremos el testimonio del rabino Chaim Lipschitz, del
seminario hebreo Torah Vodaath and Mesivta, de
Brooklyn, publicado en la revista Newsweek en febrero
de 1970:
“Tengo pruebas de que el
jefe del Estado español, Francisco Franco, salvó a más
de sesenta mil judíos durante la II Guerra Mundial. Ya
va a ser hora de que alguien dé las gracias a Franco por
ello”.
• En el libro La banalidad
del bien de Enrico Deaglio. (Editorial Feltrinelli.
Milán, y publicada en España por Herder), en uno de sus
párrafos, dice:
“Si bien el papel de la
España franquista en las operaciones de salvamento de
los judíos europeos ha sido silenciado casi del todo,
fue decididamente superior al de las democracias
antihitlerianas. Las cifras varían entre 30.000 y 60.000
judíos liberados del holocausto.
• El filósofo e historiador
alemán Patrik von zur Mühlen en su libro Huída a
través de España y Portugal. (J.H.W. Dieta Nachf. Bonn),
afirma que:
“España hizo posible que
más de 50.000 disidentes y judíos escaparan de los
nazis.
• Desde el rey Nimrod hasta
nuestros días, a través de cinco milenios, según las
leyendas hebreas, quedan escritos los nombres de los tiranos
y de los enemigos de Israel en el Libro de la Muerte. Y el
de sus protectores y amigos en el de la Vida. Pues bien,
Francisco Franco tiene su nombre en el Libro de la Vida. Y
con letras de oro. En las sinagogas de EE.UU. todos los 20
de noviembre se pronuncian un responso o “kadish” en memoria
del hombre que libró a tantos hebreos del holocausto.
Los judíos honran y bendicen el recuerdo de este gran
benefactor del pueblo hebreo... que ni buscó ni obtuvo
ningún beneficio de lo que hizo.
ARRIBA
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