Por José Javier Esparza. La Gaceta, 05 de diciembre de 2010.
La iniciativa del Ayuntamiento de Gijón reconoce la trayectoria
de un antiguo criminal político
El Ayuntamiento de Gijón ha proclamado al veterano líder comunista
Santiago Carrillo hijo predilecto de la localidad. Lo ha hecho a
iniciativa socialista y con el apoyo del Partido Popular.
Santiago Carrillo es uno de los mayores criminales políticos de la
Historia de España. “Habrá que probar eso”, dicen los interesados
papanatas. No: todas estas cosas están sobradamente documentadas y
proba das, en parte porque fueron juzgadas por los enemigos
políticos de Carrillo, en parte porque fueron denunciadas por los
conmilitones del viejo comunista y en parte, en fin, porque el
propio interesado las ha narrado con singular desenvoltura.
República
Carrillo es responsable de haber conspirado abiertamente contra el
orden democrático durante la II República. Él mismo lo cuenta.
Fueron los años en que el PSOE abanderó la revolución contra el
Gobierno legítimo de 1933. Carrillo, joven líder de las Juventudes
Socialistas, formó parte del comité revolucionario organizado bajo
la dirección de Largo Caballero. La Revolución de 1934, que –se mire
como se mire- fue un golpe de Estado, se saldó con más de un millar
de muertos. En Madrid, que era donde Carrillo debía actuar, el
movimiento fracasó. Carrillo acabó en la cárcel. Allí, por cierto,
empezó a recibir la visita del delegado de la Internacional
Comunista Vittorio Codovilla, agente de Stalín.
Guerra Civil
Carrillo es responsable de haber alimentado la dinámica de violencia
que condujo a la Guerra Civil. A lo largo de la primavera de 1936,
Carrillo, convenientemente adoctrinado en el Moscú de Stalin –él
mismo lo cuenta-, trabaja para fusionar al PSOE y al PCE en un único
“gran partido del proletariado”, fusión que debe comenzar por las
juventudes de ambos partidos. La operación incluye la formación de
milicias armadas. Son numerosísimos los testimonios –en particular,
de miembros del PSOE- que atribuyen a Carrillo la dirección de esas
milicias en Madrid. Después, en julio, cuando policías de obediencia
socialista asesinan al líder de la derecha Calvo Sotelo, las cúpulas
del PSOE y del PCE pedirán al Gobierno del Frente Popular que “se
arme al pueblo”. Y entre quienes formulan esa petición está el
propio Santiago Carrillo.
Paracuellos
Carrillo es culpable directo del asesinato de miles de españoles
durante las jornadas negras de noviembre de 1936, las jornadas de
Paracuellos. Los hechos son bien conocidos y negarlos es simplemente
mentir. Desdes septiembre de 1936, el Gobierno del Frente Popular,
por instigación directa de la Internacional Comunista –es decir, de
Moscú-, había decidido aniquilar a la llamada “quinta columna”, es
decir, a los ciudadanos de derechas que eventualmente pudieran
ayudar a Franco a tomar Madrid. Con esa excusa, miles de madrileños
fueron detenidos, torturados y asesinados. El proceso ya estaba en
marcha cuando Carrillo se vio convertido en responsable de Orden
Público en la Junta de Defensa de Madrid. Después, con él al frente,
las sacas de las cárceles y las matanzas en Paracuellos
prosiguieron. Y no cesaron hasta que Carrillo fue apartado del
cargo. En conjunto, la cifra de presos asesinados durante noviembre
y diciembre de 1936 en Madrid superará los 2.500. Las sacas durante
la etapa de Carrillo como responsable de Orden Público se traducen
en un mínimo de 2.000 muertos.
PCE
Después de la guerra, Carrillo es responsable del desmantelamiento
del PCE –sí, del PCE- en el Madrid del primer franquismo. Los
líderes comunistas que operaban en España lo hacían al margen de la
dirección en el exilio, y las cúpulas de Moscú y Méjico decidieron
anularlos. ¿Cómo? Delatándolos a la Policía de Franco, como le
ocurrió a Heriberto Quiñones.
Ese procedimiento se repetirá una y otra vez con los disidentes, y
en particular con el círculo del líder comunista Jesús Monzón. A
veces serán delatados por enviados del PCE, como les sucedió a
Gabriel León Trilla, Pérez de Ayala (Enrique Cantos), Luis Montero y
Domingo Ungría, entre otros. Carrillo ya era entonces responsable de
la organización del PCE en España.
Maquis
Santiago Carrillo aparece también como responsable directo de la
eliminación del maquis –comunista- a partir de 1948, cuando Stalin
decidió que la estrategia del PCE debía cambiar y suprimir la lucha
guerrillera. ¿Cómo se suprimió? Suprimiendo a los propios
interesados. Los nombres de los líderes guerrilleros asesinados por
el propio PCE –directamente o delatándolos a la Policía- son muy
numerosos: Baldomero Fernández Ladreda Ferlo, Víctor García El
Brasileño, Basilio Serrano El Manco, Francisco Corredor El Gafas …
Carrillo es el culpable directo de la expulsión, delación,
encarcelamiento y posterior muerte del líder comunista catalán Joan
Comorera, disconforme con la línea del PCE. Líster lo cuenta así en
su libro Basta.
Hay más, pero no vale la pena extenderse. Quien quiera detalles
suplementarios, que lea
El libro negro
de Carrillo (Libros Libres, Madrid, 2010). Los delitos de guerra
de Santiago Carrillo prescribieron hace mucho tiempo. No por la
amnistía democrática de 1977, como tanta gente repite hoy, sino por
el decreto de 1966 –esto es, con Franco- de extinción de
responsabilidades políticas. Pero la huella que Carrillo ha dejado
en la Historia de España no se puede ocultar ni maquillar. Todos
podemos entender que, en nombre de la convivencia, la opinión
pública prefiera olvidar los crímenes de un nonagenario y subrayar
su contribución al bien común. Pero eso es una cosa, y otra muy
distinta es convertir al tal anciano en hijo predilecto de nada.
Máxime cuando ese anciano, en un revival senil, busca justificar lo
menos justificable de su vida.