Juan Soldevila
Romero nació en Fuentelapeña (Zamora) el 20 de octubre de 1843 en el seno de una
familia modesta. Estudió bachillerato en el Instituto de Valladolid y en el
Seminario de la misma ciudad cursó los estudios de Filosofía y de Sagrada
Teología. Una vez graduado en Teología se licenció y doctoró en el Seminario de
Toledo y de Santiago, obteniendo la calificación de “Nemine Doctorum
discrepante”. En el Seminario de Tuy hizo los estudios en la Facultad de Derecho
Canónico con la nota de “Meritíssimus” en todas las asignaturas.
Fue ordenado de
presbítero por el arzobispo de Valladolid, cardenal Moreno y celebró su primera
Misa en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Antigua, de Valladolid, el
30 de diciembre de 1867. Al poco tiempo fue nombrado cura ecónomo de la
Parroquia de La Cistérniga (Valladolid).
En 1871 obtuvo
igual cargo en la iglesia de San Nicolás de Bari, en Valladolid, y luego en la
de Santiago, de la misma población. El obispo de Orense le nombró su secretario
de cámara y gobierno. Fue nombrado canónigo de la Catedral por Alfonso XII, y en
la misma capital desempeñó el cargo de vocal de la Junta Provincial de
Beneficencia y de la Diocesana de Reparación de Templos.
La oración fúnebre que pronunció a la
muerte de la reina Mercedes le valió el nombramiento de predicador de Su
Majestad y Caballero Comendador de la Real Orden Americana de Isabel la
Católica.
En 1883 fue nombrado canónico de la
Metropolitana de Valladolid, y cuatro años más tarde se le designó para la
dignidad de Arcipreste. Desempeñó también en Valladolid el cargo de secretario
capitular y las obligaciones anejas a la Canonjía Magistral, el de secretario en
el Sínodo Diocesano y del Concilio Provincial (1886-1887).
En abril de 1889 fue consagrado obispo de
Tarazona, e hizo su entrada en la histórica ciudad aragonesa el 7 de junio de
1889. Fue nombrado también administrador apostólico de la diócesis de Tudela, en
cuyo cargo estuvo durante doce años.
Asistió a los Congresos Católicos de
Zaragoza, Sevilla, Burgos y al Congreso Eucarístico de Valencia. Presidió la
peregrinación nacional obrera que fue a Roma en el año 1894.
Muerto el cardenal Antonio María Cascajares
y Azara, que había sido presentado para regir la archidiócesis de Zaragoza, fue
propuesto Soldevila para el arzobispado cesaraugustano. Preconizado el 16 de
diciembre de 1901 por su Santidad León XIII, hizo su entrada oficial en Zaragoza
el 21 de marzo de 1902.
Impulsó las obras del templo del Pilar y
logró que éste fuera declarado monumento nacional.
En el Senado presentó una moción sobre el
mal estado de las escuelas de primera enseñanza. También llevó al Senado una
vibrante defensa de la ley del descanso dominical.
En 1905 hizo la visita ad Limina y llevó a
Roma la corona que España ofreció a la Santísima Virgen del Pilar. Con motivo de
la coronación, publicó una Pastoral agradeciendo a la nación el obsequio a la
Virgen y la propagación del culto al Pilar. Creó la Corte de Honor de señoras.
Publicó una exhortación pastoral acerca de
la enseñanza de la doctrina y constituyó como consecuencia una Junta Diocesana
encargada de velar por la instrucción de los niños. En 1908, con motivo de la
conmemoración del Centenario de los Sitios, propulsó la iniciativa de instalar
en la Exposición Hispano-Francesa una sección de arte retrospectivo, proyecto
realizado con la mayor brillantez.
El 20 de mayo de 1909 fue nombrado hijo
adoptivo de Zaragoza, aniversario de la coronación de la Virgen del Pilar y
fecha en que fue llevada al templo la bandera española.
Trabajó desde su escaño del Senado a favor
del proyecto de los grandes riegos del Alto Aragón, a cuya obra ligó su nombre
por lo tenaz de la campaña y por el excelente resultado que de ella se obtuvo.
Intervino en la creación del nuevo arciprestazgo de Cariñena a Daroca; el
relativo a la continuación de las obras del Pilar; la presentación a las Cortes
de la exposición colectiva de prelados del arzobispado sobre las asignaciones
del culto y clero; la petición, que le fue otorgada, para celebrar la Santa Misa
a medianoche del 1º al 2 de enero, en recuerdo de la venida de la Virgen del
Pilar en carne mortal a Zaragoza, etc.
En el Consistorio secreto del 15 de
Diciembre de 1919 fue nombrado cardenal, y el 25 le impuso el rey la birreta
cardenalicia. Con motivo de la guerra en el Riff publicó una Pastoral que fue
comentada en casi toda la Prensa española. Realizó una intensa campaña a favor
de los niños huérfanos como consecuencia de la I Guerra Mundial de 1914 a 1918.
A petición de miles de aragoneses, que
firmaron pliegos solicitándola, le fue concedida la Cruz de Beneficencia. Cuando
la pretendida reforma del Art. 11 de la Constitución, Soldevila dirigió al
Gobierno un documento de protesta redactado en términos respetuosos pero
enérgicos.
Poco tiempo después el cardenal, acompañado
de su familiar Latre, iba, como casi todas las tardes, a su finca de recreo “El
Terminillo”, en la cual había fundado unas escuelas; cuando el automóvil llegaba
a la puerta de la finca fueron hechos sobre él de 15 a 20 disparos, resultando
muerto instantáneamente el cardenal y heridos su familiar y el chófer Santiago
Castanera.
Los autores de los disparos se dieron a la
fuga, y hasta pasado algún tiempo no fueron detenidos. Las verdaderas causas del
crimen no aparecieron claras, aunque se dijo que se trataba de un crimen de
carácter social, trágica consecuencia de las exaltadas luchas de aquellos días.
Cumpliendo los deseos expuestos repetidamente en vida por el prelado
cesaraugustano, su cadáver fue sepultado en el templo del Pilar, frente al
templete de la Virgen y bajo la bandera española. Una lápida modesta perpetúa la
memoria del cardenal Soldevila. En “El Terminillo”, un pequeño y
sencillísimo obelisco, recuerda el trágico fin de este príncipe de la Iglesia.
ARRIBA
“Los Solidarios”, también
conocido como “Crisol”, fue un grupo de acción armada
formado entre los años 1922 y 1923 en Barcelona como
respuesta a la guerra sucia emprendida por sectores
patronales y gubernamentales contra los sindicatos. Surgió
como sucesor de un grupo anterior llamado “Los Justicieros”
creado en Zaragoza.
El grupo “Los Solidarios” estaba integrado
por anarcosindicalistas, que montaron una red para compra y depósito de armas
con las que se atentaban a elementos del Sindicato Libre patronal. Se les
atribuyeron atracos a bancos como el del Banco de España de Gijón, en septiembre
de 1923, o el asesinato del cardenal zaragozano Juan Soldevila Romero. Después
de este hecho y con la presión de la dictadura de Miguel Primo de Rivera,
Durruti, Ascaso y otros miembros del grupo huyeron a Francia primero y después a
Hispanoamérica, donde se les imputaron más atracos. Volvieron a Europa
estableciéndose en Francia donde vivieron clandestinamente después de ser
acusados de intentar asesinar al rey Alfonso XIII en una visita a París.
Expulsados finalmente del país se establecieron en Bélgica, donde les fue
permitida la residencia. Con la proclamación de la Segunda República española el
14 de abril de 1931, algunos de los miembros que habían podido volver a Cataluña
decidieron ingresar en la FAI (Federación Anarquista Ibérica) con el nombre de
“Nosotros”, aunque con posiciones más radicales que las de la federación. Al
declararse la Guerra Civil española el grupo dejó de actuar como tal.
Se conserva una grabación sonora de un
discurso de Juan García Oliver, uno de los principales integrantes de “Los
Solidarios” donde califica los miembros del grupo, incluyéndose él mismo,
“como los mejores terroristas de la clase trabajadora, los que mejor podían
devolver golpe por golpe el terrorismo blanco contra el proletariado como los
asesinatos de Salvador Seguí o Francesc Layret por parte de la patronal”.
Formaron parte de “Los Solidarios”, entre
otros: Buenaventura Durruti, Francisco Ascaso Abadía, Rafael Torres Escartín,
Joan García Oliver, Antonio Ortiz Ramírez, Ramona Berri, Gregorio Jover, Antonio
Martín Escudero, Miguel García Vivancos, Pepita Not y Ricardo Sanz. |
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ARRIBA
Nació
en el seno de una familia obrera, el 14 de julio de 1896, en
el barrio de Santa Ana de León. Segundo de los ocho hijos de
Santiago Durruti y Anastasia Domínguez. Los Durruti eran de
origen vasco-francés y los Domínguez de ascendencia
catalana. De los ocho hermanos –Santiago, Buenaventura,
Vicente, Plateo, Benedicto, Pedro, Manuel y Rosa– sólo tres
sobrevivieron al finalizar la guerra.
Su padre fue curtidor y estuvo ligado a la lucha del
proletariado español. En 1903, fue arrestado durante una huelga
a favor de la reducción de la jornada laboral a diez horas. Todo
esto, sumado a la miseria que vivió desde pequeño, determinó su
vida como revolucionario. En el año 1910 Durruti se empleaba
como aprendiz mecánico, y el amo del taller, Melchor Martínez,
le iniciaba en la mecánica y en el socialismo. El 30 de octubre
de aquel año tuvo lugar en Barcelona el congreso fundacional de
la CNT. En agosto de 1917, Durruti que trabajaba como mecánico
de ferrocarriles, colaboró a la huelga general con toda suerte
de actos de sabotaje y enfrentamiento con la Guardia Civil, y
los dirigentes socialistas de la UGT de León desautorizan a la
brigada de sabotaje y hacen que pierda su empleo y que tenga que
huir y esconderse en Gijón con su amigo “el Toto”, donde conoce
a Manuel Buenacasa, miembro del comité nacional de la CNT que
tendría contactos con él en momentos cruciales, como en 1919 y
en la conferencia de la CNT de Zaragoza en 1922 en que, con
Pestaña, Seguí y Peiró, fue desaprobada la postura de Joaquín
Maurín de adherirse a la III Internacional.
Prófugo del servicio militar, Durruti estuvo en Francia hasta
enero de 1919. Una de sus actividades allí fue la adquisición de
pistolas y municiones para Barcelona, pues había contactado
también con un grupo de anarquistas catalanes. El 1 de enero de
1919 Durruti vuelve a España enviado por la CNT para informar a
los camaradas de Gijón de las actividades realizadas en Francia
y entra en contacto con Laureano Tejerina que había fundado una
asociación anarquista y un sindicato dependiente de la CNT.
Durruti es detenido como sospechoso después de haber realizado
nuevas operaciones de sabotaje. En La Coruña descubren su
condición de desertor y lo envían a San Sebastián, pero con la
ayuda de sus amigos leoneses logra evadirse y vuelve a Francia.
A partir de julio de 1919 trabaja en París en una empresa de la
Renault. Se entera del congreso de la CNT en Madrid y de la
adhesión provisional a la III Internacional, y también de que
Pestaña irá a Moscú.
Su entusiasmo por el éxito de la revolución rusa le mueve a
regresar a España con ganas de actuar, pero muy pronto los
escritos de Errico Malatesta, uno de los grandes teóricos del
anarquismo moderno, descubre que la dictadura del proletariado
se convierte en la dictadura de un partido o, mejor, de los
jefes de un partido.
Trabaja en Rentaría y Buenacasa le recomienda que marche a
Barcelona, donde están Pestaña, Seguí y Peiró, donde se vive una
dura lucha armada, siendo encarcelados éstos líderes
barceloneses. Durruti y sus compañeros del país vasco crean el
grupo “Los Justicieros” para hacer frente a la “represión
institucionalizada” con la violencia, “como se viene haciendo en
Barcelona”.
Para atentar contra el rey Alfonso XIII, que ha de ir a San
Sebastián, Durruti va a Gijón en busca del explosivo, pero los
preparativos del túnel subterráneo para colocarlos, son
descubiertos por la policía y tiene que escapar a Zaragoza con
Marcelino del Campo y Gregorio Suberbiela, acusados del intento
por la prensa de San Sebastián. En Zaragoza entra en contacto
con los “justicieros” aragoneses Inocencio Pina y Rafael Torres
Escartín. Más tarde, con Francisco Ascaso Abadía, ahora detenido
y amenazado con pena de muerte por terrorismo. Fue aquí donde
proyectan fundar lo que luego sería la FAI (Federación
Anarquista Ibérica). Para dar a conocer este proyecto, sale para
Andalucía con su compañera Juliana López (su “compañera fija,
que no lo abandonará hasta el fin”; Emilienne Morin, lo fue a
partir de 1924). Pero el día antes de su llegada el comando
catalán de Pedro Mateu, Ramón Casanellas y Lluís Nicolau había
asesinado al Presidente del Gobierno español, Eduardo Dato
Iradier, (8 de marzo de 1921), como principal responsable,
decían, de la “ley de fugas”. Durruti tuvo que salir con Juliana
precipitadamente, rumbo a Barcelona. Pero la policía madrileña
había desplegado enormes medios y controlaba barrios enteros.
Durruti fue detenido como sospechoso, pero inventó una fábula de
“hijo de buena familia que se hallaba allí con una amiguita,
y necesitaba salvar la honorabilidad de la familia”, y lo
pusieron en libertad. Al fin pudo llegar a Barcelona donde se
entrevistó con Domingo Ascaso, hermano de Francisco. Con
Suberbiela regresa a Zaragoza y con Torres Escartín a Bilbao
para obtener armas y dinero con que ayudar a los anarquistas
barceloneses. Atracan el coche pagador de una fábrica de Éibar,
y con el botín compran cien pistolas Star y reparten ayudas a
los sindicalistas detenidos en Zaragoza y Bilbao.
Muy limitados por la represión, Durruti y su amigo Francisco
Ascaso, resolvieron ir a recaudar fondos a América. En el año
1924 llegaron a La Habana, donde se emplearon como estibadores
portuarios, participando activamente en la organización del
sindicato. Debido a esto, fueron perseguidos por la policía
local. En 1925, llegaron a México donde se les unió Gregorio
Jover, dieron un golpe y destinaron buena parte del dinero para
financiar una escuela para los pobres en ese país y el resto
para costear una biblioteca en París. Luego de una corta estadía
en Perú, el grupo que ahora se autodenominaba “Los Errantes” se
dirigió a Chile y a la Argentina, donde asaltaron bancos para
recaudar plata para la lucha contra la dictadura de Miguel Primo
de Rivera. El mismo año pasaron por Chile y protagonizaron el
primer asalto a un banco en la historia de ese país. En 1926, se
refugiaron en Montevideo y Buenos Aires entre compañeros
anarquistas. Luego regresaron a España, donde volvieron a la
pelea, la cárcel y el exilio. Fueron quince meses de intensa
batalla, expropiaciones importantísimas, persecuciones de
película y fugas espectaculares; sus hazañas y sus nombres se
convirtieron en leyenda.
En un nuevo exilio en Francia, Durruti trabajó como mecánico en
Renault y Ascaso, de camarero. Ambos fueron detenidos por un
pedido de extradición de España y de Argentina, donde estaban
condenados a muerte. Su detención provocó un intenso repudio por
parte de la sociedad francesa que logró movilizar a su sector
más antifascista.
Mientras estaban en Francia, los dos compañeros conocieron a dos
jóvenes del lugar, quienes los acompañarán desde entonces.
Buenaventura y quien sería su compañera toda la vida, Emilienne
Morin, se enamoraron en el exilio y desde ese momento se
acompañaron siempre que pudieron. Pelearon juntos en el frente
de batalla durante la Guerra Civil española cuando Emilienne se
alistó en la Columna Durruti.
Sobre la muerte de Durruti
en la contienda, ocurrida el 20 de noviembre de 1936, hay tres
hipótesis sobre la procedencia de la bala que acabó con su vida.
Unos dicen que fueron los comunistas, partidarios de la UGT;
otros sostienen que fueron sus propios compañeros, y una tercera
postura afirma que fue un accidente. La situación que se vivía
en España en los días de la muerte de Durruti era dramática. La
guerra estaba por perderse; los nacionales estaban en las
afueras de Madrid. Entonces, todos, sin distinciones de partidos
o grupos, pidieron a Durruti, que se encontraba en Aragón, que
se trasladara con parte de sus hombres a Madrid. Ni García
Oliver en Madrid, ni Buenaventura Durruti, estaban muy
convencidos, pero, si no se salvaba Madrid, se desmoronaba el
frente y era el fin. Durruti se trasladó con un grupo sin
desmantelar el frente de Aragón. El avance de los nacionales se
detuvo en el Hospital Clínico, pero Durruti murió en
circunstancias confusas. Su entierro en Barcelona fue
multitudinario.
ARRIBA
Nació
el 1 de abril de 1901 en Almudévar (Huesca) en el seno de
una familia campesina que emigró a Zaragoza. Trabajó como
panadero y camarero. Se vinculó con la Confederación
Nacional del Trabajo (CNT) y formó en el grupo de acción
llamado “Los Justicieros”. Viajó a Barcelona en 1922, donde
el grupo, que también integraban Buenaventura Durruti,
Ricardo Sanz, Antonio Ortiz, Juan García Oliver y Gregorio
Jover, pasando a llamarse “Los Solidarios”. Se enfrentaron a
los pistoleros pagados por las patronales. Ascaso participó
en varios asaltos a bancos.
En 1923, con la dictadura
de Primo de Rivera, Ascaso y algunos de sus compañeros se
exiliaron en Francia. Perseguidos por las autoridades, se
trasladaron a América, participando en otras acciones violentas
junto con anarquistas argentinos. De regreso en Francia tras un
par de años, Ascaso y Durruti son detenidos el 25 de junio de
1926, acusados de preparar un atentado contra el rey de España
Alfonso XIII que visitaba París; finalmente, ante la falta de
pruebas, fueron expulsados y se les prohibió residir en Francia,
Bélgica, Alemania, Suiza y otros países europeos. Durante la
monarquía de Alfonso XIII fue acusado del asesinato del cardenal
arzobispo de Zaragoza (4 de junio de 1923) y del asalto al Banco
de España de Gijón. Permaneció clandestinamente en Francia,
hasta que en 1931, apenas proclamada la II República, regresó a
España fundando el grupo de acción “Nosotros”, de corte más
radical que la FAI (Federación Anarquista Ibérica). Participó
activamente en las insurrecciones anarquistas de los primeros
años de la República, y en 1932 es nuevamente detenido y
deportado a las colonias españolas del África.
En 1933 reaparece en Sevilla, donde es detenido nuevamente.
Al comenzar el año 1934 fue nombrado secretario general del
Comité Regional de la CNT de Cataluña. El estallido de la Guerra
Civil española lo encuentra en Barcelona donde muere el 20 de
julio de 1936 durante el asalto al cuartel de las Atarazanas.
ARRIBA
Nació
en Bailo (Huesca) el 20 de diciembre de 1901. Hijo de Pedro
Torres Marco y de Orencia Escartín Villacampa. Rafael vino
al mundo en la casa cuartel de la Guardia Civil de Bailo,
donde se encontraba destinado su padre.
Siendo estudiante en Huesca, fue introducido en el anarquismo
por el pintor y periodista anarquista Ramón Acín. Abandonó los
estudios por el oficio de pastelero. Desde 1918 militó en las
filas de la CNT, concretamente en el sindicato de
alimentación, y dejó Huesca para vivir en Zaragoza.
En la capital aragonesa se sumó al grupo anarquista “Crisol”,
grupo que luego pasaría a llamarse “Los Solidarios”, compuesto
por personajes destacados en el anarquismo como Buenaventura
Durruti y Francisco Ascaso. Vivió un tiempo a caballo entre la
capital aragonesa y Barcelona, donde trabajó en el Hotel Ritz.
En 1923, el grupo “Los Solidarios” afirmaba que el cardenal Juan
Soldevila y Romero, el gobernador civil de Barcelona Severiano
Martínez Anido y el ministro de la gobernación Gabino Bugallal
Araújo habían ordenado el asesinato del líder sindicalista
Salvador Seguí, crimen que había sido perpetrado en Barcelona el
día 10 de marzo. Con este convencimiento, decidieron asesinar al
cardenal arzobispo de Zaragoza. El día 4 de junio, Rafael Torres
Escartín, junto con Francisco Ascaso, asesinaron a tiros en su
coche al cardenal.
Aunque en principio logró huir de la policía, Torres Escartín
fue detenido durante el atraco al Banco de España de Gijón y a
pesar de que consiguió volver a fugarse, fue de nuevo apresado y
condenado a muerte. Torres Escartín enloqueció durante su
estancia en el penal de Santoña, y su condena fue conmutada por
un ingreso en un manicomio de Reus en 1931. Rafael fue fusilado
al finalizar la Guerra Civil española en 1939.
El asalto al Banco de España en Gijón tuvo gran resonancia. El 1
de septiembre de 1923, el anarquista Buenaventura Durruti y su
grupo “Los Solidarios” perpetraron en el Banco de España de
Gijón el primer gran atraco a mano armada en un banco llevado a
cabo en España, con un botín de más de medio millón de pesetas,
cuya finalidad era pagar la fianza de Francisco Ascaso y otros
detenidos por el atentado contra el cardenal Soldevila.
Los medios de comunicación de la época publicaron el sumario de
los asaltantes al Banco de España en Gijón: «El 29 de enero de
1924 quedó terminado el sumario instruido por el juez. Los
encartados eran: José Buenaventura Durruti, de León, apodado
“Boina”; Aurelio Fernández Sánchez, apodado “Jerezano” o
“Asturiano”, de Oviedo; otro individuo apodado el “Catalán”,
autor del atentado contra el ex gobernador de Vizcaya, González
Regueral; Gregorio Martínez Gazan, apodado “Totó”, de León;
Rafael Torres Escartín, de Huesca, que estaba en la cárcel de
Oviedo, y otro cuyo nombre no llegó a averiguarse, pero que
también era natural de Huesca. Durruti, el “Catalán” y “Totó”
estuvieron primeramente en León, desde donde se trasladaron a La
Coruña para atentar contra una personalidad que ocupaba un alto
cargo público, plan que fue frustrado por la Policía.
De La Coruña fueron a Zaragoza, donde atentaron contra el
cardenal Soldevila, en el cual atentado se supone que intervino
el Torres Escartín. Desde Zaragoza marcharon a Barcelona, y
luego vinieron a esta población con el propósito de realizar
otro atentado contra una personalidad política, lo que impidió
las circunstancias, decidiendo entonces el asalto a la sucursal
del Banco de España.
Aquí, parte de ellos se hospedaron en el número 2 de la plaza
del Seis de Agosto; frecuentaban el café “Dindurra”, y en él
conocieron al presidente de una Sociedad obrera, quien tiene un
hermano sastre, en cuyo domicilio se encontró el traje de uno de
los individuos de la banda.
Antes de cometer el asalto a la Sucursal del Banco de España,
dichos sujetos hicieron frecuentes viajes a Oviedo y a La
Felguera, trabando en el último de estos viajes estrecha amistad
con algunos sindicalistas, entre los que figuraba José González
Pueyo que se encargó de cortar los hilos telefónicos entre Gijón
y Oviedo cuando se consumó el asalto, para procurar que los
asaltantes llegaran sin dificultad a la capital de la provincia
y allí se guarecieron en el domicilio de Avelino Montes, mozo de
café, trasladándose luego a la casa de huéspedes en la que
fueron sorprendidos por la Benemérita, con la que trabaron
lucha.
La labor realizada por el juez especial, D. Adolfo García
González, está siendo muy elogiada».
ARRIBA
Nació
el 20 de enero de 1902 en Reus (Tarragona). Significado
anarquista que junto a Buenaventura Durruti fundó el grupo
“Los Solidarios”, al cual se le adjudicaron varios
asesinatos, incluyendo el intento de asesinato del rey
Alfonso XIII. Perseguido tuvo que huir a Argentina y a otros
países hispanoamericanos y europeos. Regresó a España en
1931. Empezó por difundir la práctica cenetista. Junto con
Pestaña y Peiró organizaron un grupo de compañeros para
liquidar a Severiano Martínez Anido y a otros perseguidores
de la Confederación Nacional de Trabajo. Así nació
“Nosotros”, con Buenaventura Durruti, Francisco Ascaso,
Ortiz, Jover y otros. Primero nacieron
para enfrentarse al pistolerismo de la patronal y luego como
grupo de afinidad ideológica contra el reformismo treintista
que llegó a tener un peso importante dentro de la CNT. Fue
el que definió el término de “gimnasia revolucionaria”,
término que servía para referirse a la práctica de “putschs”
revolucionarios, a la espera de la gran revolución que según
ellos se acercaba. Fue uno de los protagonistas en la calle
de los combates confederales que determinaron la derrota del
ejército sublevado el 18 de julio de 1936, y también fue uno
de los pocos lideres cenetistas que apostaban “a ir por el
todo”, lo que hubiese significado una revolución libertaria
a fondo, propuesta que fue derrotada en el Pleno de locales
y comarcales de la CNT del 23 de julio de 1936 y que llevó a
la organización a integrar un frente antifascista amplio.
García Oliver al poco
tiempo de defender esa postura radical de ir “a por todas”
pasaba a formar parte del gobierno central de Largo Caballero,
como ministro de Justicia, desde el 5 de noviembre de 1936 al 18
de mayo de 1937. Meses antes había sido consejero de la
Generalidad de Cataluña. El trabajo de
García Oliver al frente del Ministerio fue de los más avanzados
en la historia de Europa. Su obra legislativa comenzó el 24 de
noviembre con un decreto que permitía la auto-defensa de los
propios acusados ante los tribunales. Intentó frenar los
desmanes que se producían en la retaguardia (acaparamiento de
víveres, municiones y materias primas y/o su especulación).
También promulgó otro decreto en el que se eliminaban todos los
antecedentes penales por delitos cometidos con anterioridad al
15 de julio de 1936, o sea con anterioridad a la revolución. En
diciembre creó los Campos de Trabajo como medida para los
presos “fascistas”, así como un Reglamento de Vigilantes de
Campos de Trabajo. Todo ello en sustitución de las cárceles; con
esta medida hacía hincapié en la reintegración y en la fe
absoluta de los anarquistas en la educación. Finalmente presentó
un decreto de amnistía total, que apareció promulgado el 25 de
enero de 1937. Con este decreto no se hacía más que legalizar
una situación que se había dado de hecho al abrir las puertas de
las prisiones, pero que no garantizaban la libertad de todos
aquellos que las atravesaron. Clausuró las prisiones del Frente
Popular (como Fomento, 9) o la justicia arbitraria como los
grupos de Margarita Nelken. Frenó las sacas de presos al
nombrar, no sin dificultades, a Melchor Rodríguez como Director
General de Prisiones.
Aprobó un decreto de Igualdad Hombre-Mujer. Estableció la
mayoría de edad a los 18 años. Derogó la Ley de Vagos y
Maleantes de Jiménez de Asúa, y las leyes represivas del 11 de
octubre de 1934, tras la Revolución de Asturias en ese año.
Redujo los plazos procesales en la sala de lo social del
Tribunal Supremo. Traspasó el Consejo Nacional de Tutela de
Menores al Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, que
gestionaba Federica Montseny.
En los “hechos de Mayo de
1937 en Barcelona” llamó a un cese al fuego y al desarme de las
bases obreras confederales y del POUM, lo que fue entendido como
una flagrante traición a la Revolución del 36 y que facilitó la
dura represión estalinista sobre libertarios y comunistas
revolucionarios. García Oliver poseía una
palabra fácil e impactante lo que le dotaba de una oratoria
convincente.
Al finalizar la guerra
civil se exilió en Guadalajara (México) donde murió en 1980.
ARRIBA
«A
las tres de la tarde del día 4 de junio de 1923 fue objeto
de un atentado, que le causó la muerte, el cardenal
arzobispo de Zaragoza, doctor Soldevila.
Como de costumbre, el
cardenal Soldevila se dirigía en su auto, acompañado de su
familiar reverendo Latre, a la residencia de las Paulas,
situada en el término de Casablanca, próxima al manicomio.
En una revuelta del
camino, cerca ya y frente al convento, comenzaron a sonar
disparos hasta doce, quedando muerto el cardenal y heridos
el familiar y el chofer Santiago Castañera.
Al ruido de los
disparos profirieron gritos en demando de auxilio las monjas
y unas mujeres de las fincas próximas. Estas dijeron que
vieron correr a dos hombree, pistola en mano, y que uno de
ellos iba vestido de mecánico y el otro con un guardapolvo,
que se quitó al huir.
Los médicos del
Manicomio reconocieron al cardenal, certificando su muerte y
curaron al familiar y al chofer.
El cardenal Soldevila
tiene una herida con orificio de entrada por la región
escapular derecha y salida por la región pericordial
izquierda, que le atraviesa el corazón.
El familiar tiene dos
heridas, una en la muñeca izquierda y otra en el antebrazo
del mismo lado, de pronóstico leve. El chofer Santiago
Castañera recibió una herida en la parte lateral derecha del
cuello, alojándose el proyectil en el pabellón de la oreja.
Desde el convento se
avisó al juzgado y a las autoridades, acudiendo
inmediatamente al lugar del suceso el juzgado, que comenzó a
actuar, tomando declaración a varias mujeres y torreros que
viven próximos al lugar del suceso.
Todos coinciden en que
fueron dos los asesinos, quienes, al huir, tiraron las
pistolas, un guardapolvo y cayéndosele a uno de ellos una
moneda de cinco pesetas.
Un labrador apellidado
Valero, al oír los disparos, salió de su casa con su
carabina, y disparó sobre los agresores que huían.
El auto del cardenal
tiene marcados doce impactos de bala. En su mismo coche y
acompañado del provisor doctor don José Pellicer, fue
trasladado el cadáver del cardenal Soldevila al palacio
arzobispal, escoltado por fuerzas de seguridad y de la
benemérita. Seguían al carruaje otros con las autoridades.
Al llegar al cabildo el
cadáver fue depositado en sus habitaciones particulares,
siendo nuevamente reconocido por los médicos.
Seguidamente se cantó
un responso.
El cabildo se ha
reunido, tomando acuerdos relacionados con el entierro. El
cadáver será embalsamado y expuesto al público. El obispo
auxiliar se ha hecho cargo de la archidiócesis.
El familiar reverendo
Latre, que acompañaba al cardenal, ha dicho que absolvió al
prelado, en sus últimos momentos.
En la plaza de la Seo,
donde se halla el palacio arzobispal, hay una gran multitud.
La noticia ha producido dolorosísima impresión.
El cardenal Soldevila
vino a Zaragoza en los comienzos del siglo y se había
distinguido en el culto a la Virgen del Pilar, organizando
su coronación y muchas peregrinaciones y haciendo el arreglo
parroquial. Era muy querido y respetado. Contaba el finado
80 años.
Hasta el momento
presente el juzgado no tiene ninguna pista, ni hay ningún
detenido. Las autoridades han celebrado una extensa
conferencia.
En el álbum colocado en
el vestíbulo del palacio arzobispal han firmado
representaciones de todas las clases sociales».
ARRIBA
«El
4 de marzo de 1925 se ha tramitado en la Audiencia de
Zaragoza la causa instruida con motivo del asesinato del
cardenal Soldevila, hecho que ocurrió el 4 de junio de 1923.
Desde esa fecha hasta el 4 de noviembre último, el juzgado
de San Pablo instruyó el sumario en el que aparecen
procesados, dos de ellos declarados rebeldes por haberse
fugado de la cárcel.
El sumario consta de
1.813 folios. A pesar de la extensión de los autos, en menos
de tres meses se ha conseguido ultimar todos los trámites,
hasta llegar al señalamiento de la vista.
Esta será los días 15,
16, 17 y 18 de abril próximo, ante cinco magistrados, por
ser graves las penas solicitadas.
Los cinco procesados
son los siguientes: Rafael Torres Escartín y Francisco
Ascaso Abadía, acusados de autores; el primero se halla
preso en la cárcel de Oviedo, con motivo del asalto al Banco
de España de Gijón, en el que parece tuvo participación
directa, y el segundo se fugó de la cárcel de Zaragoza, por
lo que está declarado en rebeldía y estuvo procesado por el
asesinato del periodista zaragozano D. Adolfo Gutiérrez.
Esteban Eleuterio
Salamero Bernard, Juliana López Mainar y Manuel Lázaro,
estos tres, cómplices. El último, como Ascaso, está
declarado en rebeldía.
El fiscal D. Manuel
Ballesteros ha formulado sus conclusiones con carácter
provisional. En ellas se dice:
“Para vengar la muerte
violenta del agitador sindicalista Salvador Seguí (Noi del
Sucre), ocurrida en Barcelona en el mes de marzo de 1923,
ciertos elementos de las mismas ideas de éste, entre ellos
los procesados Torres y Ascaso, resolvieron cometer un nuevo
crimen que causara espanto en la sociedad, dando muerte al
eminentísimo señor cardenal arzobispo de Zaragoza, don Juan
Soldevila Romero, anciano de ochenta años, quien, por
aquella época, en el ejercicio de sus funciones episcopales,
había dirigido al jefe del Gobierno cierto mensaje, del que
se ocupó con extensión la Prensa periódica de toda España.
Con tal objeto, dos o tres semanas antes del hecho de autos
se trasladaron desde Barcelona a Zaragoza Rafael Torres
Escartín y Francisco Ascaso Abadía, terroristas de los más
exaltados, pertenecientes a la llamada banda de ‘Mirati’,
conocedores de Zaragoza, por haber vivido varios años y ser
naturales de la región. En esta capital, con toda frialdad y
tenaz perseverancia, buscaron el sitio y ocasión que les
pareció más a propósito para asegurar la ejecución del
acuerdo antes referido, sin riesgo para sus personas, a la
vez que encontraban facilidades para la huida y para no ser
descubiertos. Averiguaron que Su Eminencia acostumbraba a ir
todas las tardes a su finca del sitio conocido por ‘El
Tempranillo’, donde había fundado unas escuelas dirigidas
por una Comunidad de Religiosas, y comprendiendo que el
sitio era propicio para sus fines, el Torres y su compañero,
en la tarde del 4 de junio de 1923, fueron a las
inmediaciones de la finca y esperaron su llegada,
acechándole, y cuando el automóvil que le llevaba se acercó
a la puerta central del edificio y, por tanto, iba con poca
o ninguna velocidad, por la parte trasera del automóvil
hicieron de improviso y con toda rapidez unos 15 disparos de
pistola de precisión contra los que estaban dentro, quienes,
por ir completamente desprevenidos no pudieron rehacerse
ante tal agresión, resultando el señor arzobispo con una
herida de bala que le atravesó el corazón y produjo la
muerte de modo instantáneo. El familiar que le acompañaba,
el reverendo Latre y el chauffeur que guiaba el
auto, Santiago Castañera, resultaron con heridas graves de
bala que necesitaron asistencia facultativa por espacio de
cuarenta y ocho y cincuenta y nueve días, respectivamente,
produciendo en el automóvil desperfectos que fueron tasados
por peritos en dos mil pesetas.
Los procesados Esteban
Eleuterio Salamero Bernard y Juliana López Mainar, teniendo
conocimiento del delito proyectado por Rafael Torres
Escartín y Francisco Ascaso Abadía, desde la llegada de
éstos a Zaragoza cooperaron a tal delito alentándoles y
prestándoles sustento y habitación antes y después de
cometido el atentado.
El fiscal considera a
Torres Escartín autor de todos los delitos y a Esteban
Eleuterio Salamero y Juliana López Mainar, cómplices de
asesinato y atentado. Aprecia la circunstancia de
premeditación.
Pide para Torres la
pena de muerte con la accesoria de inhabilitación absoluta
perpetua para caso de indulto, y para los dos cómplices, la
pena de 14 años, 8 meses y un día de cadena temporal para el
hombre y de reclusión temporal para la mujer.
El fiscal ha dispuesto
para el acta del juicio, además de la lectura de varios
documentos obrantes en el sumario, la comparecencia de 42
testigos y por los médicos forenses como peritos».
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