El Servicio de Investigación Militar (SIM) fue creado por el
socialista Indalecio Prieto Tuero, el 9 de agosto de 1937. Era un cuerpo de
policía política con misiones de información, espionaje y contraespionaje junto
a las de represión política e ideológica, detenciones y actuaciones arbitrarias
al servicio de los intereses de sus promotores. En toda España se contaban
aproximadamente 6.000 agentes.
Desde sus comienzos la actuación del SIM derivó hacia el órgano
legalizado de persecución y represión política, usualmente utilizado en tareas
de seguridad más que en las de espionaje. La tarea principal era la de perseguir
a los disidentes ideológicos, a los enemigos potenciales o reales de la Unión
Soviética, de su líder máximo Stalin y, en general, a todas aquellas personas
que no acataran la voluntad de Moscú. También, y a la vez, la persecución,
aislamiento y detención de los desafectos a la causa frentepopulista, a la
revolución marxista, catalogados como fascistas o de ideología conservadora:
gentes de orden, empresarios, religiosos y creyentes practicantes, profesionales
liberales, comerciantes, estudiantes, etc.
El SIM se le escapó de las manos a Indalecio Prieto, como
reconoce en su libro “Cómo y por qué salí del Ministerio de Defensa. Intrigas
de los rusos en España”:
“En el decreto de creación del
SIM —que redacté yo mismo, porque no quise seguir de manera esclava el
proyecto que me fue entregado –hay un artículo, el segundo– por virtud del
cual los nombramientos de todos los agentes del SIM corresponden
exclusivamente al ministro de Defensa Nacional. Ésta era una garantía que
previsoramente quise establecer. Nadie podía ser agente del SIM si no estaba
en posesión del carné que llevara por duplicado la firma del Ministerio.
“Nombrado el comunista Durán
jefe de la Demarcación del Ejército del Centro, designa él por sí y ante sí,
sin facultades para ello, a los agentes que habían de estar a sus órdenes,
que, en número de algunos centenares eran comunistas y sólo cuatro o cinco
socialistas, excluyéndose además a los socialistas que interinamente, y a
propuesta del Ministerio de la Gobernación, desempeñaban entonces la misma
misión. Me encontré ante un caso intolerable, por lo cual, alegando, y con
fundamento, que me faltaban mandos en el Ejército volvieran a sus antiguos
puestos, y así hice retornar a la función militar al comandante Durán.”
A causa de esta destitución, un técnico ruso del Servicio de
Información visitó a Indalecio Prieto para exigirle la reposición de Durán en la
jefatura del SIM de Madrid. Esta escena ocurrió en Valencia.
Sigue Prieto en sus Memorias:
“Preocupado por el nombramiento
del nuevo director del SIM, caí en la desgracia de designar al teniente
coronel Uribarri, socialista desde mucho tiempo. Al poco de posesionarse del
cargo, Uribarri me dijo:
“Soy hombre leal y quiero
proceder lealmente con usted. Vengo a decirle que Fulano de Tal (el segundo
entre los directivos rusos de estas actividades técnicas, no el que había
roto conmigo, sino su lugarteniente) me ha citado a una entrevista que se
verificó anoche en una calleja oscura, dentro de su automóvil, y dicho señor
me invitó a que me entendiera directa y constantemente con él, a espaldas de
usted, a lo cual me negué”.
–Así se debe proceder –le
dije, y le di las gracias.
Uribarri, hombre cuyo desequilibrio se había acentuado a causa
de trabajos enormes al frente del SIM, donde permanecía cuatro o cinco días sin
dormir, cambia de conducta, no sé por indicación de quién. Advierto que el SIM
ya no obedece mis órdenes. Uribarri se entendía con quienes le había requerido
antes a entenderse con ellos a espaldas mías. Éste es uno de los incidentes que
yo he tenido con los rusos, sin arrepentirme, por procurar que el SIM no fuese
un instrumento suyo, como lo había sido la Dirección General de Seguridad, para
ciertos sucesos que nos han establecido”.
ARRIBA
El decreto del
Ministerio de Defensa Nacional por el que se creaba el
Servicio de Información Militar (SIM), dice así:
“A lo largo de nuestra lucha se
ha podido descubrir la existencia de varias organizaciones que los facciosos
utilizan para el espionaje y el sabotaje, organizaciones creadas y dirigidas
por elementos extranjeros previamente establecidos en España para servir los
designios de sus países con respecto a nuestra Patria.
Esos descubrimientos han
evidenciado la necesidad de montar servicios de contraespionaje, de los
cuales están provistos todos los ejércitos modernos y de los que nosotros
carecemos en absoluto.
En virtud de lo expuesto, de
acuerdo con el Consejo de ministros y a propuesta del Ministro de Defensa
Nacional, vengo en decretar lo siguiente:
Art. 1.º Se crea en el
Ministerio de Defensa Nacional el Servicio de Investigación Militar, que
tendrá por misión combatir el espionaje, impedir actos de sabotaje y
realizar funciones de investigación y vigilancia, acerca de todas las
fuerzas armadas dependientes de dicho Ministerio.
Art. 2.º El Servicio de
Investigación Militar dependerá directamente del ministro de Defensa
Nacional, a quien corresponde además de un modo exclusivo el nombramiento de
Jefes, Inspectores y Agentes del referido Servicio, cuyos carnés llevarán la
firma y el sello del Ministerio.
Art. 3.º Todos los miembros del
Ejército de Tierra, Marina y Aviación, cualquiera que sea su graduación, así
como el personal de la Subsecretaría de Armamento y el resto de los
funcionarios del Ministerio de Defensa Nacional están obligados para cuando
ello fueran requeridos por Agentes del SIM a prestar a éstos cuantos
auxilios necesiten.
Art. 4.º Los funcionarios del
SIM serán considerados como Agentes de la Autoridad con todas las
prerrogativas que a éstos correspondan.
Art. 5.º Los funcionarios del
referido Servicio estarán facultados especialmente para la detención de
elementos militares.
Art. 6.º Las denuncias que,
sobre espionaje, sabotaje o cualquier irregularidad peligrosa relativa a las
fuerzas armadas, recibieren las autoridades civiles deberán ser comunicadas
por éstas, sin demora, al Ministerio de Defensa Nacional para que el SIM se
encargue de su esclarecimiento.
Art. 7.º Se autoriza al
ministro de Defensa Nacional para dictar las disposiciones reglamentarias
que exige el desarrollo del presente Decreto, manteniendo secretas las que
por su naturaleza no deban ser publicadas”.
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ARRIBA
El SIM se
constituyó en una policía política, de obediencia comunista
(marxista revolucionaria) de represión y persecución de todo
a quien consideraran contrario a sus objetivos y que no se
doblegara de buenas a primeras a los imperativos del
Gobierno frentepopulista de inspiración soviética.
Domènec Pastor
Petit, considerado como uno de los grandes expertos en espionaje
del siglo XX, escribe:
“El SIM fue
estructurado con jerarquía y disciplina militar, a pesar de
que sus componentes no siempre fueran vestidos con uniforme.
Inicialmente había de ser, al menos en teoría, una unidad de
combate secreto contra los espías y los saboteadores del
interior, y asimismo con tentáculos infiltrados en la zona
enemiga y en el extranjero. Es decir, actividades de
espionaje y contraespionaje. La realidad, sin embargo, se
reveló bien diferente, ya que degeneró, desde un primer
momento, en un órgano de represión política, más utilizado
en tareas de seguridad que en las de espionaje, y con
desvelo u obsesión exclusivos y centrados en la persecución
de disidentes ideológicos, enemigos potenciales o reales de
Stalin y, de hecho, de todos aquellos que no se doblaran a
la voluntad de Moscú”.
Al principio se
encargó la jefatura del SIM a Ángel Díaz Baza, militante
socialista. A finales de 1937 lo sustituyó Prudencio Sayagües,
antiguo miembro del FUE (Federación Universitaria Española)
sustituido por Manuel Uribarri Barrutell, miembro de la Guardia
Civil, que en el año 1938 huyó a Francia con la fortuna
conseguida en los saqueos. También fueron miembros del SIM:
Santiago Garcés Arroyo (escolta de Indalecio Prieto y uno de los
que fueron a detener a José Calvo Sotelo y luego asesinado en la
noche del 12 al 13 de julio de 1936), Maxim Schneller (jefe de
la Sección Extranjera), Ángel Pedrero García (segundo jefe de la
checa dirigida por el socialista Agapito García Atadell) y
Gustavo Durán (músico, militar y diplomático de obediencia
comunista).
Hacia finales de
1937, con el curso de la guerra virando hacia la derrota para la
República del Frente Popular, se acentuó la pugna entre el SIM y
la creciente Quinta Columna, alcanzando en Cataluña la cifra de
1.200 fusilados, ejecuciones llevadas a cabo en el castillo de
Montjuich con la anuencia de las autoridades catalanas y del
Gobierno de la República que daba el enterado.
ARRIBA
Josep Peirats
Valls, militante de la CNT y voluntario en la Columna de
Durruti, escribe:
“Las mazmorras
del SIM eran cárceles disimuladas en el interior, a veces,
de mansiones palaciegas, rodeadas de verjas y pobladas de
jardines. El pueblo español llamaba checas a toda clase de
prisiones secretas. En los primeros tiempos, las checas del
SIM eran tenebrosas, instaladas en antiguas casas y
conventos. El régimen de torturas que en ellas se aplicaba
era el procedimiento brutal: palizas, con vergajos de
caucho, seguidas de duchas muy frías, simulacros de
fusilamientos y otros tormentos horrorosos y sangrientos.
Los consejeros rusos modernizaron esta vieja técnica. Las
nuevas celdas eran más reducidas, pintadas de colores muy
vivos y pavimentadas con aristas de ladrillos muy salientes.
Los detenidos tenían que permanecer de pie continuamente,
bajo una potente iluminación roja o verde. Otras celdas eran
estrechos sepulcros de suelo desnivelado, en declive.
Tenerse en pie implicaba una tensión completa de nervios y
músculos. En otras reinaba una oscuridad absoluta y oíanse
en ellas sonidos metálicos que hacían vibrar el cerebro. Los
interrogatorios tenían lugar en salones decorados casi
artísticamente. Los esbirros preguntaban pausada y
atropelladamente, con mansedumbre, con autoridad o con
sarcasmo, alternativamente, durante la misma sesión, según
el efecto que deseaban. Contrastes tan estudiados
desplomaban moral y materialmente a la víctima. Los
recalcitrantes eran encerrados en la cámara frigorífica o en
la caja de los ruidos o atados a la silla eléctrica. La
primera era una celda de dos metros de altura, en forma
redondeada; al preso se le sumergía allí en agua helada,
horas y horas, hasta que tuviese a bien declarar lo que se
deseaba. La caja de los ruidos era una especie de armario,
dentro del cual se oía una batahola aterradora de timbres y
campanas. La silla eléctrica variaba de la empleada en las
penitenciarías norteamericanas en que no mataba
físicamente.”
El historiador
Agustín Guillamón describió la actuación del SIM de la manera
siguiente:
“El método
rutinario del SIM; su objetivo cualquier militante de la CNT
o del POUM, o cualquier descontento en las Brigadas
Internacionales o en las propias filas estalinistas; delitos
eran la lectura de un diario o una hoja clandestina.
“Entrar en una
checa significaba estar sometido continuamente durante
semanas o meses a interrogatorios y torturas. El ingreso en
la Prisión Modelo (pero sobre todo en la Prisión del Estado)
suponía el fin de las torturas y una cierta garantía de ‘no
desaparecer', como tantos otros trabajadores que jamás
salieron de una checa.
“Las
actividades del SIM se dirigieron en muy pocos casos contra
las escasas organizaciones fascistas que habían sobrevivido
a la represión revolucionaria de julio de 1936, ya que su
principal actividad fue la represión del movimiento obrero y
de las minorías revolucionarias. El POUM, los
bolchevique-leninistas y Los Amigos de Durruti pasaron a la
clandestinidad antes de que apareciera un decreto que los
declarase ilegales. Todos esos militantes, junto con los
grupos de anarquistas contrarios al colaboracionismo, eran
el blanco predilecto del SIM.
“El número de
asesinatos de la represión estalinista sería incalculable,
aunque dispusiéramos de una lista exhaustiva de los
asesinatos en las checas y en los campos de trabajo, porque
muchos de los trabajadores que habían sido liberados tras
largos meses de prisión eran enviados al frente, a unidades
con mandos estalinistas que tenían orden de eliminarlos. En
esta tarea destacaron las unidades de Valentín González ‘El
Campesino’ y de Enrique Líster”.
Con respecto a los
integrantes del SIM en Cataluña, el mismo autor refiere:
“Los rasgos
comunes del agente del SIM: joven ambicioso, forastero ajeno
a la realidad social y cultural catalana, sin demasiados
conocimientos políticos ni convicciones ideológicas, sádicos
e incapaces pero con una obediencia ciega a sus superiores.
Suelen ser de
origen burgués, elegantes y bien vestidos, siempre con mucho
dinero, producto de los porcentajes que se les acuerda sobre
las requisas realizadas, lo que les permite llevar un tren
de vida disoluto y absolutamente escandaloso en una sociedad
que padece hambre y miseria.”
ARRIBA
El terror
bárbaro ejercido por los anarquistas y demás criminales que
dominaban Cataluña, fue sustituido por el terror cruel y
científico importado en España por los hombres de la GPU (Gosudarstviennoe
Polititcheskoe Upravlenie), la policía política de la Unión
Soviética denominada Dirección Política del Estado.
Los que organizaron
y dirigieron el terror del SIM en Cataluña fueron principalmente
rusos, con algunos otros extranjeros comunistas que ya habían
hecho su aprendizaje en la URSS.
Todas las personas
detenidas por los agentes del SIM, cuando no se trataba de casos
especiales, eran trasladadas al Departamento de Interrogatorios.
Cuando al final del interrogatorio los agentes creían que los
detenidos habían confesado absolutamente todo lo que ellos
conocían, eran puestos en libertad o bien mandados a campos de
concentración, a construir fortificaciones o se les asesinaba
cuando no era posible enviarlos a los Tribunales Populares.
Pero cuando los
verdugos del socialista Juan Negrín (ministro de Hacienda y
posteriormente Jefe del Gobierno) creían que los apresados no
habían confesado todo cuanto sabían eran trasladados al
Departamento de Torturas, donde quedaban sometidos a varios
procedimientos hasta que llegaban a declarar lo que pretendían
los agentes del SIM.
Como todas estas
penalidades inventadas por los técnicos rusos eran pocas, se
añadió el hambre y la falta de vestuario. Todo esto, junto con
la suciedad más lamentable, terminaba con la resistencia de los
detenidos. Por toda alimentación se les daba una taza de caldo
de legumbres una vez al día con 150 gramos de pan, aunque no
siempre figuraba el pan en la dieta.
Cuando los
detenidos salían de las cárceles del SIM eran trasladados a los
campos de concentración donde, con la misma carestía de alimento
y ropa, se les destinaba a la construcción de fortificaciones.
Si alguno de los cautivos lograba escapar, entonces, como medida
disuasoria para el resto, se mataba a los cinco anteriores y
posteriores a él que aparecían en la lista general del campo de
concentración. En ocasiones también se hacía una selección entre
los considerados más amigos del huido, quienes después de haber
sido sometidos a un bárbaro interrogatorio también eran
fusilados.
Entre los
documentos que se obtuvieron tras la liberación de Barcelona el
26 de enero de 1939, se encontró un informe de la Dirección
general de Prisiones anunciando que era tal el estado de los
detenidos por falta de alimentación y vestuario, que si no se
ponía remedio inmediato todos estaban condenados a morir. En uno
de los campos de concentración se registró un promedio de dos
muertos diarios por hambre y frío.
Para completar la
barbarie de terror con que Negrín y los soviéticos dominaban
Barcelona, dos días antes de la entrada de las tropas
nacionales, el SIM ordenó que se evacuase a todos los detenidos.
No fue posible dada las premuras de los que escapaban, por lo
que se realizó una selección de presos, procediéndose a la
evacuación de 800 de los 2.000 detenidos en la cárcel Modelo y
175 de los 500 en la cárcel-checa de San Elías.
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