Las izquierdas,
ante el nuevo proceso electoral, e impulsadas por la idea de crear un Frente
Popular, van dando forma a su alianza. Dentro del PSOE existían algunos miembros
que no veían bien la idea de aliarse con sus enemigos de 1931. Pero la
estrategia impulsada desde Moscú por Stalin, empezó a dar sus resultados, y más
cuando Francisco Largo Caballero, a quien se le conocería con el apodo del
“Lenin español”, incitaba dentro de su Partido un proceso de bolchevización. El
papel de la Internacional comunista y del Partido Comunista Español (PCE) era
sembrar en los diferentes sectores de izquierda el temor de que si ganaban las
derechas, en España se implantaría el fascismo. Para formar dicho frente, se
aliaron: Izquierda Republicana, Unión Republicana, Partido Socialista, UGT,
Federación de Juventudes Socialistas, Partido Comunista, Partido Sindicalista y
Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM).
En Cataluña, el
Frente Popular no se estructuró, ya que el PCE no poseía gran influencia, y la
CNT en cierta forma contribuyó a ello. El día 4 de febrero de 1936 quedó
constituido el Front Català d'Esquerres, versión catalana del Frente Popular,
que estaba compuesto por Esquerra Republicana de Catalunya, Acció Catalana
Republicana, Partit Nacionalista Republicà d'Esquerra (grupo L'Opinió), Partit
Republicà d'Esquerra (azañistas), Unió Socialista de Catalunya, Unió de
Rabassaires, Partit Obrer d'Unificació Marxista, Partit Català Proletari y
Partit Comunista de Catalunya (III Internacional).
Para dar una
idea de lo que fue la campaña de las izquierdas, el día 22 de enero de 1936,
Largo Caballero en un discurso señala: «Si algún día varían las cosas, que
las derechas no pidan benevolencia a los trabajadores. No volveremos a guardar
las vidas de nuestros enemigos, como se hizo el 14 de abril... Si aquéllas no se
dejan vencer en las urnas, tendremos que vencerlas por otros medios hasta
conseguir que la roja bandera del socialismo ondee en el edificio que vosotros
queráis».
El 26 de
enero, el “Lenin Español” pronuncia un discurso en
Alicante, destacándose de sus palabras lo siguiente: «Las elecciones no son
más que una etapa en la conquista y su resultado se acepta a beneficio de
inventario. Si triunfan las izquierdas, con nuestros aliados podemos laborar
dentro de la legalidad, pero si ganan las derechas tendremos que ir a la guerra
civil declarada. Yo deseo una República sin lucha de clases; más para eso es
necesario que desaparezca una de ellas. Y esto no es una amenaza, es una
advertencia; y que no se diga que nosotros decimos las cosas por
decirlas: nosotros las realizamos».
El 2 de
febrero en Valencia en otro discurso señala: «La
clase trabajadora tiene que hacer la revolución... Si no nos dejan, iremos a la
guerra civil. Cuando nos lancemos por segunda vez a la calle, que no nos hablen
de generosidad y que no nos culpen si los excesos de la revolución se extreman
hasta el punto de no respetar cosas ni personas».
En un mitin del
POUM celebrado en el Price de Barcelona, Andrés Nin, decía a sus seguidores:
«La Iglesia será destruida. Se dará la tierra a los campesinos y la libertad a
las nacionalidades. Las revoluciones burguesas dejan intacto el aparato del
Estado. El proletario destruirá este aparato...»
En “Mundo
Obrero” del 23 de enero de 1936 se puede leer la siguiente frase:
«Siempre hemos intentado formar un partido unido que no tuviera nada que ver,
directa o indirectamente con la burguesía: un partido que adoptara como norma la
insurrección armada para la conquista del poder y el establecimiento de la
dictadura del proletario...»
El alcalde de
Alicante llegó a decir en un mitin: «El 16 de febrero no dejéis votar a las
beatas ni a las monjas; cuando veáis a alguien que lleve en la mano una
candidatura de derechas, cortarle la mano y rompérsela en las narices y se la
hacéis comer».
La socialista
Matilde de la Torre, manifestó en esos días: «Mañana mismo habrá que salir a
las calles. No en figura retórica, sino en persona viva con un fusil al hombro y
la muerte al costado... No hay disyuntiva, la victoria o la muerte».
Es difícil
pensar si con este tipo de mensajes emitidos por la izquierda, se podría
vaticinar un futuro positivo para España
Los anarquistas
no se quedaban atrás. La CNT publicó para sus afiliados un folleto titulado
“Uno en tres”, que estaba dividido en tres partes: La primera destinada a
enseñar la “táctica revolucionaria”; la segunda comprende las “instrucciones
técnicas”, y en la tercera se explica detalladamente, incluso con dibujos, el
arte de fabricar bombas.
Por su parte las derechas se agruparon en lo
que se llamó Acción Popular, y trataron de dar un mensaje en
cuanto a los peligros del triunfo de las izquierdas. En sus
carteles se podía leer: «Acción Popular da Trabajo. El
Marxismo produce paro». «¡Acordaos de Asturias! 1.325
muertos, 2.951 heridos, 935 edificios destruidos, 122.561
armas decomisadas, 14 millones robados. Toda España será
Asturias si triunfa la revolución».
En cuanto a la
respuesta de las derechas a las provocaciones de la izquierda, Calvo Sotelo, en
un discurso, el 12 de enero en Madrid dijo: «...Por eso hemos de procurar
a toda costa que estas elecciones sean las últimas. Lo serán si triunfan las
izquierdas, ya lo dicen ellas sin rebozo. Pues hagamos eso mismo las
derechas...».
ARRIBA
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Para dar una idea de como se falsearon las
elecciones, en un colegio de Gijón, el primer elector, al
dar la papeleta se identifica como Pichilatu, uno de los
fusilados por su actuación en la Revolución de Octubre del
34. Y como éste, votaron muchos muertos de la revuelta.
En la noche del día 16, José Mª Gil Robles recibía buenas
noticias en cuanto a los resultados de su frente en dicho
proceso electoral. Ya entendía que no ganaría en Madrid y
Cataluña, pero sabía que en las dos Castillas, Galicia, León,
Baleares, Navarra y Zaragoza, las cosas le eran favorables, y
que en el peor de los casos en aquellos lugares como Madrid o
Cataluña −en donde el Frente Popular tras sacar sus masas a la
calle a celebrar la victoria con hechos de violencia− Gil Robles
pensó que se podría presentar posibles situaciones de coacciones
que podrían influir en la alteración o falsificación de aquellos
resultados favorables a Alianza Popular.
Se respiraba el mismo aíre de las elecciones de 1931. Las
derechas en 1936 no estaban preparadas para enfrentar en las
calles a los grupos violentos armados de izquierda
revolucionaria. Gil Robles lo sabía. Así que persuadido y viendo
que su pronóstico se hacía realidad a medida que pasaban las
horas, acude al Gobierno con la finalidad de pedir que las
izquierdas con su violencia no le roben los votos, y sean
respetados los resultados electorales que en ese momento no se
conocen con precisión. Gil Robles exige del Gobierno que se
ponga fin a la campaña de terror impulsada en las calles por las
izquierdas.
En la mañana del día 17 se celebra un Consejo de
Ministros y se firma un decreto de suspensión de garantías
constitucionales.
Parecía que se hubiese puesto en marcha en toda España un plan
de desestabilización impulsado por el Frente Popular, con la
idea de intimidar al Gobierno y las derechas a que salgan a la
calle a manifestar sus ideas.
Grupos izquierdistas organizan manifestaciones, incidentes y
tumultos que se empezaron a producir desde la noche del día
16. Numerosos presos son puestos en libertad. Se provocan
algunos incendios, y en Madrid durante una manifestación se da
el resultado de un muerto y varios heridos. El Gobierno no emite
órdenes ni instrucciones; algunos gobernadores civiles,
desbordados y acobardados, más que dimitir son sustituidos por
comisiones del Frente Popular. El desorden es total, la
autoridad nula. Mientras tanto, en el sector militar hay algunos
generales que no ven con muy buenos ojos lo que ocurre en la
calle.
Los presos comunes se amotinaban en diversas cárceles,
principalmente en los penales de San Miguel de los Reyes,
Cartagena y en la prisión de Burgos.
El día 17, José
Antonio Primo de Rivera visita al presidente de Gobierno, Manuel
Portela Valladares, con la idea de plantearle el ambiente de
inseguridad y violencia que existe en las calles, por lo cual el
líder de Falange le ofrece al Gobierno el apoyo de sus centurias
falangistas para tratar de sofocar a los agitadores, pidiéndole
fusiles. Portela le respondió responsabilizándole a él y la
Falange de los desórdenes, y hasta los amenazó, a lo cual Primo
de Rivera replicó que ellos no se habían movido para nada y que
los desórdenes provenían sólo del Frente Popular, y que si no le
cree, basta con que salga a la calle para que vea con sus
propios ojos a los agitadores con banderas rojas.
El día 19 de febrero
se celebró Consejo de Ministros, en donde Portela dimitió. En la
noche, se formaba nuevo Gobierno, bajo la presidencia de Manuel
Azaña. Llamó bastante la atención que todos los ministros de ese
Gabinete eran masones: Manuel Azaña, Augusto Barcia Trelles, el
general Carlos Masquelet Lacaci, Santiago Casares Quiroga,
Manuel Blasco Garzón, Marcelino Domingo Sanjuán, José Giral
Pereira, Antonio de Lara y Zárate y Mariano Ruiz-Funes García.
Para el día 20 en
toda España se habían producido y estaban produciéndose
desórdenes: saqueos y quema de iglesias y conventos, asalto a
los periódicos de derecha y centros políticos, persecuciones,
violencias, atentados contra personas y cosas, apoderamiento de
fincas y bienes, destrozos... Personas identificadas con ideas
de derechas −sobre todo candidatos− habían huido o se veían
forzados a esconderse. Las promesas del Frente Popular empezaban
a cumplirse.
El día 21 las Cortes
aprobaron un Proyecto de Decreto Ley de amnistía a los penados
por delitos políticos y sociales, sobre todo los que
participaron en las agitaciones del 6 de octubre de 1934. Al día
siguiente fueron puestos en libertad todos los agitadores y
asesinos que eran considerados presos políticos. El día 1 de
marzo se publicó un decreto en donde quedaban obligadas las
empresas «a readmitir a todos los obreros que hubiesen sido
despedidos por sus ideas o con motivo de huelgas políticas» y
así mismo «a restablecer en sus negocios, establecimientos o
talleres, las plantillas que estuviesen vigentes el 4 de octubre
de 1934». Al propio tiempo las empresas tenían que indemnizar a
los readmitidos «por tiempo que estuvieron privados del
ejercicio de su función».
Los patronos acudieron al Gobierno con la pretensión de que se
les eximiese del pago de las indemnizaciones, alegando que en
octubre de 1934, al rescindir los contratos de trabajo con los
obreros que se negaban a reanudarlo, «se limitaron a cumplir la
ley tal como había sido interpretada, no sólo por el ministro de
Trabajo en aquel entonces, sino por el propio ministro
socialista en su resolución del 10 de febrero de 1932».
Pero el nuevo Gobierno del Frente Popular desestimó los
razonamientos justos de los patronos. De este modo, se dieron
episodios en donde los patronos salieron muy afectados, ya que
al readmitir a un viejo empleado, se tenía que despedir al que
había quedado en su lugar. Muchos de los readmitidos regresaron
con espíritu vengativo, mientras los patronos tenían que
aguantar las amenazas y coacciones.
En Toledo, un camarero fue llevado en manifestación jubilosa al
café de la plaza de Zocodover, en donde se hallaban enlutadas la
viuda y las hijas del dueño, pocos meses antes asesinado por
aquel camarero, que regresaba a reclamar su puesto de trabajo «y
los jornales que le correspondían por derecho».
Los pistoleros anarquistas habían obligado en diferentes
ocasiones a que patronos dieran trabajo a hombres que jamás
habían sido empleados suyos. La situación se complicaba cada vez
más gracias a la rivalidad entre la UGT y la CNT, que hacían lo
imposible por dar trabajo a sus afiliados, utilizando métodos de
coacción y amenazas a los empresarios. Esto sin dudas degeneró
en una crisis del sector empresarial, en donde se cerraron
muchas pequeñas y medianas empresas.
El 1 de marzo de 1936
se realizó una segunda vuelta de las elecciones en aquellas
provincias en las cuales ninguna candidatura había conseguido
superar el 40 % de los votos: Castellón, Soria, Guipúzcoa, Álava
y Vizcaya, lugares en que las derechas triunfaron, pero no con
la mayoría necesaria. Si la primera vuelta hubiese resultado
válida, las derechas en esas provincias hubiesen logrado once
diputados, pero tras la segunda vuelta sólo alcanzaron tres. Se
repetía la misma historia de 1931. Al igual de aquel entonces en
donde los candidatos monárquicos les fueron robados sus puestos,
en 1936 a las derechas le ocurría lo mismo. Se anularon actas de
algún derechista o centrista, y así corría la lista para que
resultara ganador un candidato izquierdista con votación
inferior. En Granada, se anularon las elecciones en donde las
derechas superaban con más de 50.000 votos a la izquierda. Igual
situación ocurría en Cuenca, en donde las derechas alcanzaron el
triunfo con más de 10.000 votos de diferencia, logrando los
cuatro puestos de la mayoría y los dos de las minorías, siendo
anulada la elección arbitrariamente al constituirse el
Parlamento, destacando el dictamen de la Comisión que proponía
la invalidez «por no haber llegado ninguno de los candidatos al
cuarenta por ciento establecido por la Ley», anulándose la
elección y convocándose otra distinta. Para la segunda vuelta de
Granada, tras la presión y amedrentadas por el ambiente, las
derechas optaron por no acudir a las urnas y retiraron sus
candidaturas.
El 3 de mayo, se
realizó la nueva elección en Cuenca. El Frente Popular encarceló
a elementos derechistas, les amenazó y persiguió, atacó sus
centros y desbarató su organización; el gobernador actuó a su
gusto. Indalecio Prieto Tuero elogió la influencia que ejerció
la “Motorizada” (Grupo de milicias socialistas armadas). Nadie
respetaba la voluntad de la mayoría, lo importante era el
triunfo, sacar adelante los candidatos del Frente Popular.
Prieto afirmó que se trasladaron a Cuenca “a batirse a tiros
contra los facciosos”, lo cual utilizó para justificar los
desmanes realizados por sus seguidores.
En Cuenca hubo colegios electorales en los que la derecha no
sacó un solo voto. Las actas que eran adversas al Frente Popular
fueron robadas por los propios delegados gubernativos.
Lo ocurrido en Cuenca era algo especial para Prieto. Allí estaba
la candidatura de José Antonio Primo de Rivera, así como la
candidatura del general Francisco Franco. Se utilizó la
violencia para cerrar el camino a la inmunidad parlamentaria de
Primo de Rivera, a quien le quitaron más de 20.000 votos.
Tal es así, que tras los resultados, a pesar de las trácalas, a
las minorías le tocaban dos puestos, y José Antonio ocupaba el
primer lugar. La Comisión de actas propuso para diputados a los
señores Modesto Gosálvez y Manuel Casanova que seguían en la
votación, a pesar que en el expediente electoral aparece José
Antonio con 47.283 votos y el señor Casanova con 46.894, se
produce dicha proclamación.
El llamado triunfo arrollador de las izquierdas que tanto
pregonaban en las elecciones del 16 de febrero, no había sido
tal, ya que los sufragios emitidos daban los siguientes
resultados: Derechas, 4.187.571; Centro, 466.334; Izquierdas,
3.912.086. Lo que da una diferencia a favor de la derecha-centro
de 741.819 votos. No obstante, en cuanto a número de diputados
elegidos el resultado fue el siguiente: Derechas, 147; Centro,
66; Izquierdas, 260. Es decir, que los partidos políticos
centro-derechistas, con cerca de un millón de votos más que las
izquierdas, obtuvieron casi medio centenar de diputados menos.
Todo gracias al sistema electoral implantado intencionalmente
por las izquierdas durante las Cortes Constituyentes. Ya
Indalecio Prieto en un artículo publicado en “El Liberal”,
de Bilbao, el 14 de abril de 1935, señalaba: «Las Cortes
Constituyentes, por iniciativa del Gobierno
republicano-socialista, habían hecho una Ley electoral favorable
a las grandes coaliciones, a las mayorías, y encaminada a
asegurar el predominio de las izquierdas». El hecho es que tras
el triunfo de las derechas en 1933, estas jamás no se
preocuparon por modificar dicha Ley.
Niceto Alcalá Zamora escribiría más tarde, en cuanto a lo que
fueron las elecciones de 1936, lo siguiente: «A instigación de
dirigentes irresponsables, la muchedumbre se apoderó de los
documentos electorales; en muchas localidades los resultados
pudieron ser falsificados. Muestra elocuente de la “pureza” con
que el mismo Portela ganó su acta en Pontevedra, fue la
condescendencia con que el Frente Popular pagó tal vez su
complicidad, haciendo que se lucrara con 22.000 votos
absolutamente falsos, pero que necesitaba para derrotar a un
derechista. A tanto llegó el desenfado, que en otras
localidades, como en Málaga, después del asalto del Frente
Popular, aparecieron, no una sección sola, sino múltiples, y
alguna de tradicional fama derechista, con los censos totalmente
volcados y aún con mayor número de sufragios que el de electores
en favor de la conjunción revolucionaria y “ni un solo voto” en
favor de los candidatos de derechas».
ARRIBA
En la siguiente lista no se ha agregado: las
detenciones arbitrarias de ciudadanos inocentes acusados de
ser elementos derechistas; los numerosos asaltos a centros
derechistas, así como los intentos fallidos de saqueos a
iglesias; y las agresiones o atentados a elementos de
derechas, así como los saldos de heridos en dichas
agresiones o atentados.
ARRIBA
Día 17: En una
manifestación en Madrid, se produce un tiroteo con un muerto
y dieciocho heridos. Los reclusos del penal de San Juan de
los Reyes, de Valencia, se amotinan y lo incendian, con un
resultado de 15 heridos. Igual situación ocurre en
Cartagena, con un vigilante muerto.
Día 18: En Alcanadre
(Logroño) es saqueada la iglesia. En Zaragoza, tras intensos
tiroteos entre elementos agitadores izquierdistas y fuerza
pública, se produce un muerto y trece heridos.
Día 19: En Santoña
(Santander) se amotinan los presos y acometen a los soldados,
con un desenlace de tres presos muertos y cinco heridos. En
Zaragoza se producen tiroteos con numerosos heridos.
Día 20: En Jumilla
(Murcia) se declara el comunismo libertario, produciéndose
enormes desmanes. En Elche (Alicante) incendian el convento de
las Mercedes y la iglesia parroquial de San Juan, asaltan la
residencia de Padres del Corazón de María con saldo de dos
muertos y varios heridos. En Palma del Río (Córdoba) es
destrozada la iglesia y un convento de monjas. En Montejaque
(Málaga) es asaltada y destruida la iglesia. En Benaoján
(Málaga) incendian la parroquia, que queda completamente
devastada. En la Coruña incendian la iglesia del Sagrado
Corazón. En Torres de Berrellén (Zaragoza) ocurre lo mismo. En
Torreagüera (Murcia) saquean y queman la iglesia. Igual suerte
corre la iglesia parroquial de El Salvador en Béjar (Salamanca).
En Rambla (Córdoba) es incendiado el archivo municipal, con un
saldo de siete heridos graves, tras ser agredidos salvajemente
por elementos socialistas. En Murcia incendian el periódico
conservador “La Verdad” y destrozan la sede del diario
“Levante Agrario” e intentan quemar la iglesia del Carmen,
produciéndose un fuerte tiroteo, con el resultado de un muerto y
varios heridos. En Barcelona, en una manifestación separatista,
hay un muerto y siete heridos graves. En Granada apedrean e
intentan asaltar el periódico “El Ideal” hiriendo a tiros
por la espalda a uno de los propietarios. En Chinchilla
(Albacete) se produce un muerto al intentar fugarse los reclusos
del penal. En Alcalá de Henares (Madrid) asaltan y queman el
centro de Acción Popular. Igual suerte ocurre con los centros de
Acción Popular en Betanzos (La Coruña) y Cartagena. En Elche
(Alicante) incendian un centro de derechas y el Casino Radical,
así como el Casino y los locales de Acción Cívica de la Mujer.
En Murcia asaltan el Circulo Tradicionalista y de Acción Popular
e incendian un bar. En Palma del Río (Córdoba), Palomares
(Sevilla) y Huelva, queman los centros de Acción Popular. El
Pontevedra es asaltado y quemado los centros del Partido Radical
y Acción Popular. En Santiago de Compostela atacan los locales
de Unión Regional de Derechas, Circulo Tradicionalista, Bloque
Nacional, Juventud de Acción Católica de Santa Susana, de San
Miguel y de la Buena Prensa. En Herrera (Sevilla) queman el
archivo municipal.
Día 21: En Peñaflor
(Sevilla) es asaltada la iglesia. En Oviedo intentan quemar el
diario "La Voz de Asturias" y son atacados los centros de
derechas. En Alcoy (Alicante) es abordado el local de la
“Gaceta de Levante”. El Ceuta queman los talleres del
“Faro de Ceuta”.
Día 22: El Palma del
Río (Córdoba) son calcinadas varias iglesias y conventos. En
Aguilar (Córdoba) es asaltado e incendiada el edificio de la
Comunidad de Labradores. El Posadas (Córdoba) es quemada la
iglesia del pueblo. Son asaltadas fincas en los términos de
Córdoba, Montilla, Puente Gentil, La Carlota, Fuente Carreteros,
La Victoria, Villanueva del Rey, Hinojosa del Duque y Bélmez.
Día 23: En Manzanares
(Ciudad Real) es saqueada una ermita, destrozándola los
seguidores del Frente Popular. En Jaén asaltan el “Diario de
la Mañana” y destrozan las maquinarias. Asalto e incendio
del Circulo Tradicionalista en Miranda de Ebro (Burgos).
Día 24: En Pechina
(Almería) es asesinado el falangista José Díaz García. En Busto
de Bureba (Burgos) es atacada la iglesia parroquial. En Gamonal
(Burgos) saquean la iglesia. En Lavadores (Pontevedra) es
asaltado y destrozado el local de Acción Popular.
Día 26: En Málaga es
asesinado el falangista Antonio Díaz Molina. En Torres de
Cotillas (Murcia) es asaltado el Ayuntamiento.
Día 27: En el barrio
de Vallecas, Madrid, es asesinado el obrero falangista José
Rodríguez Santana. En Sevilla choques entre falangistas y
elementos de izquierda.
Día 29: En El Ferrol
incendian la iglesia de Santa María de Villar. En Posadas
(Sevilla) asalto al centro de Acción Popular. En Arucas (Las
Palmas) asalto y destrozo del Ayuntamiento.
ARRIBA
El 1 de marzo, el Frente Popular
celebra en Madrid, y otras capitales, el llamado “triunfo”.
En dichas manifestaciones dominaban los retratos predilectos
de la revolución: Lenin, Stalin, Dimitroff... Desfilaban las
milicias izquierdistas uniformadas.
Durante el mes de marzo siguieron los motines, asaltos e
incendios, lo mismo de iglesias o centro políticos, periódicos
derechistas, comercios o domicilios particulares. Hubo huelgas
generales, saqueos y choques con la fuerza pública, como siempre
con muertos y heridos. Es imposible el presentar una relación de
hechos, ya que la censura a la Prensa impedía que se dieran a
conocer la violencia desatada por las izquierdas. La casi
mayoría de actos vandálicos, asesinatos, atentados, son
promovidos por los seguidores del Frente Popular.
Día 1: En Badajoz
asesinan a puñaladas al derechista Valentín Gómez Valle. En El
Coronil (Sevilla) manifestantes se tirotean con la Guardia
Civil, resultando un muerto y varios heridos. En Limodre
(Coruña) incendian la iglesia. En San Sebastián es asaltado el
centro Tradicionalista.
Día 3: En Torrevieja
(Alicante) es incendiada una ermita en la Plaza de Fermín Galán
y la iglesia de la Inmaculada; incendian el hotel Gómez, el
Circulo Radical y el registro municipal.
Día 5: En Alcalá de
Henares, con motivo de la huelga general, la iglesia que fue de
los jesuitas, es incendiada, así como el convento de la
Magdalena y la iglesia de Santiago.
Día 6: En Madrid son
atacados desde un coche, a tiros de pistola ametralladora, unos
obreros falangistas, cuando salían de trabajar en una
demolición; resultaron muertos José Urra Goñi y Ramón Faisán,
así como otros dos heridos graves. En Puebla de Almoradiel
(Toledo) un grupo de marxistas tiroteó e hirió al falangista
Miguel Sepúlveda, y cuando estaba en el suelo lo remataron a
culatazos. En Ares (Coruña) es asaltado y destruido el centro de
Acción Popular. En Pamplona, a consecuencia de un intento de
asalto al “Diario de Navarra”, se produce un tiroteo, con
saldo de diez heridos; un grupo de comunistas atacan la
Diputación, se proclaman gestores e izan una bandera roja, hasta
que son expulsados por las fuerzas de Asalto.
Día 7: En Puebla de
Almoradiel (Toledo) la autoridad había prohibido el entierro
católico de Miguel Sepúlveda, asesinado el día anterior, y
cuando los falangistas se dirigían al domicilio del alcalde para
conseguir el permiso, son recibidos a tiros, resultando muertos
los falangistas Ramón Perea y Tomás Villanueva, y heridos unos
siete camaradas que les acompañaban. En Niebla (Huelva) es
incendiada y destruida la histórica iglesia parroquial, joya del
siglo XI.
Día 8: En Cádiz los
agitadores izquierdistas asaltan el colegio de los Marianistas,
así como el colegio de los Paúles; incendian la iglesia
parroquial de la Merced, el convento de Santa María, el
seminario de San Bartolomé, las escuelas de Padres de Familia,
las iglesias de San Pablo, la Divina Pastora y el colegio de
Villa; se produce un muerto.
Día 9: En Gabiego
(Oviedo) es incendiada y destruida la iglesia parroquial. En
Villamediana (Logroño) la iglesia parroquial es incendiada. En
Jerez de los Caballeros (Badajoz) la iglesia de los Misioneros
del Corazón de María es saqueada, ocurriendo lo mismo en la
iglesia de San Pablo en San Fernando (Cádiz). En Baracaldo
(Vizcaya) los tradicionalistas Jaime Villamor y José Hernández
fueron tiroteados por la espalda; el primero resultó muerto y el
segundo gravísimamente herido.
Día 10: En Cehegín
(Murcia) es quemada la casa del párroco y la iglesia; un
incendiario resulta muerto. En Segovia es atacado el centro de
Acción Popular, así como el Centro y Casino en Écija (Sevilla).
En Granada se declara la huelga general; son incendiadas y
totalmente destruidas la iglesia de Nuestro Salvador y el
convento de Santo Tomás de Villanueva, así como la iglesia de
San Cristóbal y el convento de San Gregorio el Bético; destruido
totalmente el teatro de Isabel la Católica, el café Colón, el
periódico “El Ideal”, los centros de Falange y Acción
Popular, así como una fábrica de chocolates. Son asaltados los
conventos de Madres Carmelitas, de la Presentación, Santa Inés,
Santa Catalina de Zafra, San Gregorio el Alto e iglesias
parroquiales, destruyéndose valiosas obras de arte.
Día 11: En el Puente
de Vallecas, Madrid, asaltan el convento de las Hermanas
Pastoras, incendiándolo en parte; asaltan el colegio parroquial
y el convento anexo, quemando en la calle las imágenes y los
muebles; atacan las iglesias del barrio de Doña Carlota.
El 12 de marzo, un
grupo de comunistas, que se dedicaban a cachear a la gente por
las calles, pistola en mano, detuvieron en el Paseo de Sagasta a
dos jóvenes llamados Juan José Olano Orive, de dieciocho años y
Enrique Valdosel, de diecisiete. Mostraron ambos sus carnets de
estudiantes. Uno de los pistoleros les dijo:
−Vosotros sois fascistas.
Los jóvenes callaron.
−¡Seguid! −les conminaron.
Apenas avanzaron unos pasos, los muchachos fueron acribillados a
balazos, siendo mortalmente heridos. No era la primera vez que
ocurría este tipo de hechos.
En réplica a este tipo de persecución, al día siguiente, cuando
el diputado socialista Luis Jiménez de Asúa salía de su casa, en
compañía de su escolta, sufrió un atentado, saliendo ileso y
muriendo su custodia, el policía Jesús Gisbert.
Tras el entierro del policía, al que asistieron las turbas
izquierdistas, los agitadores decidieron saciar su espíritu
revolucionario quemando la iglesia parroquial de San Luis de los
Franceses en la calle Montera, y el periódico monárquico “La
Nación”. La iglesia de San Ignacio también ardió en llamas.
En la quema de las iglesias resultaron muertos dos bomberos que
acudieron a cumplir con su trabajo.
Día 13: En Barcelona
incendian el local de la Comunión Tradicionalista. En Guadix
(Granada), son incendiados el Liceo Accitano, una farmacia y
otros varios locales.
Día 14: En Logroño,
una multitud acosa a unos oficiales e intentan asaltar el
cuartel de Artillería; la guardia del cuartel responde,
produciéndose el saldo de un muerto y varios heridos; son
incendiados el convento de la Enseñanza, la parroquia de
Santiago, el convento de las Adoratrices, el de las Agustinas,
el de las Concepcionistas, el de las Carmelitas y el de los
Maristas; son asaltados y saqueados los centros de Falange,
Tradicionalista y Acción Riojana; asaltan el “Diario de la
Rioja” y destrozan la maquinaria. En Beniaján (Murcia) es
incendiada la iglesia parroquial, que arde totalmente.
El día 15 de marzo
ingresaron en los calabozos de la Dirección General de
Seguridad, José Antonio Primo de Rivera y los miembros de la
Junta Política de Falange, que posteriormente serían
trasladados, el día 17, a la cárcel Modelo. Mientras en las
calles sigue desarrollándose la violencia desatada por el Frente
Popular contra los miembros y seguidores de la Falange. En todas
las capitales también son apresados directivos falangistas,
clausurándoles los escasos centros. Esto hizo que los
falangistas asumieran una posición combativa, y más cuando
miembros de su organización −como el estudiante Juan José Olano−
eran asesinados a mansalva.
El 15 de marzo se
reúnen las Cortes en sesión preparatoria, bajo la presidencia de
Francisco Largo Caballero. Leídos los artículos que prescribe la
Ley, son invitados a ocupar la presidencia el diputado de más
edad, correspondiéndole la asignación al monárquico don Ramón
Carranza. Al día siguiente cuando el Sr. Carranza levanta la
sesión, un diputado izquierdista le increpa diciéndole: «¡No
basta eso! Hay que dar un viva a la República», contestando el
Sr. Carranza: «¡No me da la gana!». Estalla el escándalo. Los
diputados del Frente Popular empiezan a vitorear la República, a
Rusia y a la revolución proletaria. Uno de los secretarios, el
comunista Uribe, puño en alto comienza a cantar la
“Internacional”, haciendo coro los comunistas y socialistas.
En esos días, en Logroño, tuvo lugar un enfrentamiento entre
campesinos y el ejército, resultando cuatro muertos. Un grupo de
oficiales envió entonces un verdadero ultimátum a Manuel Azaña,
con referencia a las provocaciones izquierdistas contra las
fuerzas armadas.
El día 15 de marzo,
en Lucía (Alicante) es incendiada la iglesia y expulsado el
párroco. En Villena (Alicante) es saqueada la ermita de Santa
Lucía, San José y San Antonio, sacando las imágenes y objetos de
culto a la calle en donde les prenden fuego. En Monforte del Cid
(Alicante) incendian la iglesia de San Pascual. En Los Garros
(Murcia) es saqueada la iglesia y quemadas las imágenes en la
carretera. En Barcelona asaltan “El Correo Catalán”.
Durante esos días, el periódico comunista “Mundo Obrero”
se dedica a excitar a las masas contra las personas que no
simpatizan con su ideología. Los atentados son el pan de cada
día. Los sospechosos “fascistas” eran perseguidos, detenidos y
asesinados. Como ejemplo, en la noche del día 22 de marzo,
es asesinado a tiros en su casa en Oviedo, el diputado
derechista y ex ministro de Trabajo, don Alfredo Martínez
García-Argüelles.
Día 16: En Jumilla
(Murcia) muere un socialista que se había distinguido en la
detención de personas acusadas de ser derechistas, para ser
juzgadas por el Tribunal del pueblo el 18 de febrero. En
represalia por la muerte del socialista, son detenidos los
falangistas del pueblo. Cuando iban conducidos por la Guardia
Civil los falangistas Jesús Martínez Eraso y Pedro Cutillas, son
atacados por agitadores izquierdistas que caen sobre ellos,
siendo masacrados a hachazos; y todavía no conformes, quieren
desarmar a los guardias quienes en defensa matan a un agitador y
hieren a dos. Ese día, en Valdecunas (Oviedo) los seguidores del
Frente Popular asaltan la iglesia parroquial, sacan las imágenes
a la calle y las queman. En Saracho (Álava) asaltan la iglesia
parroquial y queman los bancos y altares. En Nájera, Navarrete y
Lardero (Logroño) son incendiadas las iglesias. En Buitrago
(Madrid) es quemada y destruida la iglesia parroquial de Santa
María, destacando la destrucción de un Santo Cristo del siglo XI.
En Santa Cruz de Mudela (Ciudad Real) son incendiadas la iglesia
parroquial y la capilla de la Concepción. En Silla (Valencia)
asaltan la iglesia parroquial, sacan las imágenes a la calle y
las queman. En Torreagüera (Murcia) incendian la iglesia
parroquial. En Beniaján (Murcia) saquean el archivo parroquial.
En Cehegín (Murcia) queman las iglesias de Santa María, la de la
Concepción y la ermita de la Peña.
Día 17: En Albacete
los seguidores del Frente Popular incendian el Casino, saquean
un establecimiento particular titulado “Albacete religioso”,
destrozándolo todo; saquean y causan destrozos en el local de
estudiantes católicos, asaltan el domicilio de Acción Popular,
sacan los muebles y los queman; incendian las parroquias de San
Juan y de San José; apedrean la redacción del “Diario de
Albacete”. En Cieza (Murcia) agitadores se dedican a asaltar
y saquear viviendas de personas afiliadas a partidos
derechistas.
Día 18: En Pinoso
(Alicante) es declarada la huelga general pidiendo la detención
de líderes derechistas, y las autoridades acceden. En Mendavia
(Navarra) un grupo izquierdista capitaneado por el alcalde,
tirotea a dos falangistas, resultando gravemente herido Martín
Martínez de Espronceda, que fallecería poco después. En Mula
(Murcia) es encontrado asesinado el ex alcalde de Acción Popular
don José Martínez Fernández. En Almansa (Albacete) asaltan y
queman el convento de monjas Agustinas; atacan la casa rectoral
e incendian la ermita del Cementerio Viejo. En Yecla (Murcia)
son incendiadas todas las iglesias del pueblo, incluso el
santuario de la Patrona. En Polanco (Santander) incendian la
iglesia parroquial y la reducen a escombros. En Encinas
(Alicante) incendian la ermita. En Almodóvar del Pinar (Huesca)
asaltan y queman la ermita. En Monteagudo (Murcia) es saqueada y
quemada la iglesia, siendo calcinadas sus imágenes. En la Coruña
intentan asaltar el periódico “El Ideal Gallego”; asaltan
el local de la CEDA, arrojando los muebles a la calle
destrozándolos; hacen lo mismo en el centro de Renovación
Española; asaltan el Club Náutico y arrojan a la bahía los
muebles y enseres.
Día 19: En La Encina
(Salamanca) agitadores de izquierdas incendian la única iglesia,
que queda reducida a escombros. En Caudete (Albacete) son
incendiadas dos ermitas. En Campinillas (Málaga) prenden fuego a
la iglesia. En Piñeras (Oviedo), en la parroquia de Soto un
grupo de izquierdistas apalearon al joven Francisco Álvarez
Díaz, miembro de Acción Popular, matándole al ser arrojado por
un precipicio.
Día 20: En
Castro-Urdiales (Santander) varios grupos de agitadores asaltan
el Círculo Católico, el Círculo de Recreo y el local de Falange
Española; en la imprenta del periódico católico explota una
bomba. En la Coruña asaltan el local de Juventud Católica; en
una colisión resulta muerto un miembro de la CNT, planteándose
la huelga general y registrándose numerosos choques con varios
heridos.
Día 23: En Galaroza
(Huelva) incendian la iglesia de Santa Brígida.
Día 25: En Consuegra
(Toledo) grupos socialistas y comunistas capitaneados por el
alcalde saquean tiendas, fábricas de harinas y casas
particulares. En Bonete (Albacete) grupos de campesinos desarman
a una pareja de Guardias Civiles y matan a un cabo.
Día 27: En Tabernes
de Valldigna (Valencia) es quemada la iglesia, quedando
totalmente en ruinas; asimismo también fueron incendiadas la
iglesia de San José de la Montaña y la ermita de San Lorenzo; es
asaltado el Centro de Derecha Regional, quemado los muebles.
Día 28: En Granja de
Torrehermosa (Badajoz) se produce un enfrentamiento en la Casa
del Pueblo resultando muerto un policía. En Alberique (Valencia)
incendian el Juzgado de Primera Instancia, destruyéndose todos
los archivos.
El 31 de marzo, una
comisión parlamentaria encargada de la revisión de las
elecciones se negó a conceder escaños a una docena de diputados
derechistas, basándose en que habían obtenido la mayoría por
medio del fraude, depositando papeletas falsas en las urnas. Los
diputados monárquicos y de la CEDA protestaron retirándose
inmediatamente de la Cámara. Gil Robles señalaría: «puesto que
ninguna garantía ofrece para una labor seria y de utilidad
nacional es mejor que se devoren solos».
En la sesión del día 31 de marzo, el señor Jiménez
Fernández leyó una declaración en nombre de la CEDA, para
anunciar formalmente que ésta se ausentaba del Parlamento, en
vista de la falta de criterios para examinar las actas y
mientras tal examen durase. «Libre tenéis el camino −dijo−.
Constituid el Parlamento como os plazca; no ya con nuestros
discursos o con nuestros votos, pero ni siquiera con nuestra
presencia seremos obstáculo a la libertad y a la rapidez de
vuestras deliberaciones. Al retirarnos en esta solemne ocasión
en espera de vuestros actos, dejamos en vuestras manos, señores
de la mayoría, la suerte del sistema
parlamentario». A ésta actitud se sumaron los monárquicos y
tradicionalistas.
ARRIBA
Día 1: En una
finca de Corcollar (Málaga) hubo un tiroteo entre obreros
que irrumpieron en ella, siendo rechazados por la Guardia
Civil, produciéndose dos muertos y tres heridos. En
Carcallar (Sevilla) un grupo de campesinos agredieron a
efectivos de la Guardia Civil; los guardias repelieron la
agresión; hubo cuatro muertos y cuatro heridos graves.
Día 2: En Badolatosa
(Sevilla) se producen desórdenes con motivo de una huelga de
campesinos; resultó un hombre muerto y varios heridos. En Huévar
y Aldea Corcoya (Sevilla) se producen sangrientos sucesos, con
dos muertos y numerosos heridos.
Día 3: En Alcoy
(Alicante) es destrozado el templo de San Agustín e incendian el
de San Francisco; asaltan “La Gaceta de Levante” y
destruyen la maquinaria.
El día 3 de abril
José Antonio es condenado por el Tribunal de Urgencia a dos
meses y un día de arresto por la publicación de unas hojas
clandestinas. El día 30 de abril se celebra en la cárcel Modelo
de Madrid la vista de la causa contra veinte directivos de
Falange Española por asociación ilegal.
El fundador de Falange, como defensor en su causa, manifestaba:
«¿Es que defender la unidad de España es un delito? ¿Es que
pretender modificar la Constitución, que es revisable, es
delictivo?...» «A diario se hace una propaganda por periódicos
obreros de todos los matices revolucionarios, en los que se
afirma que pretenden la conquista del Poder por medios
violentos. Y esto debe ser licito cuando se tolera, y cuando a
los que lo dicen no se persigue... Conscientes de nuestra
responsabilidad ante los momentos históricos de España, en vez
de optar por el suicidio cobarde o la frivolidad acomodaticia,
preferimos el servicio y alistarnos en línea para evitar el
hundimiento de los valores espirituales, sustituyendo el
privilegio capitalista para salvar los principios religiosos,
morales y patrióticos».
El Tribunal dictó la siguiente sentencia:
«Considerando que de los hechos probados no
se deduce la perpetración por parte de los acusados del
delito que se les inculpa por el ministerio fiscal, ya que
el ideario político de la Asociación contenidos en los
Estatutos aceptados legalmente no ha sido alterado en su
esencia, orientación ni procedimientos por el documento
impreso que se ha leído como prueba.
Fallamos: Que debemos absolver y absolvemos
del delito de que son acusados a los procesados....
Igualmente, y en virtud de la anterior
absolución, debemos declarar y declaramos no haber lugar a
la disolución de la asociación Falange Española de las JONS».
A pesar de dicha sentencia absolutoria, José Antonio y
numerosísimos falangistas continuaron detenidos y otros muchos
siguieron ingresando en todas las cárceles de España.
Día 5: En Santander
es incendiada y destruida la iglesia parroquial de Cudón;
prenden fuego a la iglesia de Tanos. En Sevilla es destruido el
centro de Acción Popular.
Día 6: En Santander
es incendiada la magnífica iglesia parroquial de Puente Arce. En
Aspes (Alicante) es saqueada la capilla de Nuestra Señora de las
Nieves; incendian la Sociedad Patronal y el Círculo Católico.
Día 7: En Oviedo,
asalto a la iglesia parroquial de Brañes; el párroco de
Boniellas fue tiroteado cuando estaba en su casa y contra ésta
se arrojan siete cartuchos de dinamita; incendian la capilla de
Palomar de Rivera. En Barcelona explotan dos bombas en la
fábrica Hispano Suiza, causando enormes daños.
El 7 de abril, es
destituido de la presidencia de la República Niceto Alcalá
Zamora, siendo designado por el nuevo Congreso y con carácter
interino el masón Diego Martínez Barrio.
Día 11: En Barcelona
estalla una bomba en la Metalúrgica de San Martín y otra en una
fábrica de ascensores. En Beniopa (Valencia) los agitadores
saquean y destrozan la iglesia, queman los objetos de culto y
colocan una bandera roja en el campanario. En Oviedo es
incendiado el Santuario de los Mártires de Valdecuna.
Día 12: En Fuente de
la Higuera (Valencia) los socialistas saquean el pueblo y
destruyen una iglesia y una ermita.
Día 13: En Oviedo, es
incendiada totalmente la iglesia parroquial de Sorio.
Día 14: En Villamegún
(Oviedo) es saqueada la iglesia del pueblo. En Pamplona se
declara la huelga general en protesta por el paro forzoso,
produciéndose colisiones violentas. En Jerez, los seguidores del
Frente Popular incendian los locales de los periódicos “El
Guadalupe” y “Diario de Jerez”.
Durante el desfile del 14 de abril, con motivo de
festejarse el quinto aniversario de la proclamación de la
República, había estallado bajo la misma tribuna presidencial,
en el Paseo de la Castellana, unos petardos, que habían sembrado
la alarma y desorganizado el desfile militar. En dicho
incidente, resultó muerto el alférez de la Guardia Civil,
Anastasio de los Reyes. El día 16, tras el velatorio del
cadáver, una multitud le acompañó en el entierro, donde
participaron numerosos militares y Guardias Civiles en señal de
protesta. El Gobierno prohibió que en la esquela que se
publicaría en la Prensa, se consignara la hora del entierro. A
pesar de esto, en el Cuartel del Hipódromo, de donde había de
salir la comitiva, se concentraron unas 50.000 personas. Durante
la manifestación de duelo, esta atravesó Madrid, y a medida que
avanzaba, se encontraba con grupos de izquierdistas que lanzaban
piedras, ladrillos y disparos. En la plaza de Castelar, fue
asesinado el falangista Andrés Sáenz de Heredia, primo de José
Antonio Primo de Rivera; y en la plaza de Manuel Becerra, en
donde la manifestación fue disuelta por la violencia de la
Guardia de Asalto, el teniente de Asalto José Castillo dio
muerte a Luis Llaguno, un joven tradicionalista, así como al
falangista Manuel Rodríguez Jimeno. El balance de los sucesos
fue de seis muertos y numerosos heridos.
Llamó la atención el hecho de que después de ser disueltos, los
manifestantes se reagruparon llenos de indignación, marchando
por el centro de Madrid con la intención de asaltar el Congreso,
siendo disueltos con una violenta carga de guardias de Asalto.
El entierro del alférez de la Guardia Civil, quizás sea el
primer intento de manifestación, no izquierdista, de mayor
importancia de protesta contra el Gobierno republicano.
Día 15: En Tuy
(Pontevedra) fue saqueado el centro Radical. En Teruel, la
iglesia parroquial de Escucha es saqueada y le prenden fuego a
los objetos de culto. En Jerez de la Frontera (Cádiz), es
detenido Eloy Galán, por el simple hecho de ser falangista.
Mientras iba conducido por la autoridad, un grupo de agitadores
le obligaron a dar varias vueltas a una gran plaza conminándole
a gritar vivas al comunismo, a lo que Galán contestó con un
¡Arriba España!, siendo cruelmente apaleado, quedando gravemente
herido.
El Día 16 de abril se reanuda la actividad parlamentaria.
Manuel Azaña realiza una declaración ministerial en la que
manifiesta que los actuales sucesos de violencia le entristecen.
«Hay que evitar −dice− la guerra civil». Tras su discurso los
diputados del Frente Popular aplauden. Ante los representantes
del parlamento presentes en dicha sección, Calvo Sotelo se
levanta y señala: «El Señor Azaña recomendaba calma y no quiere
la guerra civil. Todo eso, dicho a principios de marzo, hubiera
podido sonar muy bien y ser aplaudido por muchos. Pero hablar de
calma ahora, al cabo de varias semanas en que se puede decir que
no existen en muchos puntos de España garantías de vida...;
cuando por todas partes se sienten las amenazas y se oye gritos
¡Patria, no! ¡Patria, no!; cuando a los vivas a España se
contesta con vivas a Rusia, y cuando se falta al honor del
Ejército y se escarnecen las esencias de la Patria; cuando todo
eso está ocurriendo durante seis, siete y ocho semanas, yo me
pregunto: ¿Es posible tener calma? Envidio a Su Señoría, señor
Azaña, por la muestra formidable de su temperamento frívolo».
Por su parte, Calvo Sotelo, presenta un balance, en donde señala
que desde el 16 de febrero al 2 de abril se ha
producido: «Asaltos y destrozos a centros políticos, 58; en
establecimientos públicos y privados, 72; en domicilios
particulares, 33; en iglesias, 36... Incendios: en centros
políticos, 12; en establecimientos públicos y privados, 45; en
domicilios particulares, 15; en iglesias, 110...». A ello se le
suma tiroteos, atracos, agresiones, heridos... con unos 74
muertos».
Calvo Sotelo protestaba contra la censura que ocultaba aquellos
hechos a la opinión pública, y acusaba al Gobierno por permitir
este tipo de situaciones.
Para finalizar, Calvo Sotelo señalaba en el Parlamento algo que
se conoce en la calle: «Señor Azaña, no se puede jugar con la
Historia. ¿Es que Su Señoría no sabe que se están armando grupos
de proletarios para dar el golpe el día que tengan los medios
suficientes en su mano? ¿Es que Su Señoría ha procurado evitar
la introducción de armamentos con destino a fines comunistas en
España?... Nosotros tenemos que levantarnos aquí a gritar que
estamos dispuestos a oponernos con todos los medios, diciendo
que el ejemplo de exterminio, la trágica destrucción que las
clases conservadoras y burguesas de Rusia vivieron, no se
repetirá en España, porque ahora mismo si tal ocurriese, nos
moveríamos a impulsos de un espíritu de defensa que a todos
llevará al heroísmo, porque antes que el terror rojo...» Las
últimas palabras de Calvo Sotelo son ahogadas por una gritería
ensordecedora de los sectores de izquierda del Parlamento.
Por su parte Gil Robles condenaba que sus partidarios estaban
siendo víctimas de la persecución, agresiones, encarcelamientos,
y proclamaba que las fuerzas de derechas se equiparaban en
número a las del Frente Popular, y que esa masa derechista no se
resignaría a morir: «Si no puede defenderse por un camino, se
defenderá por otro. Frente a la violencia que allí se propugna
surgirá otra violencia y el Poder Público tendrá el triste papel
de espectador de una contienda ciudadana en la que va a arruinar
material y espiritualmente la nación...» «Cuando la guerra civil
estalle en España, que se sepa que las armas las ha cargado la
incuria de un Gobierno que no ha sabido cumplir su deber frente
a los grupos que se han mantenido dentro de la más estricta
legalidad».
Mientras tanto, los diputados de la izquierda en el Congreso, no
negaban los hechos de violencia de sus seguidores, y lo que
hacían era aprobarlos y amenazar a los oradores de la oposición
con peores males. En una ocasión, el presidente de las Cortes se
negó que figuraran en el Diario de Sesiones, algunas expresiones
lanzadas, entre ellas, las de José Díaz, secretario del PCE que
le dijo a Gil Robles: «Las derechas tienen que responder ante el
pueblo de la represión cruel de Octubre... Para evitarlo Gil
Robles, principal “ejecutor”, huye de la Cámara dejándole “el
muerto” como todos los cobardes... Decía Gil Robles que era
preferible morir en la calle a morir no sé de qué manera... Yo
no sé como morirá el señor Gil Robles...
−En la horca− sentencia un diputado.
«No puedo asegurar cómo va a morir el señor
Gil Robles −señala Díaz−, pero sí puedo afirmar que morirá
con los zapatos puestos».
Día 16: En Jerez son
asaltados cinco conventos, así como los centros de Falange y
Acción Popular, produciéndose veintidós heridos, así como la
numerosa detención de elementos de derechas.
Día 17: En Almendro
(Huelva) es saqueada e incendiada la ermita de Nuestra Señora de
Piedras Albas.
Día 22: En Bilbao se
acentúa el conflicto de los tranviarios y de los autobuses; las
comunicaciones urbanas quedan interrumpidas. En Almería se
declara la huelga general.
Día 23: En la Casa
del Pueblo de Requejo (Zamora), estalla una bomba, declarándose
la huelga general. En Lanjarón (Granada) arrojan una bomba
incendiaria contra la iglesia parroquial.
Día 24: En Guipúzcoa,
por la explosión de una bomba en Loyola, fallece un extremista.
Día 25: En Cartaya
(Huelva) una colisión entre agitadores y Guardias Civiles, se
salda con cuatro muertos. En Grazalema (Cádiz) son incendiados
tres templos y destrozados dos. En Gijón matan a tiros a un
Guardia Civil cuando se dirigía al cuartel. En Sevilla es
asesinado el catedrático señor Sáiz. En Madrid estalla una bomba
en la calle de Cáceres. En Arganda (Madrid) estalla otra bomba
con resultado de un muerto, dos heridos graves y varios leves.
Día 26: En Lebrija
(Sevilla) es asesinado el teniente de la Guardia Civil, señor
López Capero. En Almeira (La Coruña) es saqueada e incendiada la
iglesia. El Madrid es asesinado el obrero derechista Gabriel
Carballo.
Día 27: En Madrid, es
repelida por la fuerza pública agitadores en la plaza Legazpi,
con un desenlace de cinco heridos, tres de ellos graves. En
Pueblo del Príncipe (Ciudad Real) queman la iglesia parroquial,
siendo el párroco obligado bajo amenazas a abandonar el pueblo.
En Ronda (Málaga) son incendiadas y destruidas cinco iglesias.
En Betanzos (La Coruña) es saqueado el convento de San
Francisco. En Arriate (Málaga) es saqueada la iglesia. En
Bilbao, se produce un muerto y varios heridos a causa de una
reyerta por motivos políticos.
El 27 de abril se
realizaron con poco entusiasmo y abstención de la derecha, las
elecciones a compromisarios para nombrar presidente de la
República, pues la designación se llevaría a cabo por un
conjunto resultante de añadir a los diputados igual número de
compromisario. Es de resaltar que las derechas no participaron
por considerar que las circunstancias en que vivía el país y la
falta de garantías políticas e individuales no les permitían la
participación.
Día 28: En Córdoba se
declara la huelga general. En Sevilla son saqueados varios
almacenes de aceituna. En Barcelona estalla una bomba en el
Hotel Continental. En Cóbreces (Santander) estalla una bomba en
la casa de don Fernando Quevada, dirigente derechista. En Gijón
es asesinado un Carabinero.
El ambiente universitario en esos días es de agitación en toda
España. Son frecuentes los choques entre elementos de izquierdas
y el SEU.
ARRIBA
El 1 de mayo, el
marxismo salió a las calles de España. En Madrid se puede
ver en las manifestaciones de izquierda grandes retratos de
Lenin, Stalin o Largo Caballero. Las juventudes marxistas
desfilaron uniformadas y en formación militar, destacando
las consignas que gritaban con cierto orgullo los
asistentes: «Rusia, si; España, no. Rusia, si; España,
no...» Por su parte las mujeres también con sus uniformes y
a paso de marcha militar, gritaban a coro: «Hijos si;
maridos, no...». Estas manifestaciones eran la muestra
palpable de que los comunistas ya estaban listos para
asaltar el poder.
Mientras tanto, en Barcelona, previniendo desórdenes, fueron
suspendidos los actos del 1º de mayo. En la capital
catalana seguían las cosas iguales con huelgas, atracos y
asesinatos, como el ocurrido el 28 de abril a los
hermanos Miguel y José Badía, ajusticiados por unos pistoleros
de la FAI, por el hecho de que Miguel Badía había ejercido en el
Gobierno autónomo un cargo semejante al de jefe superior de
policía, en donde se distinguió por su lucha contra los
anarcosindicalistas. A pesar de que se conocía que el suceso era
un ajuste de cuentas, se acusó a supuestos “elementos
fascistas”.
Durante el 1 de mayo, en Zaragoza se inauguraba un
Congreso extraordinario de la CNT. Entre lo acordado, se destacó
su respaldo absoluto a la idea de implantar por todos los medios
−sobre todo los métodos violentos− el comunismo autoritario.
Según su ideario, tras la llegada al poder, se establecería en
cada localidad una Comuna libertaria que incautaría todos los
bienes de producción y consumo.
Pero lo primordial y elemental para la CNT, así para los
comunistas y el resto de la izquierda, era la cuestión social.
Su estrategia era que mientras más miseria existiese, mejor para
ellos, ya que según sus ideologías, de la miseria debe salir la
revolución proletaria. O sea que se estaba consiguiendo lo
deseado: aumento de la pobreza, del desempleo, la violencia de
las huelgas, los campesinos hambrientos, el asesinato −o
ajusticiamiento− de elementos burgueses o de derechas... Gracias
a su política de promocionar el caos con bombas y pistolas,
pensaban que podrían llegar al poder. Lo llamativo de todo esto,
es que las derechas no utilizaron este tipo de política para
llegar al poder. Las derechas no convocaron huelgas violentas,
ni quemaron cosechas en Andalucía, ni promocionaron masacres
como la de Asturias. Siempre las derechas hasta ese momento
habían estado a la defensiva, hasta que llegaron al
convencimiento que no podían aguantar más, y que había que
responder a la violencia con violencia.
Día 1: En Ronda
(Málaga) se declara la huelga general. En Igualada (Barcelona)
estalla una huelga del ramo textil. En Málaga se declara una
huelga de tripulantes de barcos mercantes. En Valencia empieza
una huelga de tripulaciones de varios barcos. En Moneva
(Zaragoza), tras finalizar una reunión de la Junta del Censo, es
asesinado de tres balazos el Juez. En Bóveda de Toro (Zamora)
enfrentamiento entre falangistas y extremistas marxistas con
saldo de varios heridos; los extremistas agredieron luego a la
Guardia Civil, con tres heridos graves. En Ferrol es asaltado el
convento de la Enseñanza, en el que izan una bandera roja. En
Cuenca asaltan el centro de Acción Popular y queman sus muebles
en la calle. En Gandía (Valencia) es asaltada y saqueada la sede
de la Derecha Regional; la fuerza pública fue recibida a
pedradas. En Grao de Gandía es asaltada la iglesia. En Cullera
(Valencia) es saqueada la parroquia, siendo quemada las imágenes
religiosas en la calle. En Catarroja (Valencia) es incendiada la
iglesia.
Día 2: En San Asensio
(Logroño) se declara la huelga general. En Zaragoza choque entre
estudiantes del SEU y la FUE, con un desenlace de varios
heridos. En Marchena (Sevilla) es saqueada la iglesia y
establecen en ella un centro obrero. En Barcelona estalla una
bomba en una fábrica en la calle Juan Serra. En Inaz (La Coruña)
es quemada la iglesia parroquial. En Labastida (Alava) es herido
a tiros el concejal tradicionalista don Alejandro Amurrio. En
Alomartes (Granada) saldo de un muerto y un herido al repeler
los guardias una agresión de asalto a una iglesia. En
Torredonjimeno (Jaén) es herido a navajazos el ex concejal
cedista don Francisco Ureña. En Ronda (Málaga) grupos de
agitadores de izquierda trataron de desarmar a la Guardia Civil,
provocándose un enfrentamiento con un balance de dos muertos y
seis heridos. En Calzada de Calatrava (Ciudad Real) es atacado
por un grupo de comunistas el falangista Rafael León, y tras ser
herido gravemente y caer al suelo, es rematado a pedradas y
garrotazos. En Carrión de los Condes (Palencia) es asesinado el
falangista José Fierro.
El día 3 de mayo, las
células comunistas hacen circular por Madrid el infame rumor de
que las religiosas y las damas catequistas estaban repartiendo
caramelos envenenados entre los niños de los obreros, para
destruir de este modo la simiente comunista. Se dijo que cinco
niños habían fallecido en la Casa de Socorro de la Glorieta de
Ruiz Jiménez y otro agonizaba en el colegio de la Paloma.
Las autoridades se prestan a comprobar el rumor. A las cinco de
la tarde una manifestación se encamina hacia la Casa de Socorro.
El diputado socialista Wenceslao Carrillo hace que una comisión
de manifestantes recorra el centro benéfico, conociéndose que el
rumor era falso. Suena un disparo, y los agitadores sostienen
que fue hecho desde la iglesia de los Ángeles, siendo
inmediatamente rociada con gasolina las puertas del templo. La
iglesia no llegó a arder, pero el día 4, en las primeras
horas de la tarde, agitadores acometen los surtidores de
gasolina de Cuatro Caminos, y la iglesia de San Sebastián, la
capilla del colegio del Ave María, el colegio de niños de San
Vicente de Paúl, la parroquia y casa rectoral de Almenara, otro
templo de la calle Garibaldi y una casa particular de Tetuán de
las Victorias, arden ante la furia desatada de los violentos.
Los agitadores, inconformes, queman otra casa en la calle
Galileo, así como el colegio del Pilar, anexo a la iglesia de
Nuestra Señora de los Ángeles. Los bomberos no actúan ante las
amenazas de los incendiarios. Las religiosas que viven en el
colegio del Pilar tienen que descolgarse de los balcones
utilizando sábanas ante el peligro de perecer quemadas. En la
plaza de Chamberí arde la iglesia de los Comendadores.
Una señora francesa, doña Fernanda Brunet es apaleada
salvajemente en la calle de Pinos Altos, así como otros dos
súbditos franceses, don Eugenio Olivier y esposa, que se ven
agredidos en el Metro, acusados de “envenenadores”. Una monja,
del convento de la calle Meléndez Valdés, es apaleada y
malherida, así como otras dos religiosas del asilo de Las
Mercedes.
Muchos fueron los hechos vandálicos cometidos con el infame
pretexto de los caramelos envenenados.
Día 4: En Málaga se
declara la huelga general. En Sevilla es saqueada la iglesia de
Castor; se asalta la casa del párroco en Alga y se le obliga a
salir del pueblo. En San Jerónimo, los comunistas destrozan las
imágenes de la parroquia y establecen allí un centro. En
Valtuille de Abajo (León) es incendiada la iglesia. En Calatayud
(Zaragoza) se produce un choque entre elementos marxistas y
falangistas, con un balance de doce heridos; se intentó quemar
la Farmacia en donde fueron curados unos falangistas; se declaró
la huelga general. En Noya (Coruña), en el curso de una
manifestación, fueron apedreadas varias casas y saqueado el
local de la Juventud Católica. En Madrid, la iglesia parroquial
de Cuatro Caminos, el Instituto Salesiano, la capilla del
colegio Ave María, las escuelas del Pilar han ardido total o
parcialmente; en el barrio de la Almenara también ardió la
iglesia; hubo tiroteos en la Glorieta de la Iglesia.
Día 5: En Santander
es asesinado el obrero falangista José Olavarrieta Ortega; horas
después en represalia los falangistas atacan a un grupo
comunista y hieren a dos de éstos.
Día 6: En Zafra
(Badajoz) son expulsados los religiosos de sus conventos,
apaleados y encarcelados.
Día 7: En Rodilana
(Valladolid), grupos marxistas procedentes de otros lugares
tratan de apoderarse del pueblo e incendian la iglesia con
gasolina. En Santander se declara la huelga general,
extendiéndose a Torrelavega, Reinosa, Astillero, Santoña y
Cabezón de la Sal.
Día 8: Incendios de
las iglesias en Zurita, Barrio Salcedo, Campizano y Langre
(Santander).
Día 9: En
Almendralejo (Badajoz), desalojan varios conventos. En Guillena
(Sevilla), asalto a una iglesia. En Ciempozuelos incendian la
iglesia.
Día 10: En Nalda
(Logroño) es incendiada la iglesia. En Caravaca (Murcia) grupos
de mujeres atacan al capellán de una ermita cuando iba a decir
misa y luego destrozan las imágenes y objetos de culto.
El 10 de mayo, Manuel
Azaña Díaz es electo Presidente. La votación fue 754 votos en
favor, 32 en contra y 88 papeletas en blanco, la mayor parte de
estas últimas, correspondían a la CEDA, que quería evidenciar su
protesta ante los graves sucesos que ocurrían en España. Al ser
proclamado Azaña Jefe de Estado entre aplausos y vivas a la
República, los marxistas enardecidos por su parte, daban sus
gritos de vivas a Rusia y la dictadura del proletario, cantando
a coro “La Internacional”. Al día siguiente Azaña
prometió solemnemente el cargo en el Congreso. Se formó nuevo
Gobierno, quedando en la Presidencia y Guerra, Santiago Casares
Quiroga.
Día 13: En Oza
(Coruña) es agredido un párroco y en Horno arremeten contra la
Casa Rectoral. En Alcira y otros pueblos de Valencia, quema de
iglesias. En Fuente Piedra (Málaga) saqueo y quema de objetos de
culto e imágenes. En Albelda (Logroño) es calcinada la iglesia.
En Los Pedroches (Córdoba) asesinan a un joven que trata de
impedir la quema de una ermita.
El día 19 las Cortes reanudan sus servicios, en donde
Casares Quiroga pronuncia una declaración ministerial que parece
una declaración de guerra desde el Poder. Define al Frente
Popular como una conjunción de las masas de proletarios y de
pequeños burgueses, “puestos en pie para defender el régimen”.
«La República −señala Casares− se hará
temer... A nosotros no nos asusta ninguna audacia... Se ha
acabado el tener contemplaciones... Aplastaremos al enemigo
e iremos a buscarlo... Cabalgaremos y al galope para pasar
por encima... Cuando se trata de fascismo yo no he de quedar
al margen de esa lucha y os digo que, contra el fascismo, el
Gobierno es un beligerante más».
Tras las palabras de Casares, Gil Robles, en nombre de la
minoría, señala refiriéndose a las medidas del Gobierno para
evitar la violenta revolución izquierdista: «Esta se está
anunciando del modo más descarado todos los días en el mitin, en
la conferencia, en la actuación subversiva, a ciencia y
paciencia del Gobierno, que, representando intereses en cierto
modo conservadores, está reducido al triste papel, respecto de
los grupos marxistas, de ser hoy su servidor, mañana su comparsa
y, en definitiva, su víctima».
Al finalizar Gil Robles, Calvo Sotelo señala: «Señor Casares
Quiroga: Su Señoría creo ha formulado en la tarde de hoy un
concepto que jamás había expresado desde el banco azul. Su
Señoría ha dicho que frente al fascismo el Gobierno es
beligerante. Yo me he aterrado un poco al oír la frialdad con
que lo decía y el calor con que los señores diputados que
acompañan al señor Presidente del Consejo acogían tal afirmación
de que el Gobierno se siente beligerante frente a un grupo de
ciudadanos españoles. El Gobierno nunca puede ser beligerante,
señor Casares Quiroga; el Gobierno debe aplicar la ley
inexorablemente, y a todos. Pero el Gobierno no puede
convertirse en enemigo del hombre, cualquiera que sea la
situación en que éstos se coloquen, porque para castigar la
delincuencia, para eso existen las leyes y el Poder Judicial,
que es el encargado de aplicarlas y de sancionar a los que la
infligen».
Más adelante en su discurso, Calvo Sotelo manifestó: «Una gran
parte de España, unos cuantos millones de españoles viven
sojuzgados por unos déspotas rurales, monterillas de aldea, que
cachean, registran, multan...; individuos que realizan toda
clase de funciones gubernativas, judiciales y extrajudiciales,
con total desprecio de la ley, desacatando a veces las órdenes
de la autoridad superior, pisoteando los Códigos vigentes y no
reconociendo otro fuero que el del Frente Popular...»
Después de los discursos, se vota la confianza al Gobierno con
217 votos a favor y 61 en contra, siendo estos últimos los de
los monárquicos y la CEDA.
El 20 de mayo, el
Gobierno ordena cerrar las escuelas pertenecientes a la Iglesia,
con la excusa de evitar que fueran incendiadas, a lo cual la
comunidad de padres de alumnos empezaron a protestar enviando
numerosas cartas al Gobierno, ya que con dicha medida, sus hijos
habían de perder el año escolar.
El 24 de mayo,
Indalecio Prieto, en un acto público en Bilbao, sostiene: «La
revolución está hecha; no hay más que administrarla. No se
administra con manifestaciones delirantes y con estruendos de
gritos, algazaras y cortejos espectaculares, que, si no
pretenden esconder desfallecimientos de octubre, son afanes
alocados que conducen a la ruina».
El mismo día Largo Caballero pronuncia un discurso en Cádiz de
completo sometimiento a Moscú, propugnando la alianza y
unificación de las clases trabajadoras para obedecer todas
juntas las consignas de la Internacional. «Con esa alianza, bien
organizada −señala− y con una disciplina férrea que los enemigos
no puedan romper, el triunfo del proletariado será seguro.
Implantaremos la dictadura del proletariado... la opresión
contra las clases burguesas y capitalistas... los problemas
planteados no se pueden resolver en un régimen republicano
burgués. No hay más solución que el régimen socialista...»
Días después, en un mitin del Frente Popular en la plaza de
toros de Écija, Indalecio Prieto y Juan Negrín son echados por
una multitud que le lanzan una lluvia de piedras y botellas,
logrando los agredidos escapar.
La violencia, el desorden y la anarquía cunden donde quiera en
el mes de mayo de 1936. Cerca de Yeste (Albacete) un grupo de
3.000 marxistas atacan a la Guardia Civil con el propósito de
liberar a unos detenidos, produciéndose un enfrentamiento con un
resultado de 19 muertos y 38 heridos. En Puebla de Fadrique
(Toledo), la Guardia Civil rechaza un intento de asalto a su
cuartel, en el que muere un guardia y otros dos quedan heridos.
En Aspariegos (Zamora), colisión entre marxistas y falangistas,
con bajas por ambas partes. En Miranda de Ebro (Burgos) es
asaltado el local de Acción Popular e incendiado el mobiliario y
la iglesia de San Nicolás. En Olmedo (Valladolid) choque entre
falangistas y socialistas, con dos muertos. En Pontevedra es
asesinado el falangista Secundino Esperón. En Ventosa (Cuenca)
se registra dos muertos y varios heridos en una colisión. En
Zamora asesinan de un tiro por la espalda al falangista
Francisco Gutiérrez Rivera. En Madrid un grupo de comunistas
hiere gravemente a los falangistas José Cruz y Pascual López,
que muere al día siguiente. En represalia un grupo de
falangistas irrumpe en un local de la calle Cartagena, en donde
estaba un grupo de comunistas que atentaron contra López y Cruz,
produciéndose varias bajas. En Albelda (Logroño) es quemada una
iglesia. En Castilleja de la Cuesta (Sevilla) un grupo de
marxistas asesina al falangista Manuel Rodríguez Montero, por
negarse a saludar con el puño en alto. En Torrecilla (Logroño),
una iglesia y una ermita son incendiadas.
Estallan bombas, se multiplican los atentados, se mata, se
desvalija en las carreteras, se atraca en las ciudades... Las
milicias socialistas hacen su aparición por todas partes como la
nueva fuerza del desorden público. Las cárceles están llenas de
“fascistas”, término utilizado para justificar cualquier
atropello hacia todo aquello que signifique oposición al
revolucionario Frente Popular.
Por entonces, el ex ministro de Gobernación republicano Rafael
Salazar Alonso escribió: «No se respeta ni la ley, ni la
propiedad, ni la vida; se hace desprecio del sexo y de la edad,
se encarcela a las gentes o se les obliga al destierro, se
ocupan fincas, se imponen multas cuantiosas... Se ha superado en
barbarie a Rusia. Provincias enteras parecen sometidas a un
ejército de ocupación...»
Don Miguel de Unamuno cuenta en el periódico “Ahora” del
8 de junio, el siguiente episodio:
«Hace unos días hubo aquí, en Salamanca, un
espectáculo bochornoso en una Sala de Audiencia, cercada por
una turba de energúmenos dementes que querían linchar a los
magistrados, jueces y abogados. Una turba pequeña de
chiquillos, hasta niños, a los que se les hacía esgrimir el
puño, y de mujeres desgreñadas, desdentadas, desaseadas,
brujas jubiladas, y una con un cartel que decía: “¡Viva el
amor libre!”, y un saco, que no era, ¡claro!, del que se
libertó el amor. Y toda esta grotesca mascarada, veto de la
demencia pública, protegida por la autoridad; la fuerza
pública ordenada a no intervenir sino después de la agresión
consumada. Método de orillar conflictos que no tiene
desprecio». Unamuno continúa señalando que: «Toda esta
selvática representación revolucionaria está acabando de
podrir, hasta derretirlos o pulverizarlos, a los famosos
burgos podridos..., y la famosa revolución está arrojando a
las ciudades la podredumbre que no cabe en los burgos y que
se maja con la podredumbre urbana, sobre todo con la
arrabalera... Estamos hasta la coronilla de ensayos de
revolución…»
Clara Campoamor, diputada que fue de las
Cortes Constituyentes y adversaria de los partidos de
derechas, manifestó: «Madrid vivió desde mitad de mayo hasta
el principio de la guerra civil en una situación caótica:
los obreros tomaban sus comidas en los hoteles, restaurantes
y cafés, negándose a pagar la cuenta y amenazando a los
patronos de estos establecimientos cuando manifestaban el
propósito de reclamar la ayuda de la policía. Las mujeres
del populacho hacían sus compras en los almacenes de
alimentación sin pagar sus adquisiciones, por la buena razón
de que estaban acompañadas de un “chulo” que llevaba un
elocuente revólver. Además, incluso en pleno día, en los
barrios alejados y hasta en el centro de la ciudad se
saqueaban los pequeños comercios, se llevaban los géneros,
amenazando pistola en mano a los comerciantes que
protestaban».
ARRIBA
El 1 de junio en
Madrid, fueron a la huelga unos 40.000 trabajadores del ramo
de la construcción, así como 30.000 electricistas y
reparadores de ascensores. En dicha huelga estaban
implicados los sindicatos de la UGT y la CNT, quienes
trataban de medir fuerzas entre si. La CNT incitaba a sus
partidarios a que actuaran según los principios del
comunismo libertario. Los trabajadores cenetistas comían en
los restaurantes y se llevaban víveres sin pagar, mientras
que los dirigentes de la UGT guardaban silencio. Tanto los
periódicos “El Socialista”, “Claridad” y
“Mundo Obrero”, criticaron estas tácticas como
“provocaciones anarquistas”. A mediados de julio seguía la
huelga, con choques entre obreros de la UGT y la CNT con
resultado de muertos y heridos. Un hecho pintoresco, fue que
los conserjes de los edificios de oficinas en Madrid se
negaban a manejar los ascensores, alegando que habían sido
amenazados de muerte.
La situación del campo también era de agitación revolucionaria.
En todas las provincias latifundistas, aparecieron colonos
intrusos que iban ocupando tierras sin saber nada de
agricultura. Gran cantidad de terratenientes y arrendatarios
recordaron los trágicos sucesos de 1933, dejando sus propiedades
ante un futuro incierto. El uso de máquinas estaba prohibido
mientras hubiera trabajadores parados, viéndose los propietarios
en la obligación de aceptar mayor número de trabajadores más de
lo que necesitaban, creando esto una mayor crisis en el sector
agrícola. Esta era la deseada Reforma Agraria del Frente
Popular.
El 16 de junio, Gil
Robles presenta ante las Cortes, un resumen estadístico
aproximado de los desórdenes ocurridos desde el 16 de
febrero al 15 de junio. Según Gil Robles, «un resumen
numérico arroja los siguientes datos: Iglesias totalmente
destruidas, 106; asaltos de templos, incendios sofocados,
destrozos e intentos de asalto, 251; muertos, 269; heridos de
diferente gravedad, 1.287; agresiones personales, 215; atracos
consumados, 138; huelgas generales, 228; periódicos totalmente
destruidos, 10; asaltos a periódicos y destrozos, 33; bombas y
petardos que estallan, 146...»
Seguidamente, Gil Robles señala en su informe:
«Un día, señor Presidente del Consejo de
Ministros..., o todos los días, son los asaltos, las
detenciones de los coches y automóviles que circulan por las
carreteras para exigirles el pago de una contribución para
el Socorro Rojo Internacional, sin que haya autoridad que
evite ese ejemplo bochornoso que no se da en ninguna nación
del mundo. Otras veces, señor Presidente del Consejo de
Ministros, el desorden y la anarquía se traducen en venganza
para nosotros como españoles. Ahí está la circular dictada
por el Automóvil Club de Inglaterra, diciendo que “no se
garantiza a ningún coche que entre en el territorio
español...”
Después de enumerar una multitud de crímenes y desmanes, con
detalles, el señor Gil Robles concluye:
«Desengañaos: un país puede vivir en
Monarquía o República, en sistema parlamentario o en sistema
presidencialista, en sovietismo o en fascismo; como
únicamente no puede vivir es en anarquía, y España hoy, por
desgracia, vive en la anarquía...»
José Calvo Sotelo interviene a continuación, y dentro de su
discurso manifiesta:
«...¿Es lícito insultar a la Guardia Civil
(y aquí tengo un artículo de “Euzkadi Rojo”,
en que dice que la Guardia Civil asesina a las masas y es
homicida) y, sin embargo, no consentir la censura que se
divulguen episodios como el ocurrido en Palenciana, pueblo
de la provincia de Córdoba, donde un Guardia Civil, separado
de la pareja que acompañaba, es encerrado en la Casa del
Pueblo y decapitado con una navaja cabritera?»
Más adelante declara:
«...Para que el Consejo de Ministros elabore
esos propósitos de mantenimiento del orden han sido precisos
doscientos cincuenta o trescientos cadáveres, mil o dos mil
heridos y centenares de huelgas. Por todas partes
desórdenes, pillaje, saqueos, destrucción. Pues bien; a mí
me toca decir que España no os cree. Esos propósitos podrán
ser sinceros, pero os falta fuerza moral para convertirlos
en hechos...»
En la Cámara se escucha −¡Nos está provocando!− gritan desde los
bancos izquierdistas.
Calvo Sotelo prosigue:
«...El señor Largo Caballero ha dicho en
Oviedo que ellos van a la revolución social y que el Frente
Popular sólo es admisible en cuanto sirva a la Revolución de
Octubre. Si es cierto, sobran notas, discursos, planes y
propósitos: En España no puede haber más que una cosa:
anarquía».
El ministro de Guerra, Santiago Casares Quiroga responde a José
Calvo Sotelo, destacando que:
«...Lo que quiere procurar es que se
provoque un espíritu subversivo. Gravísimo, señor Calvo
Sotelo. Insisto: si algo pudiera ocurrir, Su Señoría sería
el responsable con toda responsabilidad».
Calvo Sotelo responde a Casares Quiroga, señalando:
«... En estos instantes, en España se desata
una furia antimilitarista, que tiene su arranque y orígenes
en Rusia y que tiende a minar el prestigio y la eficiencia
del Ejército español... Nada de adulaciones al Ejército; la
defensa del Ejército ante la embestida que se le hace y se
le dirige en nombre de una civilización contraria a la
nuestra y de otro Ejército, el rojo, es en mí obligada. De
eso hablaba el señor Largo Caballero en el mitin de Oviedo,
y por las calles de Oviedo, a las veinticuatro o a las
cuarenta y ocho horas de la circular de Su Señoría, que
prohíbe ciertos desfiles y ciertas exhibiciones, han paseado
tranquilamente, uniformados y militarizados, cinco, seis,
ocho o diez mil jóvenes milicianos rojos, que al pasar ante
los cuarteles no hacían el saludo fascista... pero sí hacían
el saludo comunista, con el puño en alto, y gritaban: ¡Viva
el Ejército rojo!
Yo tengo, señor Casares Quiroga, anchas
espaldas. Su Señoría es hombre fácil y pronto para el gesto
de reto y para las palabras de amenaza. Le he oído tres o
cuatro discursos en mi vida, los tres o cuatro desde ese
banco azul, y en todos ha habido siempre la nota
amenazadora. Bien, señor Casares Quiroga. Me doy por
notificado de la amenaza de Su Señoría. Me ha convertido Su
Señoría en sujeto, y por tanto no sólo activo, sino pasivo,
de las responsabilidades que puedan nacer de no sé qué
hechos. Bien, señor Casares Quiroga. Le repito, mis espaldas
son anchas; yo acepto con gusto y no desdeño ninguna de las
responsabilidades que se puedan derivar de actos que yo
realice, y las responsabilidades ajenas, si son para bien de
mi Patria y para la gloria de España, las acepto también.
¡Pues no faltaba más! Yo digo lo que Santo Domingo de Silos
contestó a un rey castellano: “Señor, la vida podéis
quitarme, pero más no podéis”. Y es preferible morir con
gloria que vivir con vilipendio».
A medida que pasan los días, el Partido Socialista sigue con su
proceso de bolchevitización. Largo Caballero, en un discurso del
Cinema Europa, señala: «El actual régimen no puede subsistir sin
el apoyo de los socialistas y, en cambio, la dictadura del
proletariado es viable sin el concurso de los republicanos. ¿Por
qué, entonces, ha de malgastar el marxismo, en una colaboración,
las energías que necesitará cuando le toque actuar en su día?»
Pocos días después en Oviedo, Largo Caballero sostiene la
necesidad de organizar un ejército rojo. «Un ejército con tres
finalidades concretas, que serán: sostener la guerra civil que
desencadenará la instauración de la dictadura del proletario;
realizar la unificación de éste por el exterminio de los núcleos
obreros que se nieguen a aceptarla, y defender de fronteras
afuera, si hace falta, nuestros principios, no por patriotera,
como la clase burguesa. Porque no hay que olvidar que el acto de
fuerza por el cual se puede conquistar el Poder es el
procedimiento, el paso indispensable para hacer la revolución
social».
En Málaga, con motivo de la gestión anti-sindicalista del
concejal comunista Andrés Rodríguez González, pistoleros de la
CNT le asesinan cuando salía de su casa. En represalia, los
cenetistas asesinan en su propia casa al presidente del
Sindicato de Metalurgia, Miguel Ortiz Acevedo. En la mañana
siguiente es acribillado a tiros en la puerta de la Casa del
Pueblo el presidente de la Diputación y jefe socialista, Antonio
Román Reina. Durante varios días las calles de Málaga son campo
de una lucha entre comunistas y anarquistas.
En Gumiel de Izán (Burgos) se desarrolla una batalla campal, con
un balance de dos muertos. En Santoña (Santander) estallan tres
bombas. En Suances (Santander) es asesinado José Cuevas, de
Acción Popular. En Olmedo (Valladolid) hay una colisión con la
Guardia Civil, con cuatro muertos. En Santander son asesinados
los falangistas José Luis Obregón y Luis Cabañas. En Valladolid,
un grupo de socialistas hiere gravemente a cuchilladas al
estudiante del SEU Julio Guerra cuando éste regresaba a su casa
en la noche; en acción de represalia, los falangistas asaltan
una taberna en la calle de Zapico, en donde se reunían los
marxistas, produciéndose un muerto y cinco heridos; en otra
taberna de la plaza San Juan, los falangistas en su represalia
ametrallan a un grupo de destacados socialistas, con resultado
de varias bajas; como consecuencia, los marxistas declaran una
huelga general violentísima, en la que muere una persona. Es
asesinado el director de la prisión provincial de Sevilla.
A finales de Junio, el diario “New York Times”, señala
que en España reina la anarquía; que los socialistas son
revolucionarios fanáticos, y afirma que sólo en cuarenta y ocho
horas han sido quemadas en España treinta y seis iglesias. Dicha
nota de prensa termina así: «No hay en España ni seguridad ni
tranquilidad. Ni en las ciudades ni en las carreteras». Y el
diario republicano de Madrid “El Sol” el 7 de junio
señalaba que no podía tolerarse «que en los caminos se
establezca un derecho de peaje y que sean saqueados los
viajeros, extranjeros o nacionales, exigiéndoles una exacción
ilegal bajo la amenaza del cañón de las pistolas».
En “El Liberal”, Marcelino Domingo Sanjuán, escribe: «Las
gentes escapan de los pueblos; el dinero huye de las actividades
y se repliega en las cuentas corrientes o salta las fronteras;
los jornales faltan y se extiende el paro; los negocios se
paralizan; los espíritus, temerosos, amedrentados, en zozobra
angustiosa, acaban por implorar, vista como vista llámese como
se llame, un Poder que, aunque les niegue todos los derechos,
les devuelva la paz».
El día 23 de junio,
el general Francisco Franco envía una carta al ministro de
Guerra, Santiago Casares Quiroga, en donde refleja la situación
dramática que ha despertado “la inquietud de la mayoría del
Ejército”. “Las recientes disposiciones que reintegran al
Ejército a los jefes y oficiales sentenciados en Cataluña...”
“Las noticias de los incidentes de Alcalá de Henares con sus
antecedentes de provocaciones y agresiones por parte de
elementos extremistas, concatenados con el cambio de
guarniciones, que produce sin dudas, un sentimiento de disgusto,
desgraciada y torpemente exteriorizado, en momentos de
ofuscación, que interpretado en forma de delito colectivo tuvo
gravísimas consecuencias para los jefes y oficiales que en tales
hechos participaron, ocasionando dolor y sentimiento en la
colectividad militar...” “Han sido recientemente apartados de
sus mandos y destinos jefes, en su mayoría, de historial
brillante y de elevado concepto en el Ejército, otorgándose sus
puestos, así como aquellos de más distinción y confianza, a
quienes, en general, están calificados por el noventa por ciento
de sus compañeros como más pobres en virtudes...” “Faltan a la
verdad quienes le presentan al Ejército como desafecto a la
República; le engañan quienes simulan complots a la medida de
sus turbias pasiones...” “Conocedor de la disciplina, a cuyo
estudio me he dedicado muchos años, puedo asegurarle que es tal
el espíritu de justicia que impera en los cuadros militares, que
cualquier medida de violencia no justificada produce efectos
contraproducentes en la masa general de las colectividades al
sentirse a merced de actuaciones anónimas y de calumniosas
delaciones”. “Considero un deber hacerle llegar a su
conocimiento lo que creo una gravedad grande para la disciplina
militar, que V.E. puede comprobar fácilmente...”
Sin duda, con esta carta, Franco trató de buscar que el ministro
de Guerra asumiera esa realidad, y que desde el ministerio se
tomaran medidas que permitieran mejorar dicha situación. Lo
lamentable fue que el Gobierno se limitó a cerrar los ojos y
crear una cacería de supuestos conspiradores militares, lo cual
indignó más a Franco y al resto de la institución militar.
ARRIBA
El día 3 de julio
en Madrid, son muertos a tiros, cuando se hallaban en las
terrazas de un bar en la calle de Torrijos, los estudiantes
falangistas Miguel Arrioja y Jacobo Galán, resultando
adicionalmente heridas cinco personas que se encontraban en
dicha terraza. En acto de represalia, en la noche siguiente
tres falangistas tirotean a un grupo de socialistas que
salían de una reunión de la Casa del Pueblo en la calle
Gravina, resultando dos muertos y siete heridos.
Ante esta réplica, el director general de Seguridad, Alonso
Mallol, ordena a sus agentes que «no dejaran vivo a un solo
fascista». En la noche del 5 al 6 de julio, los calabozos
de la Dirección están llenos con más de doscientos detenidos.
Los elementos de izquierdas también llegaron a utilizar el
secuestro y la tortura, que quedarían en su máxima expresión en
las denominadas “checas”.
El día 8 el conde de
Gamazo, lee en el Congreso una carta relacionada con el rapto y
martirio de un joven en Madrid. Es el caso de José María
Sánchez, de dieciocho años, quien sin estar afiliado a ninguna
organización, le asesinaron por tener amigos de derechas. La
carta la envió el padre de la víctima, y en ella se señala que
tras pasar varios días de angustias, la policía le comunicó al
padre que en Pozuelo había aparecido el cadáver del chico. El
desdichado padre señala en la carta: «...Allá nos hemos ido su
madre y yo, y ¡qué cuadro! ¡Horrendo señor conde! Criminal y
feroz. Han tenido a mi pobrecito hijo cinco días secuestrado,
atado a una silla fuertemente, y después, seguramente por tener
la policía ya cerca, para mejor desembarazarse del cuerpo del
delito, en un automóvil lo han llevado a la carretera de
Pozuelo, lo han tirado al suelo desde el interior del coche y le
han asesinado vilmente...»
Poco antes, en la noche del 5 de julio, es encontrado en
la carretera de Carabanchel el cadáver del teniente de
complemento, y entusiasta falangista, don Justo Enamorado, quien
presentaba señales de sesenta y tres heridas de arma blanca, y
en las muñecas grandes equimosis, que revelaban había sido
fuertemente atado.
El día 10 de julio,
en Valencia un grupo de falangistas ocupa los estudios de “Unión
Radio” en donde lanzan una proclama. La Guardia de Asalto acudió
de inmediato, pero los asaltantes desaparecieron. En repuesta
los marxistas salen a la calle a imponer venganza, y empiezan
por asaltar el Centro de Derecha Regional, al que tras saquear,
le prenden fuego, montando retenes para impedir que los bomberos
actúen. Luego incendian el Centro Patronal, otro Círculo de
Derecha Regional en la calle de Ángel Guimerá, ardiendo
adicionalmente tres casas de la barriada de Arrancaponos;
invaden “La Voz Valenciana” y el café Vodka, así como
otras casas de personajes de derechas. La fuerza de Caballería
sale a poner el orden en las calles.
Desde los periódicos de izquierdas se empieza a sostener una
campaña de que el Gobierno tiene que acabar con los enemigos del
Frente Popular por el procedimiento que sea.
El día 10 en la
sesión de Cortes, Dolores Ibárruri “La Pasionaria” lanza el
grito de ¡viva la guillotina! Curiosamente, días antes en el
Congreso Provincial del Partido Comunista de Madrid, el diputado
Jesús Hernández señalaba: «Bien cerca de nuestros Pirineos, en
la Francia de 1789 los trabajadores franceses cargaban carretas
de nobles para llevarlos a la guillotina. Hay que deplorar que
la República española no haya cargado todavía ninguna carreta de
nobles para...» Al llegar aquí, una ovación de los asistentes al
Congreso comunista ahoga el final del párrafo.
En Badajoz, en un mitin de las Juventudes Unificadas extremeñas,
González Peña les señala: «Es urgente preparase y estar armados,
pues el día en que haya de actuar pudiera estar próximo».
El escritor alemán Hellmuth Günther Dahms, en su libro “La
guerra española”, señala lo siguiente: «El 6 de junio el
Partido Comunista comunicaba a todos sus funcionarios “órdenes y
consignas” precisas, directrices para el comienzo de la lucha.
Estas órdenes disponían el armamento y el ataque de los grupos
de choque, la colaboración con las células rojas de los
cuarteles y las localidades que debían tomarse, y determinaban
qué miembros del Gobierno, gobernadores civiles, funcionarios de
Seguridad, oficiales, miembros de los partidos y propietarios
tenían que ser fusilados con sus familiares. Los “elementos
neutrales” debían ser amedrentados por el terror, y se daba gran
importancia a las luchas callejeras, a los asaltos nocturnos, a
los medios rápidos de transporte, a los vehículos blindados, a
las pistolas ametralladoras y a los uniformes falsos. En el
documento se habla siempre de “milicias” o de “milicianos de
filiación marxista”, es decir, de las tropas revolucionarias de
todos los grupos del Frente Popular».
El 12 de julio, es
asesinado el teniente de Asalto José Castillo, quien instruía a
las milicias socialistas. Este teniente Castillo, se ganó la
fama durante los actos del sepelio del alférez Reyes, en donde
dio muerte a un joven tradicionalista apellidado Llaguno, así
como hay quien afirma que también mató al falangista Andrés
Sáenz de Heredia, que murió en aquella ocasión. Conociéndose
este antecedente, hay quien sostenía que el asesinato de
Castillo era una venganza de los “fascistas”, que fue la
derecha, cuando es sabido que dentro del PSOE había luchas
internas a muerte, y que tanto los anarquistas como comunistas
participaban en esa lucha desde dentro y fuera del PSOE. El
hecho es que el Gobierno no llegó a detener al supuesto
responsable de dicho atentado.
Existe una versión muy interesante sobre el asesinato de
Castillo. En el libro “Atentados políticos” de Eduardo
Comín Colomer, éste señala: «Casares Quiroga descansaba para sus
misiones “específicas” en el capitán Condés −amigo íntimo de
Margarita Nelken por aquel entonces− y los tenientes Moreno y
Castillo. Se había decretado el asesinato de Calvo Sotelo, y en
semejantes individuos se confiaba para realizarlo con el apoyo
del grupo preparado al efecto. El elegido para la empresa fue
Castillo, que pocos días después hizo constar a sus compinches
que no estaba dispuesto al crimen. Condés y Moreno le tacharon
de cobarde y traidor y Castillo les dijo que le tenían
incondicionalmente para cualquier cosa, como demostración de lo
contrario, menos a lo de Calvo Sotelo». El autor continúa
señalando que «Con negativa y todo, Castillo se convirtió en
instrumento, porque con su asesinato, las “milicias”
social-comunistas a las que servía de instructor tuvieron el
punto de efervescencia que se precisaba en toda la maniobra
preparatoria. Bajo las órdenes de Moreno y Condés, unos guardias
vestidos de paisano dispararon contra Castillo, y fueron
seguidamente a refugiarse en la Casa del Pueblo. Inmediatamente
se propaló desde los mismos centros oficiales que el teniente
comunista había sucumbido a las pistolas del fascismo español.
La cosa era suficiente para que el clima revolucionario
alcanzara las calorías apetecidas. Determinadas investigaciones,
particularmente realizadas, aclararon suficientemente estos
hechos».
En fin, el asesinato de Castillo dio sus resultados, ya que
había grupos izquierdistas que reclamaban la venganza.
A las dos de la madrugada del día 13 de julio fueron a
buscar a Calvo Sotelo a su casa un Grupo de Asalto, en donde
habían pistoleros disfrazados de guardias, destacándose entre
ellos Victoriano Cuenca, quien había actuado en Cuba como
guardaespaldas del presidente Gerardo Machado y Morales
(20/5/1925 al 12/8/1933); así como el militante de juventudes
socialistas Santiago Garcés. El jefe del grupo era el capitán de
la Guardia Civil Fernando Condés Romero. Tras llegar el grupo a
la casa de Sotelo, le despiertan, y él al ver las intenciones de
detención algo sospechosas, alega que dada su condición de
parlamentario no podía ser detenido sin la previa aprobación de
suplicatorio por parte del Congreso. Trató de comunicarse con la
Dirección General de Seguridad, pero los intrusos habían
arrancado el hilo telefónico. Condés, mostrando su carné que le
identificaba como capitán de la Guardia Civil, hizo que Sotelo
cambiara de actitud, y más que no podía resistirse, pues los
intrusos le advirtieron que tenía que seguirlos “por las buenas
o por las malas”. Tras vestirse, se despidió de sus hijos que
dormían, de su mujer que le insistía que no se fuera y del
servicio. Salió de su casa prometiéndole a su esposa que él
telefonearía en breve “a menos que estos señores me peguen
cuatro tiros”. Tras ser montado en la camioneta nº 17 de la
“Dirección General de Seguridad”, al llegar al cruce de las
calles de Velázquez y Ayala, Victoriano Cuenca, que iba sentado
detrás del detenido, le acercó el cañón de la pistola a la nuca
y disparó dos tiros. Condés quien, al ver a Sotelo muerto,
ordena al conductor que se dirija al Cementerio del Este, en
donde unos sepultureros que habían contactado con anterioridad,
se encargarían de enterrar el cadáver en una fosa común, y con
ello crear la idea de una desaparición, con la finalidad de que
tras numerosos trámites y con el paso del tiempo, se archivaría
el caso en algún expediente. Pero los crímenes perfectos a veces
no suelen ocurrir. Los asesinos al llegar al cementerio se
encontraron que los sepultureros contratados habían sido
relevados por otros. A pesar de ello, descargaron el cadáver
señalando que era el de un sereno que habían encontrado muerto
en la calle y que al día siguiente el juez efectuaría las
diligencias. Los empleados del cementerio dejaron el cadáver en
el depósito.
La familia de Calvo Sotelo tras su detención se puso
inmediatamente en movimiento, y desde la casa de unos vecinos,
telefonearon a parientes, amigos y correligionarios,
comunicándose con autoridades. Cuando averiguaron que no había
sido cursada ninguna orden de detención, se sospechó lo peor,
siendo localizado su cadáver en el depósito del cementerio.
En la noche del 12 al 13 de julio,
otra patrulla de guardias, al mando del teniente Máximo Moreno,
había ido a detener −probablemente a asesinar− a Gil Robles,
pero éste no pudo ser localizado ya que se encontraba fuera
pasando el fin de semana con su familia.
Se podría decir que hay un autor intelectual del asesinato de
Calvo Sotelo. Una base es el por qué un capitán de la Guardia
Civil tomase la iniciativa de secuestrar a un parlamentario para
luego asesinarle. Hay ciertos indicios que apuntan hacia
Indalecio Prieto. Las autoridades habían intervenido, sin
demasiada energía, para esclarecer el asesinato, practicándose
algunos arrestos, tomándose declaraciones y se abrió un sumario.
El 25 de julio, pocos días después de estallar la guerra,
se presentó en el Palacio de Justicia una patrulla armada que
sustrajo por la fuerza el sumario. Desde entonces los asesinos
del Calvo Sotelo −tanto intelectuales como materiales− quedaron
en libertad de movimiento.
El autor material del asesinato, Victoriano Cuenca, pertenecía
al Sindicato de las Artes Blancas (panadería), y formaba parte
del grupo de milicianos que dirigía Enrique Puente, «La
Motorizada». Cuenca había actuado de guarda espaldas de Prieto.
Condés había sido expulsado del Ejército a causa de su actuación
en octubre de 1934, y después de las elecciones fue readmitido y
ascendió a capitán. Los dos personajes al estallar la guerra
fueron al frente de Somosierra, en donde fallecieron. El
teniente Moreno, en esos días falleció en un accidente aéreo.
Tanto Condés como Moreno, fueron enterrados con todos los
honores como héroes y con asistencia de autoridades.
El día 13 de julio,
el diario "Ya” publicó una información sobre el asesinato
de Calvo Sotelo, que determinó la recogida de los ejemplares y
la suspensión indefinida, a partir del día 15. También se
suspendió el diario “Época”.
El día 15 son convocadas las Cortes. Gil Robles
interviene destacando el lamentable ambiente de terror en que se
vive. Entre otras cosas señala:
«... Al cabo de hallarse cuatro meses en
vigor el estado de alarma, con toda clase de resortes el
Gobierno en su mano para imponer la autoridad, ¿cuál ha sido
la eficacia del estado de alarma?... Ni el derecho a la
vida, ni la libertad de trabajo, ni la inviolabilidad del
domicilio han tenido la menor garantía con esta ley
excepcional en manos del Gobierno, que por el contrario, se
ha convertido en elemento de persecución contra todos
aquellos que no tienen las mismas ideas políticas que los
elementos componentes del Frente Popular...
»...Cuando la vida de los ciudadanos está a
merced del primer pistolero; cuando el Gobierno es incapaz
de poner fin a este estado de cosas, no pretendáis que las
gentes crean ni en la legalidad ni en la democracia...
»...Yo sé que muchas gentes que ahora
disminuyen el volumen de los sucesos, pretenden establecer
un simple parangón entre dos crímenes que se han producido
con una leve diferencia de horas. Yo esos parangones no los
admito... ¿Qué tenía que ver el señor Calvo Sotelo con el
asesinato del teniente Castillo? ¿Quién ha podido establecer
la menor relación de causa a efecto entre su actitud y la
muerte del teniente?...
»El miércoles pasado, señores diputados
−hace hoy exactamente ocho días−, el señor Calvo Sotelo me
llamó aparte, en uno de los pasillos de la Cámara, y me
dijo: “Individuos de mi escolta, que no pertenecen
ciertamente a la policía, sino a uno de los Cuerpos armados,
han recibido una consigna de que en caso de un atentado
contra mi persona procuren inhibirse. ¿Qué me aconseja
usted?” “Que hable usted inmediatamente con el ministro de
la Gobernación”. El señor Calvo Sotelo fue a contárselo, el
miércoles o jueves, al señor ministro de la Gobernación, el
cual, según mis noticias, tenidas por el señor Calvo Sotelo,
dijo que en absoluto de él no había emanado ninguna orden de
esa naturaleza. Pero el señor Calvo Sotelo tuvo una
confidencia exactísima”.
»¿Quién dio la orden? ¿Quién dio esa
consigna? Me adelanto a decir que el señor ministro de la
Gobernación, no.
»En el orden de la responsabilidad moral, a
la máxima categoría de las personas le atribuyo yo la máxima
responsabilidad, y, por consiguiente, la máxima
responsabilidad en el orden moral, tiene que caer sobre el
señor Presidente del Consejo de ministros...»
Gil Robles con ello quería recordar aquello de las “anchas
espaldas”, señalando además:
«Periódicos inspirados por elementos del
Gobierno han venido estos días diciendo que se iba a
producir ese acontecimiento; que era inminente en la noche
pasada; que el observatorio está vigilante; que va a surgir
en seguida lo que teme. Ya se está dibujando la
responsabilidad. Y esa noche cae muerto el señor Calvo
Sotelo...»
Ya para finalizar, Gil Robles señala:
«…¡Ya llegará un día en que la misma
violencia que habéis desatado se volverá contra vosotros!
Dentro de poco seréis en España el Gobierno del Frente
Popular del hambre y de la miseria, como ahora lo sois de la
vergüenza, del fango y de la sangre. Nada más».
Ese día Gil Robles marcha a Biarritz (Francia), donde ya estaba
su familia.
La muerte de Calvo Sotelo, fue la gota que derramó el vaso. Éste
hecho hizo que muchos militares, así como también parte de la
población, tomasen el partido de arriesgarlo todo en el apoyo de
un posible alzamiento contra el régimen.
Por su parte las izquierdas desde hacía tiempo esperaban la
anhelada guerra civil. El día 13 de julio, el periódico
izquierdista “Heraldo de Madrid” decía: «Estamos en
guerra. Y en la guerra como en la guerra» Y Prieto anunciaba en
“El Liberal”: «Será una batalla a muerte, porque
cada partido sabe que el adversario, si triunfa, no cejará y no
concederá perdón».
En la madrugada del 18 de julio,
el general Franco, que está en Las Palmas, subleva las Islas
Canarias, de las cuales es comandante general, y lanza su
Manifiesto, al tiempo que comunica al Ejército de África
sublevado, que se unen a él las guarniciones de la Península.
Empieza la Cruzada contra el bolchevismo en España.
Es de resaltar que cuando estalló el Alzamiento, su orientación
era netamente republicana. Franco se alzó en nombre de la
República. Pero tras los lamentables sucesos del Cuartel de la
Montaña, el Alcázar de Toledo, de las represiones sangrientas
con asesinatos y fusilamientos de aquellos que fracasaron en el
Alzamiento en Madrid, Barcelona y de las zonas que quedarían
bajo el control del Gobierno del Frente Popular, hicieron
cambiar su orientación hacia el anti-republicanismo.
¿Por qué fracasó el Alzamiento en las grandes ciudades? La
repuesta es muy sencilla. En Madrid y Barcelona, el día 18
salieron a las calles fanáticos comunistas, anarquistas y
socialistas bien armados, rodeando los cuarteles −como el de La
Montaña en Madrid− ofreciendo una feroz lucha sangrienta. Con
esto queda demostrado que ese armamento que utilizaron los
revolucionarios para enfrentar el Alzamiento el 18 de julio, era
sin dudas el mismo que se pensaba sacar a las calles para la
revuelta del 1 de agosto.
Algunos mantienen que eso de la “supuesta” revuelta comunista
del 1 de agosto son mentiras. Entonces ¿cómo se explica que el
18 de julio miles de fanáticos anarquistas, comunistas y
socialistas salieron a la calle armados hasta los dientes? Sin
duda se preparaba algo parecido a la revuelta de Asturias, pero
a nivel nacional. El hecho es que el pronunciamiento de
Marruecos hizo en cierta forma abortar en muy menor grado esa
revuelta “proletaria”, que sin dudas estalló, no el 1 de agosto,
si no a partir del 18 de julio, gracias al Alzamiento Nacional.
El Alzamiento Nacional del 18 de julio, fue el claro resultado
de la violencia de las izquierdas.
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