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Actualizada: 22 de Febrero de 2012.    

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  Informe de Stoyán Mínev a la Presidencia del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, 1939


 Las causas de la derrota de la República Española


  Por Eduardo Palomar Baró.


 



El informe sobre “Las causas de la derrota de la República Española” se halla en el Archivo del Comité Central del PCE en Madrid. El documento consta de 258 páginas mecanografiadas en lengua rusa, de las que 253 corresponden al texto propiamente y cinco, con una descripción del contenido (Índice), han sido agregadas posteriormente. El autor del informe es el búlgaro Stoyán Mínev y los comentarios a dicho informe son de Dragomir Draganov de la Universidad de Sofía “San Clemente de Ojrid” (Bulgaria).

Según José Sandoval, uno de los coautores de la monografía dedicada a la Guerra Civil, a comienzos de los años 60, cuando en Moscú fue creado el colectivo para el citado estudio, la esposa de Mínev les entregó varias carpetas de documentos. Más tarde todas ellas fueron asentadas en registro en el archivo del Comité Central del PCE, pero al menos hasta el otoño de 1988 no habían sido estudiadas. Aparte de la copia del citado informe a la Presidencia del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista (CEIC), entre esos materiales hay también notas manuscritas de Mínev sobre la historia de la Guerra Civil, apuntes y recortes de periódicos, estudios, etc.

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Stoyán Miniéevich Mínev, también conocido con los seudónimos Ivanov, Lorenzo Vanini, Shavarosh, Richar, Lebedev, Focius, Stepanov, Moreno), nació el 21 de agosto de 1890 en la ciudad de Pópovo, Bulgaria. De familia campesina se afilió al Partido Socialdemócrata Obrero Búlgaro en 1907. En 1910 entró en la Universidad de Ginebra para estudiar Medicina y estableció contactos estrechos con representantes de la socialdemocracia suiza, ingresando en el Partido Socialista Suizo entre 1914 a 1916. Este año era condenado a muerte en Bulgaria por sus actividades de agitación comunista. También contactó con exiliados de la socialdemocracia rusa y en 1917 ingresó en el Partido Bolchevique. Permaneció en Suiza como redactor de la Nouvelle Internationale hasta 1919. Tras la revolución rusa fue uno de los “primeros agentes” de la Internacional Comunista en Francia en 1920–1921, trabajando en la creación de un núcleo favorable a la Tercera Internacional (IC) en el seno del Partido socialista francés (PSF). Contribuyó a la fundación y redacción del Bulletin Communiste. Intervino en el segundo congreso de la IC usando el pseudónimo de Lorenzo Vanini, en representación del PSF. Abandonó París en 1921 a causa del fracaso de Abramovitch y de sus desacuerdos con Souvarine.

De 1921 a 1926 fue funcionario del aparato del Komintern, efectuando diversas misiones en Alemania, Francia, Italia y la Unión Soviética. En marzo de 1926 participó en el VI Pleno de la IC.

Luego trabajó en el aparato del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista en Moscú, para ser nombrado más tarde colaborador en el Secretariado de Stalin.

En 1930 su mujer Lebedieva, que trabajaba en la sección de cuadros del Komintern, le abandona para convertirse en la compañera de Manuilski.

Fue el responsable de las operaciones de confianza en Francia y España en los años treinta. Intervino en las purgas del PCF y del PCE (Asuntos Barbé-Celor y Bullejos-Adame).

En la década de los años 30 Mínev ya es conocido como especialista en materia del movimiento comunista en Europa Occidental. Lo reconoce otro búlgaro, Jorge Dimitrov, el futuro Secretario General de la Internacional Comunista, invitándolo el 11 de mayo de 1934, junto con Maurice Thorez, el Secretario General del Partido Comunista Francés, a una “larga conversación” sobre los problemas de la formación de los “Frentes unidos obreros” en los países europeos.

Poco después de estallar la Guerra Civil en España, en diciembre de 1936 la dirección de la Internacional Comunista acordó enviar allí a Mínev como miembro de la delegación del CEIC. Además de Mínev estaba el argentino Vittorio Codovilla (“Luis”), el húngaro Ernö Gerö (“Pedro”) y el alemán Manfred Stern (“Valter”) como asesor militar.

En enero de 1937 llegó a Valencia, donde se encontraban el gobierno de la República y las direcciones de todos los partidos políticos. En España, con el pseudónimo de “Moreno”, Mínev actuaría como delegado de la Internacional Comunista al tiempo que influía profundamente en las decisiones de la dirección del PCE. Participó durante 1937 en la organización y celebración de los plenos del comité central del PCE e impulsó las maniobras comunistas que culminaron con la salida de la presidencia del Gobierno de Largo Caballero, así como en la campaña propagandística contra el POUM (Mínev dirigió la elaboración y edición de un libro contra el POUM, firmado bajo el seudónimo colectivo de “Max Rieger”, Espionaje en España). Llamado a Moscú en febrero de 1938, volviendo a España en marzo para trabajar con el PSUC en sustitución de “Pedro”, si bien siguió tomando parte de las reuniones del comité central del PCE y participando de la comisión que redactó los famosos “13 puntos” del presidente Negrín. La notable responsabilidad política y la extenuante labor de Mínev (“Stepanov”) durante su estancia en España, estuvieron condicionadas por una úlcera de estómago, que no cuidaba debidamente con un régimen alimenticio adecuado y que le obligaba a guardar largos períodos de inactividad. A finales de 1938 viajó a Francia, probablemente para trabajar en la desmovilización de las Brigadas Internacionales. Volvió de nuevo a España, donde permaneció hasta el golpe de Estado del coronel Casado, abandonando el país desde Elda en compañía de varios dirigentes del PCE, entre ellos Dolores Ibárruri, Pasionaria.

 De vuelta a la Unión Soviética, recibió la orden de escribir un informe para la Internacional Comunista analizando las causas de la derrota en España. Escrito en 1939, el informe fue estudiado y discutido en una reunión de la Komintern y del PC de la URSS celebrada en abril de 1939 y en la cual se dio carpetazo a la “cuestión española” por los soviéticos, según informa Fernando Claudín en su libro “La crisis del movimiento comunista internacional”. París, Ruedo Ibérico, 1970.                        

Entre diciembre de 1939 y diciembre de 1943 fue uno de los colaboradores más estrechos de los dirigentes de la Internacional Comunista Dimitrov y Manuilski. Tras su disolución, en 1943, Mínev ostentó cargos académicos, primero en el Instituto de Investigaciones Científicas, y desde 1948 hasta su fallecimiento en mayo de 1959, en el Instituto de la Academia de Ciencias de la URSS.

Fue condecorado con la orden de Lenin y la Medalla de la victoria sobre Alemania en la Gran Guerra Patriótica 1941-1945.

 

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Según el hispanista ruso Marklen Mechteriakov, la tarea de Mínev en España consistía en “brindar a la dirección del PCE su máxima ayuda en la confección y la materialización de un claro rumbo político… informar sistemática y objetivamente al Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista acerca de la situación en el seno del partido y en la República. De tal modo a Stoyán Mínev le fueron encomendadas las funciones de asesor político”. Un poco diferente la terminología empleada por Jorge Dimitrov, ya Secretario General de la Internacional Comunista, quien el 8 de enero de 1937 apunta en su agenda: “Stepanov: instruct.[or] en asuntos esp.[añoles]”.

Más concreto es Manuel Rubio Cabeza, el autor del “Diccionario de la Guerra Civil Española”: “Durante la contienda [Mínev] fue conocido con el nombre supuesto de “Artur Stepanov”, ejerciendo una poderosa influencia en las decisiones de la ejecutiva del PCE –de la cual era uno de sus más caracterizados elementos– y propiciando la caída y arrinconamiento del líder socialista Francisco Largo Caballero”. Y aún más categórico Víctor Serge: “Durante la Guerra Civil el Partido Comunista español era dirigido por Ercoli (el italiano Palmiro Togliatti.), Codovilla (argentino) y Stepanov”.

Entre los apuntes de Mínev en el archivo del PCE se hallan también dos documentos que contienen información desconocida, y lo suficientemente concreta, sobre la esencia de sus funciones de “asesor”, “instructor” o uno de los “dirigentes” del PCE. A lo largo de 26 meses (desde comienzos de enero de 1937 hasta el 6 de marzo de 1939), Mínev desarrolla una labor intensa y variada.

-Participa en la preparación y la celebración de los plenos de marzo, junio y noviembre de 1937 del Comité Central del PCE.

-Se ocupa, durante las operaciones militares del Jarama y Guadalajara (febrero - marzo), también de los problemas de las Brigadas Internacionales.

-Se incorpora activamente a la campaña por el derrocamiento del gobierno de Largo Caballero (mayo de 1937).

-Participa en los trabajos de la Comisión Político-Militar del Comité Central del PCE y del Secretariado General.

-Ayuda, en el verano y el otoño de 1937, a consolidar la organización del PCE en Madrid y asegura los contactos entre la dirección del PCE y los asesores militares soviéticos.

Después del pleno del Comité Central de noviembre de 1937, la dirección del PCE también se traslada de Valencia a Barcelona, donde ya se habían establecido el gobierno y las direcciones de los demás partidos. “Traslado a Barcelona”, señala en sus apuntes Mínev, “en el Comité Central, hasta febrero, con una interrupción del 26 de diciembre hasta el 25 de enero, cuando estuve enfermo. Luego, viajé”.

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En febrero de 1938 Mínev es llamado a Moscú. Una serie de hechos hacen suponer que éste debía ser el final de su misión en España. Las causas radican en el conflicto surgido entre Mínev, Codovilla y Gerö, por un lado y, por otro lado, Palmiro Togliatti (“Ercoli”), desde agosto de 1937 jefe de la delegación del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista en España. Al enumerar todos los asuntos  de los que se ocupó en España, Mínev destaca explícitamente en sus apuntes: “Pero jamás intervenir en la dirección operativa del trabajo del Comité Central, no suplir la dirección. Por semejantes pecados critiqué a Luis y Pedro”.

Bastante distinta es la opinión de Togliatti, expresada ya en su primera carta desde España a Moscú, al Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, fechada el 30 de agosto de 1937: “No quisiera callar mi impresión de que la responsabilidad por el mal trabajo del Centro (la dirección del PCE) recae en parte también sobre nuestros “asesores”. Realmente hace falta insistir ante L.(uis) para que renuncie a ser el burro de carga de todo el CC, para que traspase el trabajo operativo a los camaradas españoles y para que deje de hacerse la persona sin la cual nadie sabe qué hacer ni cómo comportarse… Explicarle a L.(uis) que, de acuerdo con las reglas, todos los encuentros con miembros del gobierno español, con ministros, con jefes de partidos, etc., deben ser llevados a cabo por camaradas españoles… En lo que concierne a Moreno (Mínev) no podría decir más sino que debería tener confianza en L.[uis] para que él se convenza de la necesidad de cambiar sus propios métodos de trabajo”.

Al parecer, sin embargo, Togliatti no dejaba de dudar cada vez más de la capacidad de Luis (Codovilla) de cambiar, puesto que en su siguiente carta, fechada el 15 de septiembre de 1937 y dirigida a los camaradas D.[imitrov] y M.[anuilski, declara abiertamente que “su presencia perjudica al partido”. El 25 de noviembre Togliatti es aún más categórico y a finales de 1937 su persistencia queda premiada: Codovilla es enviado a trabajar a París, en el Comité Internacional de Ayuda al Pueblo Español, mientras que Pedro (Gerö) es revocado a Moscú.

Nubes tormentosas se acumulan también sobre la cabeza de Mínev, independientemente de que la crítica de Togliatti contra él es considerablemente más moderada. “Hasta el otoño de 1937 (es decir, hasta la llegada de Togliatti a España), escribe Moreno por su parte, tuve la posibilidad de mantener un contacto directo con la Casa (Moscú). Luego no mantuve tales contactos en absoluto. Mi persona ya no existía. Se acordaron de mí nada más que para dirigirme injurias”. El “aislamiento” de Mínev de los asuntos de la delegación lógicamente termina con su revocación a la “Casa”.

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Mientras tanto, en información fechada el 28 de enero de 1938, Togliatti comunica acerca de la presencia de serios problemas en el Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC): dominado por el “nacionalismo pequeñoburgués” y el “anarquismo”, sin contactos regulares con la dirección del PCE. A su llamada para ayudar al PSUC se adhiere −al menos así lo evidencian los apuntes de Mínev− también Manuel Delicado, miembro del Buró Político del PCE. Como resultado, en marzo de 1938 Moreno reaparece en España para dedicarse, al menos hasta julio, sobre todo a los problemas del PSUC. Asiste a las reuniones de su Comité Ejecutivo, colabora en su periódico central Treball, ayuda con consejos al secretario general del partido Juan Comorera.

Desde luego, Mínev participa también en el trabajo del Comité Central del PCE y, más concretamente, en el del Departamento de Organización, el Departamento de Agitación y Propaganda, el Departamento de Personal, en el periódico Mundo Obrero, en la Comisión Político-Militar del Comité Central. Mantiene un contacto permanente (“ayudaba directamente”, según escribe en su informe) con todos los miembros del Buró Político. En abril de 1938 es incorporado a la Comisión especialmente creada por el CC del PCE y dirigida por Togliatti, con vistas a la confección de los famosos “13 puntos” que se convirtieron en programa del gobierno “de la unidad nacional”, a cuyo frente se situaría Negrín. En mayo viaja a Madrid para tomar parte en las deliberaciones del pleno del CC del PCE. Y cuando en un momento determinado (agosto-septiembre de 1938) se hallan ausentes del país simultáneamente Togliatti y José Díaz, Mínev en la práctica se coloca a la cabeza del trabajo del Buró Político del Comité Central del PCE.

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Entre el 18 de octubre y el 9 de noviembre de 1938 Mínev está en París. Sus apuntes, al margen de las fechas y la ciudad, no ofrecen comentario alguno al respecto. Es muy probable que su viaje tuviera relación con la desmovilización de las Brigadas Internacionales. Se sabe que el CEIC encomendó el trabajo de evacuación de los brigadistas (especialmente de los privados de ciudadanía por sus respectivos gobiernos) al PCF, más aún que el canal principal para su retirada era precisamente Francia. Mínev conjugaba en sí todas las cualidades imprescindibles para constituir una de las “conexiones” entre las Brigadas Internacionales, el PCF y el CEIC: conocía perfectamente sus problemas, era lo suficientemente conocido en el PCF y era representante del CEIC. Además, la coincidencia de las fechas de su permanencia en París y la resolución del gobierno de evacuar a las Brigadas Internacionales es casi total.

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Del 9 de noviembre de 1938 al 25 de enero de 1939, Mínev está de nuevo en Barcelona. El 3 de enero nace su hijo: la madre es Josefina Simón, de 18 años, encargada de la codificación en el CC del PCE. Más tarde se convirtió en su esposa. Sin embargo no había tiempo para dedicarse a la felicidad familiar. Por encargo del Buró Político, el 26 de enero, Mínev viaja a Madrid para participar en la preparación y la celebración de la conferencia regional del partido.

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Cinco días después de la conferencia, el 16 de febrero, llega a Madrid Togliatti y le comunica a Mínev que es indispensable que viaje con urgencia a Moscú para informar sobre la situación y regresar de inmediato con las correspondientes instrucciones. Mientras se arregla la cuestión de su pasaporte, él viaja a Valencia para participar en una sesión de la Comisión Político-Militar del CC y reunirse con uno de los asesores soviéticos. Desde Madrid Togliatti no deja de insistir en que Mínev debía viajar de inmediato a Moscú, “de la forma que fuera y sin detenerse ante ningún riesgo”. Sin embargo, Mínev no obtiene su pasaporte hasta el 2 de marzo. Es para Nicaragua, con visado de tránsito para Francia.

Al día siguiente viaja a Alicante, pero no logra tomar el vuelo francés a falta de plazas. Se dirige a Elda, en la provincia de Alicante, adonde ya se ha trasladado la dirección del Partido, y vuelve a insistir en que su viaje sea suspendido. Luego de recibir una vez más la negativa de Togliatti, el 4 de marzo fracasa de nuevo en su empeño por tomar el avión. Regresa a Elda y mientras tanto se produce el golpe de Casado.

El 6 de marzo, en nombre del CEIC, Togliatti le ordena una vez más viajar de inmediato y abandonar España junto con Dolores Ibárruri. Mínev vuelve a objetar, pero Ibárruri insiste: “Emprendemos el viaje de inmediato, no tomes nada consigo, no te despidas de nadie, los coches están esperando, tenemos una orden de viajar de aquí de inmediato”. “Recordé, continua Mínev, que ya en marzo de 1938, en Moscú me habían encomendado especialmente que en caso de que ocurriera cualquier cosa, había que salvar a toda costa a Dolores”. Viajaron en un avión especial a Orán (Argelia) y de ahí se trasladaron en barco a Francia. El 10 de marzo de 1939 Mínev está en París. Sin embargo la orden de regresar a la “Casa” llega apenas a comienzos de mayo. El 19 del mismo mes de 1939 Mínev ya está en Moscú.

Aquí termina la “epopeya española” de Stoyán Mínev. Sin embargo hay también un segundo capítulo de la misma: los debates en Moscú acerca de las causas del fracaso y la derrota de la República.

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 El 24 de mayo de 1939 en Moscú J. Dimitrov apunta en su “Agenda”: “Stepanov (Moreno). Información sobre los acontecimientos en España. (Tiene que escribir un informe detallado)”. “Ese informe de Stoyán Mínev –añade Mechteriakov− es uno de los numerosos documentos confeccionados por participantes en la guerra, que constituyeron objeto de reiteradas discusiones en las sesiones de la Presidencia y del Secretariado del CEIC”.

La cuestión principal en estas discusiones es por qué la República pierde la pugna contra los sediciosos; cómo es posible (estas palabras pertenecen al Secretario General del PCE José Díaz) que un partido que contaba con el apoyo de la mayoría de la población y tenía a su lado al setenta por ciento del ejército, fuera sorprendido y vencido por los capituladores”.

Pero en aquella época, en Moscú, la respuesta a esta interrogante se vincula automáticamente con la de otra más: ¿Quién (o quiénes) tuvieron la culpa de lo ocurrido? Además, los participantes en la discusión tenían a la vista el ejemplo de quienes bajo una u otra forma ya habían sido declarados (o ‘nombrados’) “cómplices” en este fracaso: el embajador de la URSS en Madrid Rosenberg, el cónsul soviético en Barcelona Antonov-Ovseenko, el corresponsal del Pravda Koltsov, el primer asesor militar principal Berzin y toda una serie de otros especialistas militares y civiles rusos que fueron fusilados o arrestados.

He mencionado estos hechos, porque tengo la certeza de que el informe de Stoyán Mínev puede ser comprendido de un modo mucho más cabal y claro al saber el lector que este texto jugó un importante papel para salvar la carrera política y quizás la vida de su autor. Esto lo convierte en un documento de la época que ofrece una amplia información acerca de “las corrientes de moda” en el modo de pensar y actuar no sólo de la Internacional Comunista, sino (y quizás aún más) también de la dirección de entonces del Partido Bolchevique y del mismo Stalin quien consideraba a toda la Internacional nada más que como uno de los “instrumentos” de su política exterior.

De que se preparaba una especie de “caza de brujas” son bastante indicativas las condiciones en las que Mínev tuvo que escribir su “breve esbozo”, como él mismo define su informe al CEIC. En el momento en que trabaja sobre el manuscrito, no dispone ni de “la colección completa de al menos un periódico para el período comprendido entre el 18 de julio de 1936 y el 1 de abril de 1939, ni del archivo del PCE, ni de documentos oficiales, ni siquiera de sus apuntes personales”. Y agrega: “En el período en el que confeccionaba mi informe, no tenía la posibilidad de consultar a ninguno de los camaradas españoles”.

El informe fue escrito en los meses inmediatamente posteriores a la llegada de Mínev a Moscú. En aquel entonces ya se encontraban allí Togliatti (que escribió precisamente en Moscú su último informe al CEIC, fechado el 21 de mayo), José Díaz (que había abandonado España a comienzos de 1939 a causa del brusco empeoramiento de su estado de salud) y Dolores Ibárruri, que llegó el 12 de mayo. Se hallaban en la capital soviética también casi todos los demás miembros de la dirección del PCE. No se han perdido los apuntes personales de Mínev sobre los acontecimientos de 1936 a 1939. Pero así y todo, a la pregunta lógica de por qué Mínev escribió su informe poco menos que como un ermitaño, resulta difícil ofrecer una respuesta lógica. La “ilógica” es que cada uno debía exponer su propia versión, a fin de que fuera más fácil descubrir a los “culpables” del fracaso.

También Mínev fue obligado a trabajar de este modo “ilógico”, buscando en su informe una explicación no tanto del porqué de la pérdida de la guerra, sino más bien de quién la había perdido. De tal modo surge su peculiar sistema de “círculos concéntricos” de los “culpables”, edificado siguiendo el clásico principio marxista-leninista de ir “desde lo general hacia lo concreto”.

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En el primero y mayor de los “círculos” se hallan las “fuerzas externas”. Aquí caben, por un lado, todos los países de Occidente, tanto los “fascistas” como los “democráticos”, y por otro lado, toda clase de servicios secretos: desde la Gestapo hasta la Intelligence Service, así como la Internacional Obrera Socialista, la Internacional de Amsterdam de los Sindicatos, etc. Es impresionante el ensañamiento con el que Mínev se lanza contra los “líderes” de las dos Internacionales: ellos “sacrifican ante el altar del fascismo las libertades democráticas y la independencia de España”; “repiten las fórmulas y argumentos que utilizan Hitler, Mussolini, Franco y la burguesía reaccionaria de Francia e Inglaterra respecto a que España estaba amenazada por el comunismo”; persuaden a los dirigentes del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) “a romper sus lazos con los comunistas y pasar y asumir las posturas de los capituladores”.

En el segundo “círculo” de “culpables” Mínev coloca a los españoles como nación. La población como un todo permaneció impasible ante las llamadas a salvar a la República y, en una serie de casos, hacia la guerra en general. “Una central eléctrica que se hallaba en la zona republicana abastecía de energía eléctrica a regiones enteras que se hallaban en manos de los fascistas. Además, la dirección de la central enviaba periódicamente a sus agentes al otro lado del frente para cobrar la luz”, no deja de indignarse Mínev, y agrega: “En otros sectores del frente la población civil cruzaba sistemáticamente de un lado del frente al otro, haciendo normalmente compraventas y negocios”. Catalanes, vascos, asturianos y representantes de otros grupos étnicos, poseídos “por el nacionalismo pequeñoburgués y el separatismo”, casi ni se preocupaban de la defensa de la causa nacional.

Todas las fuerzas políticas, de izquierdas y de derechas respecto al PCE, conforman el tercer “círculo” de culpables. Además, cuanto más se aproximan a los comunistas en cuanto a sus criterios ideológicos y políticos, tanto mayor es la culpa de estas fuerzas. No es casual que Mínev dedique la mayor atención a los anarquistas y los socialistas. Hay más: muy al tono de las concepciones sobre el trotskismo como fuente principal de todos los males, que predominaban a la sazón en el Partido Bolchevique y, de ahí, en la Internacional Comunista, tras las acciones tanto de los anarquistas como de los socialistas se vislumbran inevitablemente “los provocadores trotskistas”, que además casi obligatoriamente resultan ser agentes de la Gestapo.

Los militares que permanecieron fieles a la República ocupan el lugar de los “culpables” del cuarto “círculo”. Todos ellos resultan ser ora incapaces y torpes (a excepción de una parte de los comandantes comunistas promovidos durante la guerra), ora agentes de Franco, que odiaban en mayor o menor grado el gobierno del Frente Popular. El comandante en jefe del Ejército Republicano, el general Miaja, es un “viejo estúpido”, “un politiquero vanidoso”, alcohólico que “se colocó de la parte del antifascismo por motivos geográficos puesto que no logró escapar a tiempo”, que “por si acaso se hizo miembro simultáneamente del PCE, de la Juventud Socialista Unificada y de la CNT”. El Jefe del Estado Mayor General Vicente Rojo cometió una serie de errores, etc.

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 Al “papel y la responsabilidad” del PCE Mínev dedica más de 20 páginas y desde este punto de vista en el quinto y último “círculo”' de culpables habría que colocar a los comunistas. Pero su formación como “aparatchik” de la Komintern se hace sentir: la relación entre el PCE y los asesores del CEIC es muy directa y toda palabra debería estar perfectamente medida. Por lo demás, Mínev declara con anticipación que no fue el PCE, sino “el anticomunismo de Hitler-Musolini-Franco, multiplicado por el anticomunismo de los anarquistas, los trotskistas y parte de los republicanos, más el anticomunismo de los socialistas, más el anticomunismo de los francmasones, más todos los elementos y grupos de la Quinta Columna, los que condujeron, a fin de cuentas, mediante la junta traidora, a la derrota del pueblo español, a la destrucción de la República Española, al triunfo de Franco-Hitler-Musolini en España”. El PCE, por el contrario, “desde el comienzo y hasta el final de la guerra, es la fuerza motriz principal de la guerra popular por la independencia contra los sediciosos y la invasión germano-italiana”.

Apenas después de esta constatación general y categórica, Mínev enumera los diez “errores principales y deficiencias” del PCE durante la Guerra Civil. Pero también en esta materia se muestra muy cuidadoso e incluso sugiere un nuevo sistema “interno” de graduación de los culpables. Y coloca sin vacilar en el primer lugar a los partidos “nacionales”: PSUC, las organizaciones comunistas de Asturias, el País Vasco y otras. En lo que se refiere a la dirección del PCE, ésta no hace errores, sino más bien los comete, generalmente por razones objetivas o bien procurando no perjudicar la unidad −así y todo frágil− de las “fuerzas democráticas”.

No hay, sin embargo, en el informe una sola palabra sobre el hecho de que los comunistas nunca lograron superar sus ánimos sectarios, profundamente arraigados en sus filas desde la primera mitad de la década de los años 30. Tampoco se menciona que durante la guerra civil integraron las filas de los asesores soviéticos una serie de representantes del “estalinismo ortodoxo”, imponiendo sus concepciones, estilo y métodos de trabajo no sólo con los adversarios políticos, sino también, y sobre todo, con los aliados políticos: la psicosis de espiomanía, los asesinatos a mansalva y los atentados contra los “trotskistas” y los “anarquistas”; la liquidación física de los generales “sospechosos” de la República; la antigua cárcel de Alcalá de Henares, llena a más no poder de “enemigos de clase”, “espías” de todos los “servicios de inteligencia imperialistas” etc. Sin olvidar, como apunta muy acertadamente Stanley Payne, que “la reacción contra el error de la República al dejarse arrastrar a lo largo de la ‘línea’ bolchevique está genuinamente representada por los nacionalistas que, fueran cuales fuesen sus defectos, han realizado una gran cruzada anti-Komintern”.

Pero de eso en el informe de Mínev no hay ni una línea. Al contrario, en una serie de ocasiones él mismo lamenta que no se hayan llevado a cabo “urgentes medidas extraordinarias, sin tardanzas burocráticas, para aniquilar implacablemente a los trotskistas y otros agentes −ocultos o manifiestos− del enemigo; medidas represivas urgentes para cortar de inmediato toda clase de campañas derrotistas, capituladoras o de pánico; que no se haya recurrido al “fusilamiento público de varios centenares de oficiales y traidores, conjuradores y provocadores”; que “no todos los partidarios y agentes del enemigo fueron fusilados”, etc.

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El segundo “gran ausente” del informe es la autocrítica de Mínev. Al contrario, como si contestara a los ataques personales de Togliatti contra él, Mínev no deja de evaluar muy positivamente su propia actividad. “En general, durante el período en el que estuvo ausente Ercoli (agosto y septiembre de 1938), tengo la profunda convicción de haber trabajado bastante bien y haber cumplido con bastantes tareas difíciles, serias y complejas”. Y también: “Durante todo el período de mi estancia en España más que todos (los españoles y los no españoles) y con la mayor frecuencia llamaba la atención de la dirección del partido sobre la necesidad de una lucha enérgica contra el trotskismo”. No cabe duda, sin embargo, de que semejantes valoraciones no respondían a una falta de modestia, sino, como ya he mencionado, tenían para Mínev la importancia de un argumento para salvarle la vida.

El informe sobre “Las causas de la derrota de la República Española” fue escrito de prisa. El estilo es jadeante, los аcontecimiеntos se suceden vеrtiginоsаmеnte, algunas veces hay rеpеticiones, errores, etc. Probablemente el propio Mínev tenía conciencia de sus deficiencias, puesto que advierte expresamente de que esas 253 páginas mecanografiadas deberían ser aceptadas como “una exposición sumaria de un material que no he terminado de trabajar, una especie de semiproducto”.

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Ya el 7 de abril de 1939 Stalin ordena: “Hay que convocar una reunión de los comunistas esp.[añoles] para esclarecer todos estos problemas (los del “por qué” de la derrota), para sacar una lección para los demás partidos”. Según los apuntes de la “Agenda” de Dimitrov el primero en contar su versión es Togliatti, el 13 de mayo. El 19 de mayo lo sigue José Díaz. El 23 es el turno de Pedro Checa, que acaba de llegar de España. El 30, otra vez Togliatti. En junio hay una “muy larga discusión” sobre el tema entre los españoles. El 28 de julio Díaz, Ibárruri, Uribe y Hernández asisten a los debates en el Secretariado del CEIC. Y el 9 de agosto de 1939 Dimitrov apunta en su agenda: “Reunión del Secretariado (de la CEIC) con los cam.[aradas] esp.[añoles] (Casa del gobierno). Resolución del CC (del PCE) “Las lecciones de la guerra de ind.[ependencia] del pueblo esp.[añol]”.

Del informe de Mínev, nada. Tampoco de los demás “numerosos documentos” de los que habla Mechteriakov. ¿Por qué? Lo más probable es que, unos cuatro meses después de la derrota de la República española y unos veinte días antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, el “tema español” ya no fuera tan central para el CEIC. Esto puede explicar también el hecho de que hasta inicios de los años sesenta el informe y todos los demás documentos de Mínev permanecieran en poder de su familia y no en los archivos de la IC.

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Aparte la idea básica de Mínev: ofrecer su opinión sobre las causas del fracaso de la República, el informe contiene una descripción bastante detallada del desarrollo de los acontecimientos durante la Guerra Civil española y desde este punto de vista es quizás el primer intento “historiográfico” de hacer una “periodización” de la contienda. Según Mínev ella pasa a través de cinco “períodos” con sus respectivas características principales, cada una de las cuales sirve de epígrafe de un capítulo:

-“Primer período: del 18 de julio al 4 de septiembre del 1936  (el gobierno de Izquierda Republicana de Giral)”.

-“Segundo período: del 4 de septiembre del 1936 al 16 de mayo de 1937 (el primer gobierno del Frente Popular: el período de la orientación caballerista-anarcosindicalista de la política del gobierno).

-“Tercer período: del 18 de mayo de 1937 al 6 de abril de 1938 (el segundo gobierno del Frente Popular. Período de la política del prietismo)”.

-“Cuarto período: del 6 de abril de 1938 al 1 de enero de 1939. Gobierno de la Unidad Nacional. Período de la política de “resistir”.

-“Quinto período: del 23 de diciembre de 1938 al 1 de abril de 1939. Período de la derrota político-militar de la República”.

Según Mínev “esta periodización no está hecha arbitrariamente y no sólo para la comodidad del análisis y de la exposición de los problemas. Ella refleja, en mi opinión, los zigzags y los virajes que realmente tuvieron lugar durante el desarrollo de la guerra y en toda la vida política de la República”.

Después de su “epopeya española” Mínev continuó como asesor en el Secretariado de Dimitrov y Manuilski (1939–1942), para terminar su vida como investigador en el Instituto da Economía de la Academia de Ciencias da la URSS y profesor de economía política. Falleció en Moscú el 5 de mayo de 1959.

 

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